Resena Cuaderno de Estrategia 178 Rusia

Reseña
Cuaderno de Estrategia 1
Ester López López
Historia de las Relaciones Internacionales en el Mundo Contemporáneo
Curso 2016/2017
A continuación se va a desarrollar la reseña de la asignatura, que en mi caso la voy
a realizar del Cuaderno de Estrategia 178, correspondiente al año 2015, del Instituto de
Español de Estudios Estratégicos: Rusia bajo el liderazgo de Putin. La nueva estrategia
rusa a la búsqueda de su liderazgo regional y el reforzamiento como actor global.

Forma parte del Catálogo Oficial de Publicaciones Oficiales del Gobierno de España y
fue editado en noviembre del mismo año por el Ministerio de Defensa.
Este libro está formado por cinco capítulos, que son divididos en diferentes
apartados por sus autores, estando el último de estos dedicado a la bibliografía empleada
en su elaboración. Después del último capítulo se ofrece una breve explicación del
grupo de trabajo que ha redactado este número del IEEE. Esta obra ha sido coordinada
por Álvaro Gil-Robles, quien ha realizado la introducción. El secretario del mismo ha
sido Pedro Sánchez Herráez y hay, además, cinco vocales: Natividad Fernández Sola,
Fernando López Mora, Pablo León Aguinaga, Jorge Rosell Martínez y Vladimir Lukin.
Tras esto se recogen los temas de los Cuadernos de Estrategia publicados.
Este libro comienza, como es lógico, con una Introducción, elaborada por Álvaro

Gil-Robles, quien fuera Comisario Europeo de Derechos Humanos del Consejo de
Europa (1999-2006) y destacara por la defensa de los derechos humanos tras la Segunda
Guerra de Chechenia y de las minorías1, por lo que en 2008 fundaría la Fundación
Valsaín2.

En ella su autor ofrece el objetivo de la obra: comprender cómo han

evolucionado las relaciones entre la Unión Europea y la Federación de Rusia, las causas
de su crisis en la actualidad y las posibles vías de solución.
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Disponible en: http://www.coe.int/en/web/commissioner/previous-commissioners
se constituye en el año 2008 al objeto de promover “los valores sobre los que se funda la democracia,
mediante el estudio, formulación, enseñanza y puesta en práctica de propuestas e iniciativas de todo tipo
destinadas a fomentar el conocimiento y la extensión de los mismos y a impedir la violación de los
derechos humanos, así como las tentaciones autoritarias, racistas o xenófobas”. Disponible en:
http://fundacionvalsain.com/index.php/es/contacto/objetivos
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Para Gil-Robles el origen de las difíciles relaciones entre la Unión Europea y Rusia
se remontan a la caída de la URSS, porque Occidente intentó establecer un nuevo
modelo en el país que le impidiera ser un peligro militar o económico e influir en la
antigua URSS, con la consecuente decepción de los rusos. Sin embargo, muchos países
occidentales han identificado a Putin como base del problema, un error porque su
deriva autoritaria es apoyada por la mayoría de los rusos. De ahí que la UE deba
redefinir la política de vecindad con el centro y el este de Europa. En concreto, respecto
a Rusia, esta organización debe construir los llamados “espacios de confianza mutua” y
hacerle ver que también es importante en la construcción de una Europa democrática.
Por su parte, la población rusa debe entender y aceptar definitivamente que también es
Europa. Entonces, la labor de diplomacia es fundamental.
En el primer capítulo, “Marco geopolítico de Rusia: constantes históricas, dinámica
y visión en el siglo XXI”, vemos cómo su autor, Pedro Sánchez Herráez, realiza una
síntesis de la Historia de Rusia, que divide en cuatro etapas: su origen como la Rus de
Kiev tras el 860, cuando Rurik, es nombrado jefe de las tribus varegas, iniciando la
dinastía Rurika, que no sería sustituida por la Romanov hasta el siglo XVII; la fase de
construcción el imperio desde la creación del Principado de Moscú a finales del siglo
XIII, hasta que el último zar abdica el 14 de marzo de 1917 y se instaura un gobierno
provisional; la etapa en que se establece la URSS hasta su hundimiento en 1991 tras la

