2.1.- Apreciaciones teóricas preliminares
2.1.- Apreciaciones teóricas preliminares
Tal como se esbozó en el apartado anterior, existe una estrecha relación entre la situación de semiperiferia –en el campo descrito por Wallerstein- y la naturaleza que impulsa el grado de creciente influencia en los países que son objeto de investigación, tomando como un común denominador en ambos la cualidad de basar en gran medida su desarrollo económico y político, en la exportación de hidrocarburos. En síntesis, tanto Rusia como Venezuela hacen uso de su posesión de grandes recursos energéticos (hidrocarburos) para influir, ya sea directa o indirectamente, en las políticas internas o comunitarias de un área geográfica determinada.
Tomando entonces el planteamiento anterior, conviene destacar algunos aspectos relevantes en lo relativo a la composición de las relaciones que tienen ambos países en materias energéticas, así como también a que zona geográfica especifica apuntan sus esfuerzos para lograr un grado de influencia en materias propias de política exterior. Finalmente, conviene establecer un grado de comparación entre las estrategias utilizadas por dichos Estados, y los principales mecanismos políticos que se utilizan, tomando en consideración en este aspecto la utilización de industrias petrolíferas de carácter estatal, como un eventual instrumento de financiamiento político.
Pero sin perjuicio de lo anterior, resulta conveniente establecer algunos parámetros sobre los factores más relevantes que influyen, tanto positiva como negativamente, en la formulación de una política exterior determinada.
Partiendo del supuesto de que la política exterior de un Estado se encuentra directamente relacionada con la política interna del mismo, así como también
de que obtiene una orientación diferente de acuerdo al sistema político y/o coalición en el poder (Viotti y Kauppi, 1999), es posible deducir en forma acertada que la formulación de la misma puede compararse en variados aspectos y sentidos, con el proceso de formulación de las políticas públicas, aunque también hay que señalar que por sí misma, la política exterior posee una naturaleza y características distintas a la de una política pública común. En este sentido, se puede definir a la política exterior como:
El conjunto de prioridades o preceptos establecidos por los líderes nacionales para servir como líneas de conducta a escoger entre diversos cursos de acción, en situaciones específicas y dentro del contexto de su lucha por alcanzar sus metas (Pearson y Rochester, 2000: 113).
De lo anterior se puede extraer que la política exterior puede ser entendida en diversos sentidos, así como también conjugar múltiples elementos.
En primer lugar, y siempre considerando la definición anterior, la política exterior de un país determinado va a estar ligada a las prioridades y preceptos que puedan tener los líderes nacionales, o en el mayor de los casos, la cúpula dirigencial del gobierno de turno, a raíz de un pensamiento ligado a la formación de un determinado Partido Político o movimiento con similares características. Por lo tanto, los lineamientos en política exterior estaría de alguna u otra forma altamente ligada a la forma en como relaciona el entorno internacional el gobierno, y sus líneas de pensamiento político o ideológico.
Otro de los elementos que se pueden destacar de la definición dada, es el relativo a que el gobernante o el poder político de turno, no posee solamente un curso de acción decisional a elegir, sino que se le presentan una serie de opciones a considerar, dentro de las cuales puede enmarcar sus mayores esfuerzos, o en su defecto, avizorar las potenciales amenazas o riesgos que conlleva una decisión en materia de política exterior. Por lo tanto, esto genera como resultado que, como cualquier conformación de una política gubernamental, la política exterior no está por ningún motivo exenta de riesgos, tanto a nivel interno como externo. En este caso, se destaca que el riesgo interno puede alienarse perfectamente al proceso decisional, mientras que a un nivel externo, se consideran factores y variables que, por lo general son constantes y que poseen un muy bajo o nulo nivel de modificación por parte del país que busca delimitar sus opciones, sin perjuicio de que existan Estados que debido a su gran posicionamiento a nivel mundial, puedan alterar en algunos casos dichos factores, aunque sea en una mínima porción.
