El sujeto dicente y las tradiciones discursivas

5.2 El sujeto dicente y las tradiciones discursivas

  Como ya lo hemos dicho, Pachacuti afirma ser de un linaje de curacas que se convirtieron al cristianismo bastante pronto, en los inicios de la colonia. Pachacuti fue educado probablemente en un colegio cristiano y, por tanto, habría sido familiarizado con las letras desde su juventud. Según Adelmann, la información genealógica que está en la obra parece apoyarse sobre hechos históricos:

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  De modo, después de haberse hechos xpianos e hijos adobtivos de Jesuxpo Nuestro Señor, y así, con aquesta santa fe catolica, se acabaron haziéndose verdaderos xpianos, mostrándose ser enemigos de todas las idolatrías y rritos

  antiguos, y como tales los persiguieron a los hechizeros, destruyéndolos a todos los guacas y ydolos manifestándolos a los ydólatras, castigándoles a sus súbditos y vasallos de todo aquella provincia [...]. (Santa Cruz Pachacuti 1993: 184)

  Así, Pachacuti se inscribe tal vez en esta misma línea familiar y habría podido ser encargado por Francisco de Ávila para escribir esta relación con el propósito de ayudar a combatir las idolatrías. Eso explicaría por qué Pachacuti compara

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  de Santacruz Pachacuti Yamqui Salcaymagua...) y el final (Digo que...) de esta primera parte 164 parecen indicar que el autor escribe dentro de una fórmula bien

  establecida: la del escrito legal” (Salles-Reese 1995: 108). Así, el objetivo del texto

  de Pachacuti toma una dirección completamente diferente de la que se suele atribuirle: Pachacuti escribe la relación para defenderse y defender al pueblo andino.

  Sugiero, además que tal estratagema discursiva –intencional, como hemos dicho- habría tenido un doble propósito: Primero, proteger individualmente a Santacruz Pachacuti de cualquier acusación de idolatría. Ello explica por qué Santacruz Pachacuti dice –sobre todo en la primera parte- lo que el extirpador

  168 propiamente andinos (que pueden ser vistos como TD) 166 . De esta manera, logra

  producir un discurso coherente que pueda incluir elementos de las dos culturas y disculparle de las posibles acusaciones de idolatría. En realidad, Pachacuti mismo afirma conocer las dos culturas y, después de haberse declarado buen cristiano ampliamente, dice que conoce el pasado andino desde niño: “Digo que emos oydo, siendo niño, notiçias antiquísimos y las historias, barbarismos del tiempo de las gentilidades ques como se sigue, que entre los naturales a los cosas de

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  profundidad fuera la secuencia completa de la “historia sagrada” de ambos dominios. […] En ningún sentido se le puede considerar un rebelde del estado secular. Pero su Relación expresa un intento polémico en otro aspecto; él desea reivindicar la posición de los hombres andinos como católicos. (1984: 85-86)

  Estamos de acuerdo con Salomon; sin embargo, su afirmación de un intento polémico de parte de Pachacuti nos parece ir en otra dirección. Si Pachacuti intentó reivindicar a los andinos como católicos era, en nuestra perspectiva, una estrategia defensiva y no un intento polémico; nos parece que el carácter controversial de la obra residiría más bien en el hecho de que reivindica el cristianismo de los andinos

  170 mito de Tunapa 168 asociado al apóstol Santo Tomás o San Bartolomé, que habría

  predicado el Evangelio en los Andes, “comenzó a propagarse alrededor de 1548” (Chang-Rodríguez 1988: 79). Lo particular al discurso de Pachacuti es que manifiesta un conocimiento bastante amplio del pasado mítico pre-hispánico al contar el mito de Tunapa-Santo Tomás:

  Pachacuti Yamqui consciously embedded his version of the myth of the American Apostle within motifs of Andean mythology that were associated in Inca times, and, no doubt, in the early seventeenth century, with the ancient Andean past. No other Peruvian author manipulated these symbols with greater

