La política de seguridad rusa en la presidencia de Dmitri Medvedev
3.4. La política de seguridad rusa en la presidencia de Dmitri Medvedev
Como hito inicial de la nueva etapa política rusa que se abrió con el nombramiento de Medvedev como presidente en mayo de 2008, cabe destacar su propuesta de junio de 2008 en Berlín de un nuevo tratado
de seguridad paneuropeo que, aunque no difiere mucho de los planteamientos de la Federación desde 1992, aporta la novedad de demostrar que Rusia se siente en condiciones de tomar la iniciativa y proponer su propio modelo de arquitectura de seguridad europea, en lugar de ir a remolque de los cambios en el contexto externo, como pareció ocurrir en los anteriores mandatos.
Poco después, el 12 de julio de 2008, Medvedev promulgó el nuevo Concepto de Política Exterior de la Federación Rusa, en el que destaca una afirmación inicial que ayuda a comprender la cultura estratégica rusa, ya que uno de los objetivos básicos de su acción exterior es:
Lograr las posiciones fuertes de autoridad en la comunidad mundial que mejor se adapten a los intereses de la Federación Rusa como uno de los polos de influencia en el mundo moderno, lo que es necesario para el desarrollo de su potencial político, económico, intelectual y espiritual.
En el documento el Kremlin propone, entre otras cosas, una asociación estratégica con Estados Unidos, que sirva para superar las barreras de los principios ideológicos del pasado para concentrarse en las amenazas reales y para que, en los temas donde persistan diferencias, se colabore para eliminarlas sobre las bases del respeto mutuo. Se destaca el interés ruso en que las acciones de los EE.UU. en el mundo estén basadas en los principios y normas del Derecho Internacional, comenzando por la Carta de la ONU, y se aboga por una sólida base económica y el pragmatismo como fundamentos de la relación bilateral, respetando el balance de intereses.
Por lo que respecta a la UE, se reitera que para Rusia es una prioridad acordar con la Unión un tratado de asociación estratégica que fije formas más avanzadas de cooperación mutua en todas las esferas: economía, seguridad externa e interna, educación, ciencia y cultura. Es, por tanto, del interés de Rusia el fortalecimiento de la UE,
Francisco J. Ruiz uno de sus principales socios comerciales, económicos y de política
exterior. Pero los párrafos más importantes son los referidos a la ya
mencionada propuesta de articulación de un nuevo espacio de seguridad euroatlántico. El principal objetivo de la política rusa en Europa es, se dice, crear un sistema verdaderamente abierto y democrático de seguridad colectiva y cooperación que asegure la unidad de la región, de Vancouver a Vladivostok, de modo que no se cree una nueva fragmentación o la reproducción de la política de bloques que todavía persiste en Europa en la forma de organizaciones —léase la OTAN— creadas en los tiempos de la Guerra Fría.
Poco después, la firme reacción rusa al ataque de Georgia contra la provincia separatista de Osetia del Sur, la noche del 7 de agosto de 2008, puso en evidencia la definitiva reafirmación de Rusia como gran potencia, y el hecho de que no dudaría en usar todos los medios, incluidos los militares, para defender sus intereses nacionales. Aunque la airada reacción occidental a la breve guerra de agosto supuso el nadir de sus relaciones con Rusia, los factores del contexto no han dejado de mejorar para la Federación desde entonces:
• En el entorno postsoviético, con la victoria de Viktor Yanukovich en las presidenciales ucranianas de febrero de 2010, que ha permitido alcanzar nuevos acuerdos sobre la base naval de Sebastopol y los precios del gas 48 .
• En el entorno euroatlántico, con la nueva administración del presidente Barack Obama en los EE.UU. desde enero de 2009 — y su llamada “puesta a cero” o reset de las relaciones con Rusia—, la suspensión sine die de la ampliación de la OTAN a Ucrania y Georgia, y la entrada en vigor en 2009 del Tratado de Lisboa de la UE.
