Impactos sobre el medio natural

1) Impactos sobre el medio natural

Los impactos sobre el medio natural de las actividades económicas, las guerras y otras acciones humanas, potenciadas por el crecimiento demográfico y económico, suelen consistir en pérdida de biodiversidad, en forma de empobrecimiento de los ecosistemas, contracción de las áreas de distribución de las especies e incluso extinción de razas locales o especies enteras. La devastación de los ecosistemas produce la degradación o pérdida de lo que se llama sus servicios naturales. Intentaremos aquí un análisis sistémico

de los diferentes impactos sobre el medio natural. Los recursos naturales (agua, aire, bosques, minerales), vitales para el desarrollo económico de las

ciudades y de futuras generaciones, se pierden o malgastan mediante políticas urbanas inapropiadas. Aumenta constantemente el radio de impacto de las ciudades sobre los recursos que se hallan lejos de sus fronteras. Es más, las áreas urbanas se encuentran inundadas por sus propios desechos y asfixiadas por sus propias emisiones como resultado de políticas y prácticas inadecuadas de control de la contaminación y manejo de los desechos.

Impacto sobre la geomorfología terrestre

Impacto sobre la hidrología terrestre

Impacto sobre la flora fauna y ecosistemas terrestres

Interacción de impactos,

Impacto global

Impacto sobre los sistemas culturales y el medio social

Impacto sobre el clima

Fig. 5. Estructura de los impacto en unidades ambientales según el modelo de capas superpuestas. Continuado con nuestro esquema de análisis de unidades ambientales compuestas por capas

susperpuestas, podemos señalar que los impactos de la urbanización se producen en todas las capas y que por ende van a producir una alteración integral del ecosistema en su conjunto. Analizamos aquí los principales impactos:

• Primera capa: Modificación del sustrato geológico y geomorfológico. La urbanización, junto con su inseparable desarrollo industrial, tiene profundos impactos sobre el sustrato

geológico profundo modificando el ciclo hidrológico tanto cuantitativa como cualitativamente. Los recursos hidráulicos disponibles en las cercanías de las ciudades, se están acabando o degradando a

tal punto que aumenta substancialmente el costo marginal de su abastecimiento. Esto aumentos en costos surgen de la necesidad de explotar fuentes nuevas y más remotas, así como de los mayores requisitos de tratamiento a raíz del deterioro de la calidad del agua. Su disminución resulta mayormente de las inadecuadas políticas para la fijación de precios y medidas de conservación.

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El bombeo excesivo del agua subterránea resulta en muchos casos en el hundimiento de la tierra con su consecuente daño a las estructuras urbanas, la disminución del nivel freático, y en muchos casos, problemas de salificación.

Fig. 6. Estructura del ecosistema según el modelo de unidades ambientales de capas superpuestas.

• Segunda capa y tercera capa: Modificación de escorrentías e impermeabilzación del suelo La impermeabilización de la superficie de la tierra en las áreas urbanas cambia considerablemente la

hidrografía del flujo, resultando en picos más altos e inundaciones más frecuentes, y a menudo se reduce el recargado directo del agua subterránea. Al mismo tiempo, el aflujo urbano es una de las principales fuentes

de contaminación no puntual. Los problemas de contaminación del agua en los lagos, aguas costaneras y marinas, puede resultar en la pérdida de amenidades (oportunidades recreativas y rentas del turismo), agotamiento de las pesquerías, y problemas de salud asociados con el contacto recreativo y la contaminación de los peces y mariscos.

Los procesos de urbanización no tienen en cuenta las consecuencias en los procesos vivos que el suelo mantiene con el resto de ecosistemas. La urbanización sellada que no considera las necesidades de permeabilización del suelo contribuye a empeorar las condiciones climáticas locales (isla de calor, sequedad excesiva, riesgo de inundación, …). La impermeabilización y sellado del suelo en las amplias zonas restadas al medio natural o rural y la intensificación de la agricultura no colaboran a la prevención de estructuras resistentes a los probables efectos del cambio climático. La capacidad de absorción del suelo disminuye día a día en nuestro territorio y, por tanto la capacidad de reacción ante inundaciones. Suelo urbanizado equivale a suelo sellado, absolutamente impermeable y cerrado a la interacción con el entorno de manera irreversible.

Los proyectos de urbanización son uno de los aspectos en los que el concepto de sostenibilidad ha tenido menor influencia. Los criterios de urbanización de vías y espacios públicos están basados en las pautas ingenieriles de carreteras, con sobredimensionamientos y utilización de secciones inadecuados en la mayoría de los casos. La repercusión de las obras de urbanización en los procesos de edificación es muy reducida, por lo que se valora más la facilidad de gestión que los ahorros puntuales por racionalización económica de la obra.

• Segunda capa: Perturbación del ciclo hídrico.

La presión urbanística se manifiesta intensamente en estas zonas donde menos agua hay, o donde el recurso es más frágil. Es la paradoja de la zona serrana, atractivo precisamente porque combina las pendientes, la vegetación y los cursos de agua, lo que procura un clima especialmente agradable, pero limitado por la escasez de los periodos de agua.