Finalmente, y no por ello menos importante, es el factor del poder que se incluye en la definición, y que a la larga le otorga la característica de política
a la política exterior, valga la redundancia. Por lo tanto, la política exterior es, en esencia, la forma de cómo un país determinado busca delimitar su poder dentro de un sistema internacional de características anárquicas.
Tal y como se mencionó anteriormente, la política exterior depende de múltiples factores, que de alguna u otra forma inciden dentro del proceso decisional de la misma, los cuales pueden estar tanto en el ámbito interno como externo del Estado en sí. Partiendo por este último aspecto, es decir el ámbito externo, la política exterior de los Estados se encuentra determinada por diferentes factores que se encuentran dentro del sistema internacional, sin perjuicio de su ya mencionada característica anárquica, dentro de los cuales se encuentran preferentemente las normas jurídicas del sistema, las alianzas y afinidades político-ideológicas, las percepciones que se posean de otros actores dentro del sistema y, por directa consecuencia, las políticas exteriores de otros países, por mencionar algunos de los más importantes (Pearson y Rochester, 2000). De aquí se extrae desde ya, que la política exterior no solamente se basa dentro de los parámetros de costo-beneficio
de un país con respecto a otro u otros, sino que también está presente un elevado componente político-ideológico en la relación entre los Estados, los cuales son, en variados casos, las principales fuentes de conflicto entre los mismos (Huntington, 1997).
Dentro del aspecto interno de cada Estado, algunos autores señalan que el proceso decisional de cada política exterior es, por esencia y directa consecuencia de la misma idiosincrasia de cada comunidad nacional, un proceso clásico de política pública (Lasagna, 1996). En este sentido, conviene destacar que, como política pública, el proceso decisional de la política exterior puede ser analizado desde los parámetros en que se analiza una política pública, en el sentido de que la política pública parte de una necesidad pública, siguiendo con la posterior planificación, ejecución y posterior evaluación de la misma. Si se sigue dicho enfoque, y en relación con lo anteriormente señalado, la formulación clásica de la política exterior estaría incompleta, puesto que si bien se parte de la necesidad de tener una política exterior, aquel ente que genera la necesidad es el Estado en si mismo, y no un componente único o diferente de la sociedad. Por lo tanto, la política exterior de un país también debe considerar dentro del ámbito interno, la historia misma del Estado, su proceso de formación, así como también una importante componente sicológico, dentro del cual se puede
establecer el complejo de percepción en las Relaciones Internacionales 8 (Jervis, 1968; Levi, 1983). Así también, y siguiendo los factores internos en
lo relativo a la formulación de la política exterior, también se destaca, y principalmente en los casos de estudio de la presente investigación, la
8 En un plano netamente teórico, si bien algunos autores como Jack Levy (1983) mantienen al respecto una postura más inclinada hacia el realismo para una mejor comprensión de la
influencia del proceso de percepción mutua en las Relaciones Internacionales, autores como Viotti y Kauppi (1999) clasifican dicho proceso dentro de la teoría pluralista de la disciplina.
utilización de elementos que sustenten y otorguen una base de poder en política exterior, como lo son la manipulación del factor energético como una herramienta en proyectar objetivos, o en su defecto establecer líneas de influencia, en una determinada zona geográfica.