48 Según el acuerdo ruso-ucraniano de 1997, el arrendamiento de la base naval de Sebastopol para el estacionamiento de la Flota del Mar Negro rusa finalizaba en
2017, y el anterior presidente Viktor Yushchenko había manifestado la intención
de no prorrogarlo. Tras la derrota de los líderes de la Revolución Naranja en las presidenciales de febrero de 2010, el nuevo presidente Yanukovich y su homólogo ruso Medvedev no tardaron en firmar un nuevo acuerdo, por el cual Rusia podrá seguir ocupando la base de Sebastopol hasta 2042, a cambio de una rebaja del 30% de la factura del gas que Rusia suministra a Ucrania.
Cultura estratégica y política de seguridad de la Federación Rusa
La propuesta rusa de un nuevo Tratado sobre la Seguridad Europea
El 29 de noviembre de 2009 se hizo público, a través de la página web presidencial del Kremlin, un borrador de la propuesta para un nuevo
Tratado sobre la Seguridad Europea 49 , que venía a materializar la idea expuesta por primera vez el 5 de junio de 2008 en Berlín por Dmitri
Medvedev. El objetivo global de esta iniciativa, como se destaca en la introducción del borrador, es el crear un espacio único de seguridad euro-atlántica, enterrando definitivamente el legado de la Guerra Fría, y tiene el doble mérito de desafiar el actual statu quo —que crisis como las de Kosovo y Abjazia/Osetia del Sur han demostrado que es inadecuado— y de estar abierto a comentarios y diálogo con el resto
de los Estados y organizaciones regionales de seguridad. La idea de fondo que subyace en el concepto de seguridad
formulado por Medvedev es que hay que redefinir Europa de modo que se integre definitivamente en ella a Rusia, ya que ésta se ha sentido apartada de los principales foros de decisión desde la finalización de la Guerra Fría. Con ese nuevo enfoque, los avances más importantes se lograrían mediante la reforma de las organizaciones existentes, con una OTAN más abierta a los intereses rusos, una OSCE más efectiva, la puesta en marcha después de once años del Tratado de Fuerzas Convencionales en Europa (FACE) modificado, el reconocimiento del papel de las organizaciones lideradas por Rusia, como la OTSC, en las estructuras actuales, y la actualización a las realidades del siglo XXI de la Carta de Helsinki de 1975, en el marco de ese nuevo tratado paneuropeo que algunos han venido a denominar “Helsinki +” o “Helsinki II”.
El modelo propuesto por Rusia para la nueva arquitectura de seguridad europea se basa en los siguientes principios generales, incluidos en el discurso de Medvedev en Evian:
• El respeto por la soberanía, la integridad territorial y la independencia política de los Estados del área euroatlántica, así como de cualquier otro principio de los incluidos en la Carta de las Naciones Unidas.
49 Disponible en http://eng.kremlin.ru/text/docs/2009/11/223072.shtml.
Francisco J. Ruiz • La inadmisibilidad del uso o amenaza de uso de la fuerza en las
relaciones internacionales, unificando los criterios para la prevención y resolución pacífica de los conflictos.
• La inclusión de todas las naciones en el sistema, con el concepto
de los tres “no”: no asegurar la seguridad propia a cuenta de otros, no permitir actos que minen la unidad del espacio de seguridad común, y no desarrollar alianzas militares que amenazarían la seguridad de los Estados parte.
• El reconocimiento de que ningún Estado u organización, incluida Rusia, tiene derechos exclusivos en el mantenimiento de la paz y
la seguridad en Europa. • La revitalización de los tratados de limitación de armamentos,
como el FACE modificado, y la creación de mecanismos de coordinación en áreas como la contraproliferación, el terrorismo y el crimen transnacional.
Abordando el contenido del borrador de noviembre de 2009, el prologo del tratado —que se pretendía fuese legalmente vinculante— menciona como guías de las relaciones de seguridad en Europa la Carta de las Naciones Unidas, el Acta Final de Helsinki de la CSCE
de 1975, la Declaración de Manila sobre Resolución Pacífica de las Disputas Internacionales de 1982, y la Carta de la Seguridad Europea
de la OSCE de 1999; cabe destacar que no se mencione la Carta de París para una Nueva Europa de 1991, considerado el documento fundacional de un nuevo orden mundial tras la finalización de la Guerra Fría.