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Toda nueva urbanización debería garantizar la conservación de las redes hidrográficas. Las ciudades deberían considerar políticas no sólo de conservación y mejora sino de restitución de los elementos naturales de importancia ecológica integrados en su zona de influencia. Los proyectos urbanos de recuperación de riberas o de preservación de escorrentías resultan muy escasos frente a la tendencia acelerada a urbanizar y sellar cualquier espacio natural integrado en los cada vez más territorios urbanizados.

Es especialmente grave la situación de los arroyos urbanos, susceptibles de convertirse en infraestructuras hidráulicas bajo vías de tráfico, en la creciente demanda de ampliación de infraestructuras viarias para el tráfico creciente. El desarrollo urbano puede impactar negativamente en las cuencas hidráulicas aguas abajo mediante el mayor aflujo y erosión.

También puede darse la degradación de las cuencas hidráulicas lejanas de la ciudad, como por ejemplo cuando se construye importantes proyectos de agua potable o energía hidroeléctrica a cientos de kilómetros

de distancia, o cuando se trae leña y carbón de tales distancias.

• Segunda capa: Contaminación de mares ríos y cursos de agua La mayor proporción de la contaminación proviene del petróleo industrial y automotriz, el aceite quemado

que llega hasta los océanos a través de los ríos y quebradas. Se estima que en escala mundial, 957 millones de galones de petróleo usado entran en ríos y océanos y 1500 millones de galones de petróleo crudo o de sus derivados son derramados.

Otra fuente de contaminación de los recursos hídricos, es la contaminación de los desechos urbanos y la falta de tratamiento de aguas residuales. Sin duda, el principal contaminante que preocupa a las ciudades en los países en desarrollo es la excreta humana. Menos del 60 % de la población urbana en los países menos desarrollados tiene acceso a un saneamiento apropiado, y sólo un tercio está conectado a los sistemas de cloacas.

• Cuarta capa. Presión sobre los ecosistemas Los ecosistemas más interesantes y frágiles son los más presionados: los sistemas costeros, los mosaicos

de cultivos, y los valles son objeto de expectativas por parte de los especuladores inmobiliarios, los asentamientos turísticos, corredores viarios, instalaciones de ocio y otros proyectos urbanísticos de diversa índole. A medida que crecen las ciudades, el fracaso del mercado urbano de tierras induce a una urbanización inapropiada y ejerce presión sobre los ecosistemas naturales circundantes.

Los impactos pueden incluir la pérdida de tierras húmedas y silvestres (con su rica diversidad genética y capacidad para proteger su hidrología), zonas costaneras, áreas recreativas, recursos forestales (particularmente debido a la acelerada deforestación para llenar la demanda de leña y carbón).

Otro proceso preocupante es la destrucción del ecosistema sustituyendo territorios vivos por espacios muertos, extremadamente vulnerables en fenómenos relacionados con el cambio climático. La eliminación

de vegetación, conduce a crear franjas sin capacidad de renovación natural. Los riesgos de estas zonas biológicamente inertes son también relevantes en una provincia en el que el turismo tiene gran importancia económica.

• Quinta y sexta capa: Insularización de los sistemas naturales.

El crecimiento de la producción de viviendas se desacopla de las pautas de crecimiento de la población, incluso incorporando la llegada de las nuevas migraciones, a las que tampoco sirve dada la escasa producción de vivienda ‘social’.

No obstante, en la medida que se mantengan las ciudades extrayendo el capital natural y humano, sin medida, de otros territorios, el logro de la sostenibilidad local no garantiza automáticamente el logro de la sostenibilidad global.

• Quinta y sexta capa. Alteración de la ecósfera. (Ver fig, pag 117)

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Fig. 7. Cuadro se la alteración de la ecósfera de un gran ciudad. Fuente: Sukopp, 1983

• Séptima capa: Ocupación de áreas peligrosas La urbanización periférica no controlada, que se observa en muchas ciudades de los países en desarrollo,

produce la ocupación, por parte de grupos invasores y de bajos ingresos, de tierras bajas, áreas de inundación y laderas empinadas.

A más de la degradación de la tierra, que a menudo resulta, la misma gente que habita tales áreas se expone a mayores peligros de salud debido a inundaciones, deslaves de tierra y lodo, y erosión; sus viviendas e infraestructuras comunitarias circundantes son vulnerables a los accidentes, el daño y el colapso. También puede resultar un riesgo para la salud, el vivir en las cercanías de industrias altamente contaminantes o que trabajan con desechos peligrosos.

• Octava capa: Cambio climático Las ciudades afectan además el equilibrio natural del calor, pues el que es generado por el uso de energía,

incluyendo los automóviles, combinando con el calor difuso atrapado por las estructuras urbanas y la liberación más lenta durante la noche del calor almacenado, crea un efecto de “isla de calor” que puede elevar las temperaturas en la ciudad por 5° a 10° C. En las regiones y temporadas calientes, esta situación es casi invariablemente desfavorable, sumándose a la incomodidad e inclusive aportando a la mortalidad (p.eje. entre los ancianos) al gravar una ola general de calor. Las inversiones térmicas son comunes sobre

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las áreas urbanas, atrapando las emisiones industriales y los productos de la quema de combustibles, y contribuyendo a la formación del nocivo "smog" fotoquímico.