firma del tratado de constitución de la CEI; y su evolución desde entonces a la
actualidad, siendo Putin el hombre fuerte del país desde el año 2000, el nuevo zar del
siglo XXI, dispuesto a luchar por recuperar la esencia rusa, mantener la unidad interna y
expandirse.
El autor, por su parte, es Teniente Coronel de Infantería, diplomado de Estado
Mayor de las Fuerzas Armadas y Doctor en Paz y Seguridad Internacional. Entre sus
líneas de investigación se encuentran los conflictos en el bloque euro-asiático,
principalmente en Rusia y el espacio postsoviético, Balcanes y Oriente Medio. Además
es analista del IEEE. Por tanto, se trata de un investigador muy preparado para hablar
del tema.
Volviendo a su sección, Sánchez Herráez ofrece en ella el estudio que toda persona
interesada en entender las relaciones entre la Unión Europea y Rusia debe leer para
conocer algunas de las razones de la actuación un tanto defensiva de Rusia respecto al
exterior, que la ha llevado a buscar de forma permanente unas fronteras seguras y/o un
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espacio de seguridad, así, en cuatro siglos (XIII- XVIII) pasaría de poseer un bastión
rocoso en torno a Moscú a convertirse en una de las potencias terrestres más grandes de
la Historia (p. 24), aunque aún en nuestro siglo Putin se presenta como un Pedro I,
conquistador. Pero para el autor del artículo es necesario que el pueblo ruso recuerde

que estas pretensiones imperiales han llevado al país al inmovilismo, que ha impedido
en muchas ocasiones llevar a cabo las reformas necesarias y ha llevado al país a
prácticamente depender del gobierno de un hombre fuerte que permita el crecimiento, la
expansión, el poder exterior y la estabilidad interior de Rusia, cuando ha sido este atraso
recurrente el que ha acabo con el Imperio zarista, el soviético, etc.
A continuación, el segundo capítulo, “La UE y la Federación de Rusia en sus
dinámicas históricas contemporáneas: cooperación institucional y recelos de vecindad”,
ha sido elaborado por el Dr. Fernando López Mora, Profesor Titular acreditado a
Catedrático de Universidad de Historia Contemporánea de la UCO. Una de sus líneas de
investigación, además de las políticas sociales en España, son la cultura de la seguridad,
la paz y la defensa en la época contemporánea. Le acredita también 4 sexenios de
investigación reconocidos en estas materias y una estancia de investigación invitada en
el Instituto Estatal de Relaciones Internacionales de Moscú (MGYMO) 3.
En tan solo 21 páginas y 7 pequeños apartados, López Mora refleja los cambios que
han vivido las relaciones entre la Unión Europea y la Federación de Rusia y los propios
protagonistas de las mismas a nivel interno, sobre todo en relación a la ampliación de la
primera y el gran desarrollo de la segunda tras la desintegración de la URSS. Estas
relaciones fueron un continuo tejer y destejer la tela de Penélope, ya que si se
estrechaban con acuerdos tan importantes como el APC (1994), el de los Cuatro
Espacios Comunes (2005) y de Asociación para la modernización (2010); se frustraban

con los sucesos de Kosovo (1996-1999), el eterno conflicto de Chechenia, y, de forma
más visible, tras el estallido de la crisis de Ucrania en 2013, recordemos, tas la
suspensión de las negociaciones del Acuerdo de Asociación con la UE, y su
consecuencia más notable: la anexión de Crimea por parte de Rusia. Tras esto, la
relación entre ambas potencias se “ arruinó”, ya que, dada su desconfianza mutua, se
veían más como rivales que como socios estratégicos, por lo que el autor propone como
solución identificar los intereses que los unen en la actualidad y “ disponer los medios
para promoverlos”.
3

http://moodle.uco.es/m1617/mod/resource/view.php?id=47598

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Natividad Fernández Sola es la autora del siguiente capítulo, “Las relaciones de la
UE y Rusia desde la perspectiva rusa”.

En relación a la temática del mismo, es

miembro del Grupo de Investigación Estudios Europeos e Internacionales , Profesora

Titular de Derecho Internacional Público y de Relaciones Internacionales de la
Universidad de Zaragoza, Profesora Visitante en el Moscow State Institut for
Internationals Relations (MGIMO University) y diplomada del Colegio Europeo de
Seguridad y Defensa.
Después de que López Mora ofrezca las relaciones entre la Unión Europea, y
EEUU, y la Federación de Rusia desde su creación desde un punto de vista más cercano
a la visión occidental, Fernández Sola, en este tercer apartado de este Cuaderno de
Estrategia 178, hace un gran gesto de empatía para aportar la visión que los rusos tienen
de los diferentes episodios que han recorrido esta relación desde la firma del acuerdo de
PCA en 1994. Así, si bien los rusos han llevado a cabo acciones que han dificultado sus
relaciones con la UE y EEUU, la Unión tampoco ha facilitado su desarrollo en demasía,
ya que, por ejemplo, no es posible crear una Asociación en Europa del Este en la que no
esté implicada Rusia porque es un vecindario que comparten.
Pero el ejemplo paradigmático para explicar las dificultades que los rusos ven para
llegar a tener unas relaciones bilaterales efectivas con la Unión radica en la Crisis de
Ucrania, cuando esta, aunque al principio mostró un papel conciliador, después apoyó a
los rebeldes, incluso después de que derrocaran al gobierno legítimo y pasando por alto
un acuerdo de ambas partes en conflicto, ¿por ser europeístas? Después, cuando parecía
que los conflictos habían acabado tras la anexión de Crimea en febrero de 2015 (Minsk
II), la UE establecería sanciones contra Moscú, aunque en poco le beneficiaban, que

