Cuniraya Huiracocha

4.2 Cuniraya Huiracocha

  El huaca llamado Cuniraya Huiracocha es una deidad difícil de cernir bien, ya que parece ser una figura mezclada proveniente de diferentes épocas. Primero, Cuniraya es un huaca regional, de Huarochirí; segundo, Huiracocha es el gran dios

  de los Incas; tercero, los dos términos unidos indican un huaca que parece ser asimilado al Dios cristiano, atribuyéndole la creación del mundo 111 . El relato que lo

  pone en escena que nos interesa aquí es el del capítulo 2. De acuerdo con Gonzalo

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  relato, al contrario de otros, pone en escena a seres divinos, huacas y huillcas, y sólo evoca a los humanos; el mundo parece todavía en formación, lo que muestra el ordenamiento de los animales y el arrojo de los peces en el mar por Cuniraya.

  Para entender lo que está en juego en este relato cabe detenerse primero sobre lo que representan las huacas y, también, sobre un elemento fundamental de la

  cosmovisión andina: la dualidad 113 . Este segundo concepto es mucho más complejo que una simple representación binaria del mundo, pues permite ordenar todo el

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  El camac 115 que invocaba el indio era una fuerza eficaz, una fuente de vitalidad que animaba y sostenía no sólo al hombre sino también al conjunto de los

  animales y cosas para que pudiesen realizarse, es decir, que su potencialidad de funcionar en el sentido determinado por su propia naturaleza se hiciese real, es decir efectivo” (Taylor 1999: XXII).

  El huaca de un grupo étnico, o de un pueblo, es el que asegura que todo esté en su lugar y cumpla con lo que le está asignado; permite, pues, la fertilidad de la tierra, la pureza del agua, la salud del hombre y de los animales, entre otras cosas. Para garantizar esto, el hombre tiene que rendirle culto y ofrecerle pagos. Todo el mundo

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  paroxismo energético, es una expresión de lo divino que se asocia a catástrofes: terremotos, maremotos, huracanes, etc. y que, en reacción a algo que le desagrada, castiga y destruye para cambiar la situación y establecer un nuevo equilibrio 117 . Se

  asocia, muchas veces, al pachakuti, un cambio de tiempo o época por medio de un cataclismo 118 . En este sentido, la ira divina, y la violencia que emana de ella, no es

  gratuita; hay una causa que la provoca y, aun cuando tiene consecuencias nefastas, no es percibida como negativa, sino más bien como “re-equilibradora”.

  106 femenino forman el eje de la relacionalidad cósmica” (Yánez del Pozo 2000: 54).

  Así, los diferentes elementos del mundo se van a asociar a estas dualidades básicas; por ejemplo, todo lo relacionado con el agua, la movilidad y la altura se asocia a lo masculino; y lo femenino se asocia a la tierra, la estabilidad y la profundidad (Salomon 1991: 14-15).

  De manera más bien horizontal, la dualidad se fragmenta en una “división cuatripartita, común a las demás culturas de América […] que son demarcadas por la

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  Estos términos nos revelan una percepción del mundo y el universo moldeada por “procesos dinámicos de interactividad: coexistencia complementaria, división, encuentro e inversión” (Godenzzi 2007b: 153).

  El concepto más importante, y que juega un papel central en la relacionalidad de todo el universo, y en particular en las relaciones entre humanos y no humanos, es el principio de reciprocidad, como lo hemos evocado anteriormente. Así, además de los procesos dinámicos mencionados que se manifiestan en la lengua, la reciprocidad se

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  harapos. Sin reconocerlo, algunos hombres le trataban de mendigo piojoso. Ahora bien, este hombre transmitía la fuerza vital a todas las comunidades. Con su sola palabra preparaba el terreno para las chacras y consolidaba los andenes y, con tan sólo arrojar una flor de un cañaveral llamado pupuna, abría una acequia desde su fuente. Así, realizando todo tipo de hazañas, andaba humillando a los demás huacas locales con su saber. (13)

  En este pasaje queda sobreentendido el respeto del circuito de la fuerza vital y de la reciprocidad, ya que Cuniraya permite el cultivo de las chacras y anima a las comunidades. Tiene apariencia de hombre pobre y, por lo tanto, pasa desapercibido como huaca. Sin embargo, en quechua se designa a Cuniraya como pobre con la

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  la importancia de la relacionalidad entre el hanan pacha y el hurin pacha. Esta primera parte del relato nos pone ante un juego de apariencias que demuestra la importancia de la solidaridad en el mundo andino a través de la figura del pobre.

