Las mujeres migrantes emberá y wounaan

FOTO Nº 12: Madre e hijas, procedentes de Colombia, en El Coco

2. Las mujeres migrantes emberá y wounaan

Si hay alguien que sostiene una gran cantidad de trabajo dentro del grupo doméstico es la mujer indígena: “pa’ mi que se trabaja más porque, digamos, uno va a trabaja, si no hay nada de allá al último, viene a pila arroz y tiene arroz. Es un trabajo que tiene duro. Si no hay agua, tiene que baja al río a busca… Pero más, digamos, de río Jaqué arriba que el trabajo de la mujer es duro”. Foto: Pablo Vañó, 2005. Sus distintas labores abarcan casi la totalidad del día. Eso incluye, salir a trabajar la agricultura junto con el hombre 62 . No obstante, aún cuando la mujer participa de las actividades agrícolas, la venta de los productos y de la cosecha es realizada por los hombres y las mujeres no perciben ninguna ganancia monetaria. “Generalmente es el hombre quien es responsable de la venta y quien recibe y controla el dinero. Las mujeres dependen de él. Aunque la mujer participa en la producción de los productos –en la siembra, cosecha, cargando los plátanos de la finca al río, a la piragua– la venta y el manejo del dinero queda en las manos del hombre. La mujer Emberá puede vender sus propios productos, como por ejemplo cestas, gallinas, huevos, arroz pilado, etc., y utilizar este dinero según su gusto” Ramnek, 1997: 15. Generalmente la mujer es la que primero se levanta justo al salir el sol o un poco antes, siendo la principal labor, avivar o encender el fuego del fogón, el cual consiste, en casi todos los tambos, de tres troncos colocados sobre un promontorio de tierra encajonado por tablas o maderas en una sección de la vivienda, que podría considerarse la “cocina”. Cuando hay alimentos, realiza la labor de la preparación, que generalmente consiste, para la mañana, en pata chuma plátano hervido o yuca hervida, también puede ser rebanadas de plátano frito. En el caso de conseguir algunos 62 Así lo percibió M. M. Ramnek en otras regiones de Darién: “Ya no se puede más trabajar como antes. Hay que sembrar y cosechar para el consumo de la casa y para la venta. El trabajo, especialmente de las mujeres, se duplicó. Después de haber trabajado en la finca, ella tiene que atender la familia, cocinar, lavar, etc. Y las mujeres no se sienten valoradas por sus esfuerzos ni en el trabajo de la finca ni en el trabajo de la casa” Ramnek, 1997: 12. huevos, que no es tan frecuente y más bien constituye una excepción, se acompañan con huevos fritos o, si se ha cazado algún animal zaino, conejo pintado, armadillo, pavón u otro, se acompaña con carne de monte. El pixbae también constituye parte de la dieta, pues resulta un sustituto del plátano o de la yuca. Estas posibilidades de comidas en la mañana, con mayor frecuencia se acompañan de café, el cual generalmente es comprado en el pueblo de Jaqué que se encuentra en la desembocadura del río, a orillas del mar. Sin embargo, la mujer o la madre en el grupo doméstico recibe el apoyo de sus hijos e hijas, principalmente de las hijas o de las niñas, ya sea que se tenga que ir a buscar agua, para el caso de aquellas comunidades que no cuentan con un acueducto o que se tenga que colocar algún tronco nuevo sobre el fogón, donde participan los adolescentes y los pubertos. Como mencionamos en el capítulo anterior, en los aspectos de la organización política, las mujeres no poseen una participación activa dentro de la organización tradicional. La forma en cómo se ha organizado el trabajo al interior de los grupos domésticos ha limitado mucho la plena participación. En donde la mujer tiene una alta responsabilidad en el cuidado de los niños y las niñas. Además, dentro de la ideología de la creación emberá y wounaan, la mujer ocupa un lugar subordinado. Tanto las leyendas de Ewandam, para el caso de los wounaan, y de Ankoré, para los emberá, destacan el mal comportamiento y la infidelidad de la mujer, un comportamiento que es castigado por Dios Fe y Alegría, 1999 a y b; Rodríguez Jalón, 2004. Aunque sean influencias cristianas en la ideología de la creación indígena, la mujer no deja de estar subordinada en la actualidad. En las reuniones comunitarias, la costumbre es que las mujeres permanezcan de un lado de la sala y los hombres del otro. Son los hombres, principalmente los adultos, los que llevan el hilo de las conversaciones y los que tienen mayor participación en las discusiones. “En esas reuniones quienes hablan son los hombres. Las mujeres muchas veces se sienten excluidas, pues ellas no entienden todo lo que se discute. El hombre Emberá tiene más contacto con el mundo no indígena y empieza a utilizar cada año más palabras españolas. Y también ellos utilizan el español en las reuniones. El hombre Emberá también tiene más contacto con las Autoridades Tradicionales, las Comisiones Comarcales. Eso significa que las informaciones pasan primero de hombre a hombre, para después pasar a las mujeres” Ramnek, 1997: 19. En las reuniones del Consejo Nokó es importante el traslado de las mujeres para su celebración, pues éstas se encargan de la preparación de la comida. Cada comunidad ofrece la mano de obra de una mujer para la preparación de los alimentos en los días que dure el Consejo. La misma autoestima de la mujer indígena ha sido influida por la reproducción de estas realidades sociales. Tanto las mujeres que han venido desde Colombia hacia Panamá, como las que ya se encuentran en territorio panameño deben enfrentarse a esta realidad sin que exista una actitud real o apoyo efectivo para la inclusión de la mujer en actividades políticas. FOTO Nº 13: Hermanos preparan el fogón en El Coco

3. El niño y la niña migrante emberá y wounaan