Pero no obstante lo anterior, se da por sentado que sin perjuicio de la necesidad de que cada gobierno establezca los lineamientos propios en política exterior, también se debe señalar que la política exterior es, pese a todo, una política pública, pero con matices que la hacen una política pública
de Estado. En este sentido, muchos planteamientos que esgrime cada gobierno en particular, forman parte de un complejo conglomerado de principios rectores de la política exterior del Estado, la cual se ha formado a través de la historia del mismo país con otros actores del sistema internacional y que, en múltiples ocasiones, forman lazos sicológicos y materiales que, sin perjuicio de la orientación político-ideológica que pueda tener un gobierno determinado, se mantienen a través del tiempo, muchas veces como preceptos invariables y rectores de la política exterior, hecho que
es común en todos los países del orbe. 9
Pese a aquello, existen elementos que son volubles al acontecer político, tanto interno como externo, a la realidad de un Estado en particular. Por ejemplo, con un determinado cambio de gobierno, muchos Estados que antes poseían una relación de baja intensidad o incluso de hostilidad, cambian a una relación de cooperación y entendimiento, transformándose en
múltiples casos a la alianza de carácter estratégica. 10 Dicho cambio de percepción ―del otro‖ se debe, según algunos autores, a la modificación del
denominado código geopolítico que poseen los países a través de su política exterior.
Al respecto, y de acuerdo a lo señalado por Peter Taylor y Colin Flint, un código geopolítico puede definirse como ―un conjunto de supuestos estratégicos que elabora un Gobierno sobre otros Estados para orientar su política exterior‖ (2002: 99). Al respecto, Colin Flint expresa que los códigos
geopolíticos son ―la forma en que cada país se orienta al mundo‖ (2006: 55). En este sentido, dicho autor señala a su vez que cada país del mundo define
9 Como ejemplos se pueden citar las diferencias que sostuvieron durante varias décadas Francia y Alemania en Europa; mientras que en Sudamérica se pueden destacar la rivalidad
entre Chile-Perú-Bolivia post Guerra del Pacífico en 1879, manifestándose en lineamientos en política exterior.
10 Este es el caso, por ejemplo, de la relación entre el Reino Unido y la URSS, la cual se daba dentro de la lógica de la Guerra Fría como ―enemigos‖. Pero una vez desaparecido el imperio
soviético, el Reino Unido estableció una relación de cooperación en diversos ámbitos con la Federación Rusa, cambiando con ello la forma de percibir de ―enemigo‖ a ―aliado‖.
su propio código geopolítico, de acuerdo al cálculo de cinco grandes preguntas, las cuales son:
1. Quienes son los actuales y potenciales aliados
2. Quienes son los actuales y potencias enemigos
3. Como se mantienen las relaciones con los aliados y se generan con los potencias aliados
4. Como se contienen a los actuales enemigos y a las amenazas emergentes
5. Como se justifican las anteriores cuatro variables frente a la opinión pública local, y frente a la comunidad internacional (Flint, 2006: 56)
Las dos anteriores definiciones comparten la gran mayoría de los elementos que las componen. No obstante lo anterior, Taylor expresa que los códigos geopolíticos funcionan en tres niveles de análisis distintos: local, regional y global. Siendo así, dicho autor señala:
El código de nivel local supone una evaluación de los Estados vecinos y tiene que ser elaborado por los gobiernos de todos los países, por pequeños que sean. Los códigos de nivel regional son necesarios para los Estados que aspiran a proyectar su poder más allá de sus vecinos inmediatos, y los gobiernos de todos los países que son potencias regionales o de los que aspiran a serlo tiene que diseñar estos códigos. Por último, unos cuantos Estados tienen políticas globales, por lo que sus gobiernos disponen de códigos geopolíticos de extensión mundial. Es decir, todos los países tienen códigos locales, muchos tienen códigos regionales y sólo unos cuantos tienen códigos globales (Taylor y Flint, 2002: 99)
Visto el anterior planteamiento en lo relativo a los códigos geopolíticos, conviene hacer la comparación en los casos de Rusia y Venezuela, tomando en consideración para los efectos, que la delimitación regional de los mencionados códigos, al tiempo que se establece el nivel de análisis de los mismos, es decir, si aspiran a una influencia geopolítica vecinal, regional o global, tomando siempre como base la influencia y poder que otorga la política energética de cada uno de dichos países, sobre el supuesto de tener hidrocarburos en cantidades exportables, y encontrándose con una situación
de países con dependencia de estos recursos.