Por lo que respecta al articulado, destacan los principios básicos
de una seguridad indivisible e igual para todos los países (art. 1), que las decisiones que las naciones adopten en el marco de las alianzas, coaliciones u organizaciones a las que pertenezcan no afecten significativamente la seguridad de otros firmantes del Tratado (art. 2), que en caso de ataque armado a una de las partes firmantes el resto de las partes deben considerarlo un ataque contra sí mismas, proporcionando la necesaria asistencia (incluyendo la militar, art. 7), y que la nación agredida puede convocar una Conferencia Extraordinaria de las Partes para decidir las posibles medidas colectivas (art. 8). Se establecen también los diversos procedimientos
Cultura estratégica y política de seguridad de la Federación Rusa para adoptar decisiones según los casos, que pueden ir desde el
consenso hasta mayorías cualificadas de dos tercios o cuatro quintos. Por último, se dice en el artículo 10 que la firma del tratado
estaría abierta no tan sólo a todos los Estados del espacio euroatlántico y euroasiático —de Vancouver a Vladivostok—, sino también a las diversas organizaciones multinacionales —se citan la UE, OSCE, CSTO, OSCE y CEI—, reconociendo así su importante papel en el nuevo escenario estratégico post-westfaliano, en el que el peso de las naciones-Estado soberanas como actores únicos del escenario internacional ha ido reduciéndose progresivamente, con la aparición
de fenómenos como el de los “Estados fallidos”. La propuesta rusa no cayó del todo en saco roto, ya que fue
discutida en el marco de la OSCE bajo el llamado “proceso de Corfú”, lanzado el 29 de junio de 2009, aunque el limitado peso de esta organización en la actual arquitectura de seguridad europea limitó que se produjeran avances significativos, y el proceso se dio por concluido con la Cumbre de la OSCE a nivel de Jefes de Estado y de Gobierno —la primera desde 1999— celebrada en Kazajstán en diciembre de 2010, con la aprobación de la “Declaración Conmemorativa de Astaná”.
En este ámbito tampoco se puede obviar la Cumbre OTAN- Rusia, en el marco del NRC, celebrada el 20 de noviembre de 2010 en Lisboa, coincidiendo con la Cumbre de la Alianza Atlántica en la que se aprobó un nuevo Concepto Estratégico para sustituir al de 1999. Esto ha supuesto un importante paso adelante en la superación de los recelos mutuos, ya que se han explicitado los intereses comunes que deben llevar a una cooperación intensificada en áreas como:
• El desarrollo del diálogo político y de la cooperación práctica, basados ambos en los intereses comunes.
• La revitalización y modernización del régimen de control de armamento convencional en Europa.
• El deseo de que se ratifique por parte de los EE.UU. y de Rusia 50 el Nuevo START, y el respaldo a los objetivos del TNP .
50 El nuevo Strategic Arms Reduction Treaty (START) fue firmado en Praga el 8 de abril de 2010, ratificado por el Senado estadounidense a finales de ese año y
Francisco J. Ruiz • El inicio de la cooperación en la defensa contra misiles balísticos,
basada en un estudio conjunto de la amenaza. • La autorización del tránsito de materiales no letales por territorio
ruso con destino a la operación de la OTAN en Afganistán, así como medidas concretas de apoyo a las autoridades afganas, como el adiestramiento de pilotos y la lucha contra los narcóticos.
• La colaboración antiterrorista, en áreas como la lucha anti-IED (Artefactos
Explosivos Improvisados), intercambio de
inteligencia, y participación en la misión naval antiterrorista de la OTAN Active Endeavour.
• La coordinación de la lucha contra la piratería marítima en el Índico.
