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1.3 Carlos del Castillo, “La gran sonata en sol mayor del maestro D. Arnulfo
Miramontes R. ”, Arte y Labor, octubre de 1921:8
La Sonata en Sol Mayor para violín y piano de Arnulfo Miramontes es propiamente hablando, una fantasía, una obra poética de proporciones enormes. Ante todo es música
inspirada en el buen sentido de los grandes maestros clásicos. Música sana que aduna procedimientos perfectamente lógicos a la inspiración de un intelecto, que tiene como
fuerza el sentimiento de un alma apasionada y las grandes ideas de un cerebro brillantemente cultivado. Las obras de Miramontes no se han manchado con el
modernismo malsano; escuchándolas nos sentimos como aquel que camina por un sendero lleno de flores y sin peligros: y es esta cualidad la que encomiamos con sincero
entusiasmo. El primer movimiento Allegro con brio es un trozo lleno de alegría tanta, por después
de un preludio brillante aparece un tema para ser bailado por un coro de ninfas. El segundo aire es apasionado y hermoso: el compositor lo emplea para una soberbia Fuga
de grandes dificultades para el violín y al mismo tiempo de un gran efecto. Muy curiosa resulta en el transcurso del primer tiempo la unión del tema llamado de las ninfas y el
motivo de la Fuga. Detalles de gran fineza se d esarrollan en este “Allegro” el cual
termina con felices imitaciones de los arpegios del principio y acordes llenos de fuerza y de entusiasmo.
El “Andante cuasi allegreto” es el número más accesible de la Sonata. Se comprende que esta idea musical es íntimamente grata al compositor pues la hace figurar en el
“Scherzo” y en el último “Allegro Vivace”. Ciertamente es una melodía inspirada, fácil y sinceramente sentida en un compás de 68; se nos antoja una Barcarola, un “idilio”,
una escena de amor sobre las aguas azules de un hermoso lago. Las Variaciones de este
tema son brillantes para los dos instrumentos y el efecto es divinamente poético cuando el violín hace la variante de la Barcarola “con sordina”. ¡Es la obra de un poeta
mexicano que sabe lo que significa para el alma la belleza infinita de nuestros volcanes
besados eternamente por nuestro cielo incomparable El “Scherzo” Vivace nos recuerda por la forma en tresillos a la “Abeja” del inmortal
Schubert; es un movimiento perpetuo para el violín únicamente interrumpido por los acordes religiosos que se escuchan lejanamente. El “Scherzo” termina cada vez más
piano y cuando nos parece que los últimos sonidos se han alejado prendidos en un claro
de luna, aparece la frase enamorada de la Barcarola y de una manera imponente entra el
168 “Allegro Vivace”, tan bruscamente como si de la noche y sin el intermedio de la aurora,
pasáramos a la esplendorosa luz del sol… Es este último tiempo el más trabajado; el más serio y el que cierra brillantemente toda esta obra maestra. La alegría se comunica
por igual entre el piano el violín y hay momentos en que parece que esa alegría es desbordante, pero se impone un trozo en menor en estilo polifónico en el violín y de una
fuerza dramática conmovedora. Página tremenda en la que parece, por lo trágica, que se llora la muerte de un dios. Pasan algunos pequeños dibujos como nubecillas y la
claridad se hace dejando ver el magnífico tema del “Allegro” con dos ff. El “Allegro” va a terminar pero… como tras de un velo descubrimos algo que hizo vibrar antes
nuestras almas… es el tema amoroso del Andante, es la frase de amor, es “el ideal” que no nos abandona ni en las alegrías ni en los momentos más amargos y tempestuosos de
la existencia… El “Andante” se precipita locamente hacia el “Allegro Final”… es el alma que,
confortada con la fe en su ideal se entrega de lleno a la alegría suprema…
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1.4 Arnulfo Miramontes, descripción de Iris de Arnulfo Miramontes.