fueron consideradas por muchos como humillantes, imparciales y que solo buscaban
debilitarlos, así, incluso la PACE calificó al país como “agresor” (p. 133), lo que no era
precisamente tender una mano a su vecino. También Rusia ve cómo la OSCE, dada lo
necesario de su reforma y la situación actual, se podría convertir en un nuevo organismo
de seguridad colectiva, pero los países occidentales es poco probable que lo acepten, y
que la UE y EEUU pasarían a controlar el comercio mundial si tenían éxito las
negociaciones del TTIP (pero en la actualidad no parece que tenga mucho futuro).
Por tanto, la autora realiza una aportación fundamental, ya que los medios de
comunicación que nos rodean, en la mayoría de los casos, suelen tener una visión muy
occidental de los sucesos, mostrando una imagen de Rusia, muy defensiva, replegada
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sobre sí misma y reacia a abrirse a Europa y a Occidente, cuando, con razón o no, el
número de rusos que ve “a los países europeos como potenciales agresores se ha
triplicado desde 2006” (p. 172), del 8 al 23%, aunque son más (28%) los que

consideran que Europa es para Rusia un vecino y un socio. Pero ambos, como hemos
visto, caminan muchas veces en direcciones opuestas, cuando a largo plazo les
interesaría crear un subsistema regional para ser más fuertes a escala global (p. 151).
El capítulo cuarto de este libro, “Las relaciones económicas entre Rusia y la

Unión Europea” es realizado por dos miembros del Centro Universitario de Defensa
(Zaragoza): Pablo León Aguinaga y Jorge Rosell Martínez, uno aporta la perspectiva
de un historiador especialista en relaciones internacionales y, otro, la de un
economista cuyos ejes de trabajo son la organización industrial, la economía de la
energía, tan importante en estas relaciones, y la economía de la empresa.
Ambos investigadores en la introducción al capítulo que exponen claramente su
objetivo: “ofrecer una visión acerca de cómo se han configurado en los años recientes
las relaciones entre la UE y Rusia, el punto en el que se encuentran actualmente y
ofrecer una perspectiva acerca de hacia dónde se vislumbra que se dirigen esas
relaciones en los próximos años” (p. 157). Después realizan de nuevo un recorrido con

la evolución de las relaciones entre la UE y Rusia, aunque esta vez desde un punto de
vista económico, incluyendo numerosos datos y varias gráficas muy esclarecedoras, y
terminando con un epígolo, en el que ofrecen su visión sobre el previsible futuro de
estas relaciones, poniendo al “nuevo imperialismo ruso” (p. 181) como causa de las
difíciles relaciones actuales, sobre todo de la ya citada Crisis de Ucrania, y al
protagonismo que Moscú quiera dar a los intereses territoriales como clave que
determinará el futuro de sus vínculos; pues, concluyen, que su política de “giro a China”
no ha sido muy inteligente, pues no tiene ni el potencial tecnológico, ni la capacidad de
compra y venta de la Unión.

Vladimir Lukin, profesor investigador en la Escuela Superior Nacional de
Economía de Moscú y Defensor de los derechos humanos en la Federación Rusa (20042014), es el encargo de la redacción del último capítulo de este libro: “Rusia y Europa:
el camino para recuperar la cooperación”. Lukin es una gran personalidad política en
Rusia, ya que ha sido embajador en EE.UU. (1992-1994), presidente del Comité de
Asuntos Exteriores del Soviet Supremo (1990-1992) y de la Duma Estatal (1994-2000),
y vicepresidente de la Duma Estatal (2000-2004). Por ello se trata de un hombre que ha
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vivido de cerca las últimas grandes tensiones entre la UE y Rusia: Georgia en 2008 y
Ucrania en 2014. En este apartado Lukin se dispone de introducir las causas del
conflicto general entre Rusia y Occidente (p. 196).
Este apartado gira en torno a dos cuestiones clave que han condicionado, según su
autor, las relaciones entre la Unión y Rusia, como son la de los valores comunes, que se
pusieron en duda principalmente con la recuperación de Rusia a finales de los años 90,
ambas poblaciones, rusa y europea, con un miedo histórico a los “genes imperialistas
rusos” (p. 201) se alejan al creer que los valores que defienden son muy diferentes; y la