En el plano militar, Medvedev y su ministro de Defensa Serdiukov continuaron el programa de reformas programado por el tándem Putin-Ivanov, conforme a las siguientes líneas básicas:
• En términos de equipamientos, el documento clave de modernización de las Fuerzas Armadas rusas es el nuevo Programa Estatal de Obtención de Armamento aprobado el 31 de diciembre de 2010, que con una asignación económica de 500.000 millones de euros tiene como primer objetivo, en el horizonte temporal de 2020, que al menos el 70% de los equipos y sistemas de armas sean de última generación; en la actualidad esos sistemas representan tan sólo un 10%.
• La mejora de los niveles más altos de mando y control (C2) de
las fuerzas armadas rusas, tanto para incrementar la capacidad de las distintas fuerzas de actuar de un modo conjunto, como para incrementar la capacidad de operar combinadamente con las fuerzas de países aliados.
• La optimización de las estructuras organizativas. En 2011 se
produjo la definitiva unificación de los sistemas de defensa aérea
por el parlamento ruso a principios de 2011. Por su parte, la conferencia de revisión del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) se celebró del 3 al 28 de mayo de 2010, con el objetivo de prevenir la diseminación de armas nucleares y
de su tecnología.
Cultura estratégica y política de seguridad de la Federación Rusa y espacial, incluyendo la alerta previa ante un ataque con misiles
balísticos, con una gran influencia en el mencionado proceso negociador con la OTAN sobre el escudo antimisiles y la posible colaboración de Rusia en el mismo.
• La defensa de las extensas fronteras de la Federación Rusa, no tan sólo en la parte europea, sino muy especialmente en las desguarnecidas zonas del este del país. En este sentido, es clave la modernización de las anticuadas infraestructuras, en la línea de lo realizado hace unos años en la península de Kamchatka, de modo que los militares destinados en la zona y sus familias tengan unas condiciones de trabajo y vida mínimamente decentes.
• El elevar al cuerpo de oficiales de las Fuerzas Armadas rusas a un nuevo estatus social, ante la necesidad de disponer de mandos que conozcan en profundidad los modernos sistemas de armas, y sean capaces de enseñar a la tropa a manejarlos, durante un servicio militar obligatorio que se ha reducido a un año. En esta línea, se destacó la especial importancia del personal destinado en las academias militares.
La cuestión de la masiva inversión en nuevos sistemas de armas
ha llamado especialmente la atención en medios occidentales, y en el interior de Rusia se ha cuestionado la capacidad de la economía del país para afrontar semejantes gastos, que contemplan:
• Para la Fuerza Aérea, la adquisición de hasta seiscientos aviones y más de mil helicópteros, de estos últimos cien tan sólo en 2011. La defensa aérea se verá reforzada con la adquisición de cincuenta y seis baterías de misiles S-400 y de diez baterías del sistema S-500, aún en desarrollo y que se espera que entre en servicio durante el año 2014.
• La Marina rusa recibirá cien nuevos buques, incluyendo quince fragatas, treinta y cinco corbetas y veinte submarinos; de estos últimos, ocho corresponderán a la clase Borei, dotados de los nuevos misiles balísticos intercontinentales Bulava.
• Para las Fuerzas Estratégicas Nucleares con base en tierra, se prevé reemplazar los antiguos modelos RS-18 Stiletto y RS-20 Satán —denominados SS-19 y SS-18 respectivamente por la
Francisco J. Ruiz OTAN—, por un nuevo modelo de misil capaz de transportar
hasta diez cabezas, una mejora significativa con respecto a modelos actualmente en servicio como el Topol que portan un máximo de tres.
• El 70% del total del presupuesto previsto para la modernización se gastará a partir de 2015; el motivo es que hasta entonces uno
de los objetivos será que las grandes industrias del sector armamentístico puedan adquirir el know-how necesario para abordar esos grandes proyectos, para lo que el Estado les ofrecerá hasta 20.000 millones de euros en préstamos. Por otra parte, en la totalidad del periodo se dedicará un 10% del presupuesto a programas de Investigación y Desarrollo (I+D) de nuevos sistemas de armas, lo que supone triplicar el actual gasto anual en esa partida.