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  pachaccan, que quiere decir servidor o criador (de Viracocha)” (188, paréntesis nuestro)— y que los Incas fueron “designados” por Tunapa:

  ¿no era este hombre el glorioso apóstol Sancto Thomás? Este barón dizen que llegó al pueblo de un caçique llamado Apo Tampo [...] Y assí, por el Apo Tampo fueron oydos sus razonamientos con amor y los yndios del sujetos los oyieron con mala ganas. Al fin, por aquel día, fue huéspedel perigrino, el qual dizen que dio un palo de su bordón al dicho Apo Tampo, reprehendiéndoles con amor afable. Y por el dicho Apo Tampo los oyieron con atençión reçebiéndole el dicho palo de su mano, de modo que en un palo los reçebieron lo que les predicava señalándoles y rayándoles cada capítulo de los rrazones. [...] Dizen que aquel dicho palo que avían dejado el dicho Tunapa, entregándoles en las manos del dicho Apo Tampo, se conbertía en oro fino en

  172 manera, sino según una dinámica de la inclusión. Pachacuti incluye elementos

  cristianos a la historia andina, lo que le permite incluir a los andinos dentro de la “historia sagrada” cristiana. La inclusión que está practicando Pachacuti no es unilateral; así, por ejemplo, Adelmann identifica mitos europeos que pasaron por el filtro andino y mitos andinos que pasaron por el filtro europeo (1998: capítulo 4). Pachacuti está mostrando los dos lados de su identidad, poniendo más de relieve el lado cristiano para no ser acusado, o defenderse de acusaciones de idolatrías. Lo

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  elementos duales del dibujo (sol y luna; lucero de la mañana y lucero de la tarde; verano e invierno; etc.). Como deidad “suprema”, es la representación de la relacionalidad complementaria del universo (Estermann 2008: 207), elemento típico

  de la cosmología andina. Todas estas manipulaciones, que se hacen con la inclusión, apuntan hacia una cierta actitud de parte de Pachacuti: este quiere que se detenga la persecución y, probablemente, por ello mismo, (r)establecer la reciprocidad entre los cristianos y los andinos. Así, dice claramente que los primeros evangelizadores y

  174 andinos y los europeos, probablemente para que se pueda establecer la reciprocidad

  y así preservar el equilibrio. Como hemos dicho en el capítulo anterior, la ética andina es altamente relacional e inclusiva; así, Pachacuti está relacionando la historia andina con la historia cristiana e incluye características cristianas a la tradición andina: con ello intenta legitimar lo andino a los ojos de los cristianos y establecer unas de las condiciones básicas para que la reciprocidad pueda implantarse. Así, aun cuando Pachacuti se declara cristiano, su discurso deja

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  relacionados a los Incas, que el mismo Pachacuti pretende haber oído 173 . Por otro lado, el hecho de que estos relatos no vienen de fuentes exteriores hace que se

  encuentran, como ya hemos dicho, flotando entre las dos culturas de Pachacuti Yamqui, la andina y la cristiana, influenciándose ambas directamente y produciendo un discurso fuertemente híbrido. Por eso, al contrario del análisis hecho en el capítulo anterior, las relaciones referenciales subrayadas por Itier no van a estar tan presentes y nos concentraremos más bien en un análisis del discurso eticológico más

  176 iskay uya (doble cara) para manipular los relatos y adecuarlos a su discurso

  defensivo, es muy probable que desde niño le enseñaron a rechazar el culto a los huacas y otras figuras sagradas andinas. En efecto, a partir del tercer Concilio Limense, una de las recomendaciones hechas a los que predicaban a los indígenas era de que les mostraran el gran error de sus creencias y tradiciones:

  […] descubrirles sus errores y mostrarles la burlería y falsedad que contiene y desautorizar a sus maestros los hechiceros declarando sus ignorancias y embustes y malicias. Lo cual es muy fácil de hacer como se tenga cuidado de saber de raíz sus ritos y supersticiones. (Doctrina cristiana y catecismo… 1985:

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  Manuscrito de Huarochirí, Guaman Poma o cronistas españoles y mestizos 177 . Los huacas y hapiñuñus andan en la tierra, imponiendo su maldad, junto con los

  humanos, quienes se dedican a guerrear:

  cadal día abían guerras y discordias que todos en general se ocupavan en hazer fortalezas y assí cadal día an abido encuentros y batallas sin aber la paz en este tiempo, de tantos combates y guerras injustos, que los unos y los otros estavan jamás seguros, sin alcanssar quietud. […] en tiempo de purum pacha, dizen que los happiñuños andavan bissiblemente en toda esta tierra que no abían seguridad de andar en anochesiendo, porque a los hombres y mugeres y muchachos y criaturas los llevaban arrebatándoles como tiranos infernales y enemigos capitales del género humano etc. (187-188)

  178 varios cronistas lo mencionan; así, de nuevo, nos encontramos con una figura híbrida

  asociada tanto a una deidad andina como a un apóstol cristiano. El recorrido de Tonapa en la crónica de Pachacuti se desarrolla como un “ciclo de visitas anónimas

  a los pueblos de los Andes, premiando y castigando alternativamente a quienes lo recibían con afecto o despreciaban su presencia” (Millones 1979: 129). Este “ciclo” tiene una similitud evidente con los relatos de Cuniraya, Huatiacuri y Pariacaca del Manuscrito, que también ponen en escena ciclos de acogidas y rechazos que son

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  bisibles, solamente con tocar a los emfermos los sanaban. […] dizen que todas las lenguas hablava mejor que los naturales […]. (188)

  Con estos dones cristianos, recorre los Andes predicando la buena palabra a los indígenas, que no le hacen caso. En un momento, un cacique cuyo nombre es Apotampo lo acoge y lo escucha con benevolencia. Resulta que este cacique será el padre de Manco Capac, iniciador del linaje inca y del culto a Huiracocha; y entonces, se asocia directamente el lado “civilizado” de los incas a Tonapa. Además, como lo hemos dicho anteriormente, Tonapa lega a Apotampo un palo de oro de su

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  gente, conquistando a los ynobedientes muchas provincias y naciones de los Tauantinsuyos. […] Este ynga lo mandó hazer a los plateros una plancha de oro fino, llano, que significase que ay hazedor del çielo y tierra, y era desta manera. El qual lo hizo fixar en una cassa grande y les llamó Cori Cancha, Pacha Yachachicpac uaçin. Este ynga Manco Capac fue enemigo de las uacas y como tal los destruyó a curaca Pinao Capac con todos sus ydolos y lo mismo los vençió a Tocay Capac, gran ydolatra. (197-198)

  Es interesante ver que Pachacuti Yamqui no intenta esconder el hecho de que Manco Capac se casó con su hermana Mama Ocllo, lo que es considerado como un pecado grave, pero lo justifica y, luego, lo designa como el inicio de la imposición

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  peruanos con el inevitable retorno de las huacas, cuyo predominio es tardíamente denunciado por el Inca Guáscar, último de los soberanos” (Millones 1979: 135).

  Durante el primer momento, Manco Capac inicia la tradición inca y establece sus bases morales y religiosas. Además de la adoración al dios supremo y las leyes morales, establece los primeros monumentos religiosos como el Cori Cancha y algunos rituales socio-religiosos. Estos ritos son: el primer corte de cabello de los niños; el rito de pasaje a la adultez de los jóvenes nobles; y el culto a las pacarinas y