tendencia al eurasianismo de la mayoría de población rusa, es decir, a destacar los
elementos diferenciadores rusos y a negar las semejanzas históricas con Europa.
Este artículo supone, coloquialmente hablando, un verdadero “soplo de aire fresco”,

pues Lukin, incluso en mayor medida que Fernández Sola en el tercer capítulo, es
capaz, aún siendo ruso, de tener una perspectiva crítica no solo de la postura europea
con respecto a Rusia, sino también a la inversa, proporcionando, desde mi punto de
vista, la visión más objetiva sobre las relaciones entre las antiguas aliadas de todo este
libro. Así, el investigador, por un lado, afirma que la Unión ha intentado aislar a Moscú,
que, además, solo cayó bien cuando tras la caída de la URSS su imagen de fortaleza se
derrumbó, y, por otro lado, recuerda que los grandes éxitos de la construcción rusa
fueron realizados por los gobernantes más occidentalistas y las posibilidades de crear un
“centro de poder” paneuropeo, antes que asiático, que tuviera un impacto mayor a
EEUU. Por ello Lukin, de forma optimista, no deja de hacer un llamamiento a “ buscar
lo imposible para conseguir el máximo” (p. 207), aunque los acontecimientos de los

últimos días pongan en duda, aún más que en el año 2015, las posibilidades de
acercamiento entre la UE y Rusia.
A modo de recapitulación, en este libro, del año 2015, vemos claramente una idea
que vertebra los cinco capítulos que lo conforman, a excepción del primero, que se
puede considerar introductorio: tras la crisis de Ucrania las relaciones entre la Unión
Europea y la Federación de Rusia se han visto afectadas radicalmente, suponiendo casi
su ruptura, de ahí la necesidad de llevar a cabo una nueva política que recuerde los
intereses comunes de ambas partes y los beneficios que podrían obtener con el nuevo

enfoque de su relación. Como en cualquier relación humana, el vínculo que debería
hacer caminar juntas hacia el futuro a ambas potencias es la comunicación, a pesar de
que el sorprendente resultado de las elecciones generales celebradas en EEUU el pasado
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8 de noviembre, en el que el candidato republicano, Donald Trump, superó con creces
los 270 votos electorales, de un total de 538, que necesitaba para convertirse en el 45º
presidente de Estados Unidos.
En el actual estado del orden internacional, el Cuaderno de Estrategia 178 es un
medio ideal y muy útil para entender cómo ha sorprendido tanto la victoria de Trump,
aunque el protagonismo de EEUU en las relaciones UE- Rusia no el tema fundamental
del mismo, a lo largo de la minuciosa lectura del mismo nos damos cuenta de que si hoy
día le preguntáramos a los autores del mismo, probablemente la mayoría de ellos no
hubiera creído que tan solo un año después de la publicación del libro, en 2016, la
contraposición de Occidente (Unión Europea y EEUU) con Rusia como algo muy
afianzado y que, en muchos casos, había impedido unas buenas relaciones entre ambas
potencias europeas. Ahora vemos cómo la estabilidad de ese cierto orden mundial
existente en 2015 peligra en gran medida, pues es de sobra conocido el abierto
acercamiento del futuro presidente estadounidense a Putin y, en los últimos días, las
acusaciones de intervención en las elecciones de Moscú a favor de Trump, cuando
Obama y el Estado americano había llevado una política mucho más crítica con Rusia.
De ahí que debamos estar pendientes de la evolución de Estados Unidos con la llegada
de Trump a la presidencia, pues de la postura que tome sobre sus antiguos aliados, entre
los que se encuentra en una débil posición la Unión Europea, y sobre la se acercaba a
ser más enemiga, que Rusia.
¿En qué situación queda entonces la Unión Europea? Aunque quizá los autores de
este libro se mostraban en 2015 mucho más optimistas sobre el futuro de las relaciones
con la Federación Rusa, a día de hoy un velo de incertidumbre las domina. A cada día
que pasa la posibilidad de crear un subsistema regional en Europa parece más difícil.
Probablemente la obstinación de la UE por no ceder en un ápice su hegemonía en
Europa a favor de Rusia y no tener la visión suficiente para darse cuenta de que la clara
recuperación que experimentó su vecina del este desde finales de los años 90 la haría
tender a alejarse de Europa hasta llegar un día en la que encontrara un aliado mejor, con
el que, según Moscú, compartiera ciertas ideas claves y que no impusiera tantas
limitaciones. Parece que ese día ya llegó, aunque, todavía puede quedarle a la Unión un
indicio de esperanza antes de que la alianza ruso-estadounidense se haga visible en un
acuerdo formal, y, así, evitar tener junto a ella a un potencial enemigo. Pero para ello

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Europa debe hacer un gran esfuerzo por su parte, que no sabemos si está dispuesta a
realizar, para, una vez más, “buscar lo imposible”.

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