  El segundo nudo del relato nos muestra como Cuniraya establece un nuevo eje

  de relacionalidad con una huaca llamada Cahuillaca. Al contrario de Cuniraya que está descrito como “pobre piojoso”, Cahuillaca es muy hermosa y todos los huacas quieren acostarse con ella; sin embargo, ella es virgen y no se deja tocar por nadie.

  110 cualquier otra fruta que sea mayor y más hermosa que todas las de su árbol” (1991:

  52). Nos encontramos, entonces, con el establecimiento simbólico de la dualidad mediado por un elemento de la naturaleza que puede ser considerado con atributos similares a los dos protagonistas 121 .

  El tercer nudo del relato consiste en que Cahuillaca, que quiere saber quien es el padre de su hijo que tiene ya un año, llama a todos los huacas y huillcas. Queriendo ser amados por Cahuillaca, todos los huacas se arreglan con sus más hermosos

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  Cuando su madre lo vio, furiosa gritó: “!Ay de mí! ¿Es posible que yo haya dado a luz el hijo de un hombre tan miserable?”. Con estas palabras, cargó a su hijito y se dirigió hacia el mar. (19)

  Con esta parte del relato estamos de nuevo en el simbolismo del pobre y de las apariencias. Cuniraya parece casi estar probando la buena voluntad de los demás huacas y de Cahuillaca: hubiera podido presentarse en todo su esplendor, pero optó por quedarse vestido de pobre. Es sólo cuando Cahuillaca lo rechaza cuando decide mostrarse como es verdaderamente: hermoso y poderoso. Estamos ante un juego

  112 Pachacámac. “Al momento mismo en que llegó al sitio donde, en efecto, todavía se

  encuentran dos piedras semejantes a seres humanos, en Pachacámac, mar adentro, se transformó en piedra” (21). La petrificación es algo recurrente en la mitología andina y está presente a lo largo del Manuscrito, representando probablemente una

  de las formas de manifestación de los huacas. Salomon (1998) subraya el hecho de que una de las características ontológicas del huaca es que encierra múltiples realidades que se pueden manifestar de varias maneras en un mismo ser; así, la

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  madre (Urpayhuáchac, la que pare palomas) pero también, con el sobrevenir de la cólera de Cuniraya, al no hallar a Urpayhuáchac y enterarse de que ha ido a visitar a Cahuillaca, el origen de la existencia de peces en el mar” (Quezada 2008: 107). El final del relato nos presenta a Cuniraya como un ser astuto y malicioso: logra evitar la venganza de Urpayhuáchac con su astucia y, luego, se va errando por la tierras engañando a la gente y a los huacas.

  Cabe ahora detenernos sobre las instancias axiológicas y reguladoras del relato.

  114 como hemos visto, los elementos son asociados a los géneros. Esto significa

  probablemente que este relato nos muestra un momento transicional en el que los diferentes elementos del mundo están tomando el lugar que les es propio y, entonces, la fuerza vital está muy presente, lo que explicaría también los episodios

  de cólera de Cuniraya.

  La relacionalidad subraya otros principios de gran valor: la complementariedad y la reciprocidad. La complementariedad es en realidad la concreción de la dualidad,

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  complementariedad y reciprocidad son necesarios para la supervivencia en el medio ambiente de los Andes, ya que la agricultura y el ganado se dividen de manera vertical y son “explotados” por diferentes comunidades. La necesidad de intercambios es inevitable. Así, el relato de Cuniraya Huiracocha no ejemplifica un comportamiento ni condena otro, sino que muestra más bien uno de los orígenes de la relacionalidad entre los diferentes elementos del universo, es decir la relacionalidad que se da entre los humanos y los no humanos. Los humanos se

  116 donde, en efecto, todavía se encuentran dos piedras semejantes a seres humanos, en

  Pachacámac” (21); “De esta forma llegó hasta la orilla del mar y de allí, regresó a Pachacámac” (27); “huyó de nuevo hacia estas tierras de San Damián” (31). Además, después de este último embrague el relato se cierra diciendo: “Entonces anduvo mucho tiempo por estos parajes, engañando a muchísimos hombres y huacas locales” (31). Esta última frase parece continuar con el último embrague del discurso, calificando más negativamente a Cuniraya que en el resto del relato.

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