  182 probablemente su capacidad de interactuar con los elementos naturales 183 . La tercera

  ceremonia se refiere a las Pacarinas, que “eran: ‘lagunas manantiales, peñas vivas, quebradas’, de donde se suponía habían emergido los fundadores de cada pueblo [y a las] apachetas [que] eran – y son – montones de piedras que se iban colocando en lugares determinados en señal de reverencia a la deidad local” (Millones 1979: 136). Estas ceremonias, que Manco Capac había instituido, no dejan de ser criticadas por Pachacuti, que ve en ello una manifestación del demonio y una de las razones de la

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  armonía con él, obtendrá una respuesta de su invisible amo. Esta respuesta, hayñiy, es una respuesta específica, esto es, aquella que señala diligencia para crear una nueva visión de reciprocidad” (1984: 88). La falta de una respuesta concreta hace que el Imperio Inca caiga poco a poco en la “decadencia” al final del reino de Manco Capac y sus inmediatos sucesores porque parece que los actos de éste no pudieron establecer la reciprocidad con el Supremo Hacedor. Así, como se ha dicho, los reyes incas que siguieran las leyes morales iniciales legadas por Tonapa tendrán éxito

  184 en las provincias. Un hecho interesante es que cuando el inca Capac Yupanqui vence

  al huaca (210-211), éste se presenta en una casa oscura con todas las ventanas y puerta cerradas y, luego, el inca, después de haber abierto las ventanas y puerta, lo confronta llamándole engañador y falso poderoso, ya que se presenta con temor y vergüenza a pesar de ser un supuesto “dios” que trasmite la fuerza vital.

  ¿Por qué caussa tenéis tanto temor y virgüenza? Que si bos avéis dichos que dabas hijos y haziendas y vida y venturas de coycoycollas y uacanques, ¿por qué estaes como delinquientes si alssar los ojos? Pues yo os digo que soys algún falsso engañador; que ssi bos fuérades poderosso, por lo menos no

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  combatiente de las idolatrías que supo conquistar muchas provincias e imponer el culto verdadero. Además, este tercer momento justifica lo bueno de la llegada de los españoles a los Andes, ya que después del inca Pachacuti se pierde poco a poco el culto al Supremo Hacedor. El hecho de presentar a Huáscar Cápac como reconociendo al final el error del culto a los huacas da una justificación moral a la guerra civil incaica que tenía lugar en el momento de la conquista española; la

  guerra tuvo lugar porque estaban cegados por los huacas 184 . Se admite la idolatría de

  186 presupone los valores de bondad, benevolencia y amor fraterno, que son típicos del

  evangelio. Por otro lado, la proveniencia andina de los relatos, aunque modificados por el contacto con el cristianismo, deja aparecer valores más bien conectados al mundo andino como la relacionalidad y la reciprocidad. Estos se manifiestan a través de los ritos típicamente andinos atribuidos a los incas y de los restos de una simbología que Pachacuti Yamqui no podía hacer desaparecer, ya que los relatos que cuenta tienen un origen andino. Por eso, la “saga” de Tonapa, aun cuando éste es

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  obra de Pachacuti. Sin embargo, las faltas a las demás leyes morales, designadas como pecados y asociadas al culto a los huacas, se refieren sobre todo a malas conductas sexuales y al engaño, lo que también pueden ser infracciones a los mandatos andinos ama shua, ama llulla y ama quilla de los que hemos hablado en el capítulo anterior y que están estrechamente relacionados al principio de reciprocidad andina. De cierto modo, aun cuando Pachacuti Yamqui hace la promoción de la moral cristiana, no vuelve la espalda completamente a la tradición moral andina,

  188 imperio se debe sin duda a las prácticas éticas andinas requeridas por el entorno. Así,

  aun cuando Pachacuti Yamqui insiste más en la promoción de la prácticas religiosas cristianas, impuesta por el contexto de producción de la obra y sus intenciones, no parece poner en tela de juicio las prácticas sociales andinas, asociadas a una “ética

  de la reciprocidad”, que presuponen: relacionalidad, complementariedad y reciprocidad.