Mitos wendats sobre el país de las almas

7.3 Mitos wendats sobre el país de las almas

  Los dos mitos que cuenta Brébeuf sobre el país de las almas se encuentran en un capítulo diferente de su relación de 1636, titulado: “Quel est le sentiment des Hurons touchant la nature de l’âme, tant en cette vie qu’après la mort” (114). Brébeuf se dedica, en este capítulo, a contar cómo los wendats conciben el alma, la cual, para ellos, tiene diferentes estados según el papel que juega: animar el cuerpo, pensar, percibir las cosas sobrenaturales, desear, etc. (114-115). Luego de que alguien muere

  262 comer 253 , su hermana se le aparece para darle comida, pero desaparece enseguida. El

  hombre camina durante tres meses hacia la puesta del sol, siendo alimentado cada día por su hermana, y llega finalmente a un gran río que no parece transitable. Mirando al otro lado del río, ve tierras despejadas, lo que le hace pensar que la región es habitada; y, luego, ve una casita y a un hombre que se encierra en ella. Una vez seguro de que ahí habitaba gente, cruza el río en el tronco de un árbol y va a la casita. El hombre de la casa se queda sorprendido de ver a una persona de carne y

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  mostrar la ausencia de una jerarquización entre los diferentes tipos de entidades, humanas y no humanas.

  El resto del mito cuenta como el hombre logra atrapar el alma de su hermana y como intenta resucitarla. Al irse de la casita del hombre hacia la casa de A ataentsic, el vigilante le dice que es el que guarda el seso 254 de los muertos y que pase a verle

  al regresar para que le diera el de su hermana. Las almas que están en la casa de la diosa se asustan al ver llegar a un hombre vivo, quien tiene que esperar un día antes

  264 separada y complementaria a la vez. Como lo hemos dicho, el mundo de los vivos y

  el de las almas (los muertos) tienen una relación horizontal que muestra que no hay jerarquización entre los dos; además, al contrario de la visión cristiana del más allá, no parece haber dos lugares diferentes para las almas buenas y malas, ya que hay un único país para todas. Sin embargo, los dos mundos no se mezclan: las almas tienen miedo de un hombre vivo; y “repatriar” un alma al mundo de los vivos no es una tarea fácil. Esta dualidad complementaria no solo ilustra el mundo concreto en el

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  rito al hombre. En este sentido, el aspecto ritual de la sociedad wendat no es una serie de gestos supersticiosos sin sentido, como los jesuitas lo percibieron muchas veces, sino un depósito de reglas que permiten mantener el contacto con, y el respeto hacia, los elementos del círculo sagrado de la vida.

  El segundo mito sobre el país de los muertos que nos cuenta Brébeuf (120-121), si bien no es tan detallado como el primero, nos presenta elementos dignos de considerar. Se relata que un hombre joven muy capacitado, estando enfermo, cuenta

  266 transforma a uno de los compañeros del enfermo en pino 258 y los demás se van al

  país de las almas. Brébeuf no cuenta el porqué, ni los detalles del viaje de estos hombres al país de las almas; sólo dice que vuelven únicamente tres de ellos, completamente desorientados, y que el hombre del arco les anima a volver a su pueblo. Al despedirse de ellos, el hombre del arco les advierte que van a pasar por un bosque donde se encuentran tantos animales como hojas en un árbol y que con tan buen arco podrán hacer una caza fabulosa. Luego vuelven a su pueblo donde

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  mito, hay una continuación entre el país de los vivos y el de los muertos, pero en este segundo mito entendemos que hay un riesgo en viajar por ahí estando vivo, ya que algunos de los viajeros no regresan del viaje. En este sentido, este segundo mito marca más la distinción entre la vida y la muerte, una línea que no hay que cruzar: se puede mantener relación con los actores, pero atravesar hacia otro mundo es peligroso. Aunque sean complementarios, cada elemento del círculo sagrado de la vida tiene su lugar propio. De igual manera, el mito hace el enlace con el modo de

  268 Sin embargo, aun cuando se completan y relacionan, los dos niveles de la existencia

  no se entremezclan, ya que los dos mitos muestran el fracaso final del viaje de los dos protagonistas (el primero no logra resucitar a su hermana; y el segundo pierde a varios de sus compañeros de viaje). Por otro lado, los dos mitos nos ponen ante los ritos como normas sociales que hay que cumplir para establecer el contacto entre diferentes planos del universo (el ayuno, la interpretación de los sueños) y otros que hay que cumplir para mostrar respeto hacia ciertas entidades (ritos dictados por seres

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  que salieron de los mitos analizados, cuales son los principales elementos éticos que están en juego y cómo estos concuerdan con la “ética del respeto” ya formulada en el capítulo anterior.

  Hemos visto, en primer lugar, que los mitos de creación reflejan el modo de vida wendat. La deidad femenina Aataentsic vive en el cielo de una manera similar a los wendat (agricultura y caza); y el hecho de que esté en el origen del hombre wendat refleja seguramente la idea de “matricentrismo” que está en la base de la

  270 plano, lo masculino y lo femenino tienen atributos y poderes correspondientes.

  Todos estos aspectos de los mitos apuntan a la concepción de círculo sagrado de la vida, tal como lo concibe Georges Sioui; es decir, un universo hecho de elementos heterogéneos que van complementándose y que tienen que relacionarse para establecer y mantener la circulación de la vida y que cada elemento pueda existir de manera plena y en su lugar.

  Estos elementos de relacionalidad entre heterogeneidades complementarias,

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  Todos estos elementos que se destacan de la tradición oral wendat sostienen la concepción del círculo sagrado de la vida como base moral del universo. Ahora bien, para que este círculo sagrado pueda perpetuarse, algunos principios se valoran más que otros (lado axiológico), otros tienen que ser no violados (lado regulador o normativo); y todo esto se concreta en prácticas sociales y rituales cotidianas (lado práctico). De este modo, lo que emana de los mitos wendats de las relaciones de Brébeuf apunta a una dinámica ética muy parecida a la de los innus. Aun cuando el

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