• Octava capa: Contaminación del aire urbano y doméstico La contaminación del aire es un creciente problema en las grandes ciudades con mala ventilación natural e

importantes emisiones móviles o estacionarias. En muchas ciudades, las condiciones se empeoran año tras año, a medida que aumentan las emisiones industriales y las provenientes del uso de los combustibles. Por ejemplo, se anticipa que las escuadras de vehículos y sus correspondientes emisiones aumenten en un 5-

10 por ciento anual en los países en desarrollo, estando el mayor crecimiento concentrado en las principales ciudades.

Las emisiones urbanas representan una parte importante y creciente de los gases de efecto invernadero y los responsables de la destrucción de la capa del ozono.

Por más grave que sea la contaminación del aire ambiental en muchas ciudades grandes, se debe distinguir entre ésta y la contaminación del aire interior, que en todo el Tercer Mundo es posiblemente un problema más grave y ubicuo. En el ambiente de la vivienda, una de las principales preocupaciones es la quema interior de los combustibles tradicionales, altamente contaminantes, para la cocina y calefacción, que con frecuencia resulta en el contacto diario con elevados niveles de compuestos tóxicos. También es un problema frecuente el contacto ocupacional con contaminantes del aire interior y otros tóxicos, especialmente en fábricas pequeñas.

Fig. 8. Representación de la isla de calor urbano. Fuente: Harris y Dines, 19 88 • Séptima capa: Producción y consumo de energía Las ciudades inevitablemente requieren del consumo y, en diversos grados, la producción de energía para

su uso en el hogar, los negocios y el transporte. La escala misma del uso urbano de energía puede resultar en importantes problemas de contaminación, como ya se ha analizado. Es común el empleo excesivo, frecuentemente resultado de políticas energéticas ineficientes. Los aumentos proyectados en el uso de la energía en las ciudades de los países menos desarrollados, según los pronósticos de crecimiento demográfico y económico y los patrones actuales de consumo ineficiente y elección de combustibles altamente contaminantes, presagian cada vez mayores impactos ambientales a nivel local, regional y global, y el riego de mayores accidentes.

Una apropiada fijación de precios para el combustible y la energía, mejores prácticas de planificación y administración energética, y tecnologías que ahorran energía, son necesarios como piezas fundamentales

de las estrategias de conservación energética. La urbanización y los edificios y son grandes consumidores de energía, agua y materiales naturales y

responsables de una parte importante de las emisiones de CO2. El consumo energético asociado a la construcción de una vivienda se evalúa en unos 150.000 kWh, que traducido a emisiones de CO2 supone unas 42 t CO2. A esta energía incorporada al ciclo de la construcción habría que añadir un consumo

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energético medio de 12.000 kWh/año y 1,9 t/año de emisiones, con un horizonte de 75 años de vida media

de los edificios.

Planteamientos evidentes como el ahorro energético, la orientación de bloques y manzanas en consideración al mejor aprovechamiento de la energía solar, la iluminación y la ventilación natural aún no están integrados de manera contundente en las pautas asumidas por los arquitectos en sus diseños urbanísticos. No hay que perder de vista que el consumo energético de los edificios durante su uso es netamente superior al empleado en su construcción.

• Séptima capa: Producción de residuos (líquidos, gaseosos y sólidos).

Debiera sistematizarse los ciclos del agua urbanos, con la generalización de sistemas de depuración para el consumo urbano, la reutilización de aguas tratadas y el inicio en algún caso de Planes Estratégicos del Agua en varias ciudades, permite ser optimistas en cuanto a la solución a medio plazo del tema del ciclo del agua en la ciudad. Las emisiones y contaminación acústica, atmosférica,…asociadas al tráfico como causa principal se beneficia de las mejoras tecnológicas en los vehículos y combustibles, al tiempo que sufre del crecimiento constante de las magnitudes que definen el tráfico urbano. Las medidas de impulso del transporte público, fomento de los modos no motorizados, calmado del tráfico, no revierten la tendencia reafirmada en las encuestas origen-destino más recientes en prácticamente todas las ciudades españolas, que detectan un mayor peso relativo y absoluto de los km-recorridos en los modos más contaminantes.

El tema de los residuos sólidos urbanos es también objeto de un crecimiento continuado, asociado a las nuevas pautas de consumo y modos de vida. El ciclo de gestión de los residuos se percibe como un elemento incómodo en la vida urbana y tiende a evitarse en las estrategias públicas relacionadas con el metabolismo urbano. Ello explica la demanda de los sistemas subterráneos para su tránsito por las zonas urbanas.

Fig. 9. Comparación entre un modelo difuso y compacto de ciudad en la distribución de actividades.

Fuente: Rogers, 2000

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