Sombras sobre las relaciones
9.3. Sombras sobre las relaciones
Lo planteado hasta ahora apunta hacia un grado relativamente alto de coordinación diplomática entre Rusia y China, claramente mayor que el existente desde la década de los sesenta hasta finales del siglo
15 Jing-dong Yuan: “Sino-Russian Defense Ties: The View from Beijing”, en Bellacqua, op. cit., p.208
16 http://www.jamestown.org/programs/chinabrief/single/?tx_ttnews%5Btt_news %5D=37427&tx_ttnews%5BbackPid%5D=25&cHash=c2050b9af5;
http://www.arms-expo.ru/049057052048.html?year=2012&month=3.
Las relaciones ruso-chinas pasado. Algunos —tanto en Rusia como en EE.UU.— han visto en
esto el embrión de un “polo” de las relaciones internacionales contrapuesto a Occidente, o al menos a EE.UU. Sin embargo, esta afirmación es como mínimo prematura, ya que quedan aún muchos obstáculos para que esto ocurra. Ante todo, Rusia y China tienen todavía reservas a la hora de confiar completamente en una relación “especial” o exclusiva entre ellas. Kuchins ha recalcado que “las élites rusas siguen siendo ambivalentes en relación con la emergencia de
China como superpotencia” 17 . Salin va más allá, al analizar los grupos
a favor y en contra de China dentro de la opinión pública rusa, y concluir que la segunda tendencia es significativamente más fuerte; o en cualquier caso, sus opiniones gozan de mayor difusión 18 .
A pesar de ello, existe una considerable literatura especializada rusa con una visión más positiva de las relaciones ruso-chinas, con la expectativa de que las complementariedades entre las respectivas economías traigan beneficios para ambas partes. Kuzyk y Titarenko argumentan, por ejemplo, que Rusia recobrará su capacidad industrial
gracias a la cooperación con China y no con Occidente 19 ; aunque son más quienes consideran que China probablemente aprovechará las
oportunidades para aumentar el comercio de sus productos industriales, reduciendo a Rusia al papel de suministrador de materias
primas 20 . Por parte rusa, la principal reserva consiste en la desconfianza
acerca de la evolución a largo plazo de China, tanto en su política interior como exterior. Muchos en las élites gubernamentales rusas miran con recelo las implicaciones del cambio en el poder relativo a nivel global que supone el declive de Rusia y el auge de China. Por
17 Kuchins, Andrew: “Russian Perspectives on China: Strategic Ambivalence”, en Bellacqua, op. cit., p. 46.
18 Salin, Pavel: “How Russians Perceive China”, en Moshes, Arkady y Nojonen, Matti (eds.) (2011): Russia-China Relations, Helsinki, Finnish Institute of
International Affairs, pp. 60-75.
19 Véase por ejemplo Kuzyk, Boris y Titarenko, Mikhail (2006): Kitai-Rossiia 2050: strategiia sorazvitiia [China-Rusia 2050: estrategia de codesarrollo],
Moscú, Institut ekonomicheskikh strategii RAN.
20 Para una buena panorámica de las diversas perspectivas rusas sobre China, véase Lukin, Alexander (2003): The Bear Watches the Dragon: Russia’s
Perceptions of China and the Evolution of Russian-Chinese Relationships since the Eighteenth Century, Armonk, M. E. Sharpe.
Peter Ferdinand muy bien que se lleven y que trabajen juntos los presidentes Putin y
Hu, ¿es esto suficiente para asegurar que sus sucesores también lo harán? En el origen de estas percepciones está la ansiedad rusa sobre su control futuro sobre Siberia y el Lejano Oriente. Como escribía en 1997 Alexei Arbatov, entonces vicepresidente del Comité de Defensa
de la Duma, China es el único país que representa un desafío militar directo para Rusia, especialmente en el territorio al este del lago
Baikal; aunque a largo plazo, más que de forma inmediata 21 . Pese a que Rusia y China han firmado recientemente acuerdos que garantizan
mutuamente sus fronteras de forma perpetua, persisten las preocupaciones acerca de su inviolabilidad futura. Esto parte del miedo ante las tendencias opuestas de población en Rusia y China: se prevé que la rusa disminuya abruptamente durante las próximas décadas con respecto a su punto álgido de 1991, 148 millones, mientras que la china seguirá creciendo durante dos décadas más, llegando a alcanzar unos 1.450 millones en 2027-2030. Si esto sucede, quiere decir que la población china habrá crecido más de 130 millones en el periodo 2010-2030, es decir, casi tanto como la totalidad de los habitantes de Rusia, 145 millones. Para entonces la población china superará a la rusa aún de forma más abrumadora que en la actualidad, siendo más de diez veces mayor. Y aunque la disminución prevista de población rusa afectará a todas las regiones del país, Siberia y el Lejano Oriente se sienten especialmente vulnerables al contar con una densidad de población mucho menor. Durante la primera década postsoviética, se calcula que el número de habitantes rusos del Lejano Oriente se vio reducido en un millón, una octava parte del total. La mayoría de ellos viven todavía en una franja de unos 150 km. entre Chitá y Vladivostok.
Las implicaciones de estos cambios se ven exacerbadas en las percepciones rusas por cinco factores:
• El primero de ellos es la sensación de que China, a pesar de su tamaño, carece de tierras adecuadas para alimentar a una población tan numerosa —la cual, al ganar en prosperidad, espera también una dieta más variada que la de generaciones anteriores—; y que tampoco cuenta con los recursos naturales
21 Arbatov, Alexei: “Voennaia reforma: doktrina, voiska, finansy” [La reforma militar: doctrina, tropas, financiación], Mirovaia ekonomika i mezhdunarodnye
otnosheniia, nº 4 (1997), p. 11.
Las relaciones ruso-chinas necesarios para su impulso industrializador. Siberia podría, al
menos teóricamente, contribuir en gran medida a resolver ambos problemas. Así, algunos artículos que aparecen periódicamente en China planteando en términos generales la necesidad de mayor “espacio vital” para la población china —aunque esto podría interpretarse también como una intención de este país de extraer más recursos del océano Pacífico— son tomados por los nacionalistas rusos como pruebas de un plan encubierto para conquistar Siberia en algún momento en el futuro, supuestamente cuando Rusia sea más débil que ahora. Por ejemplo, el director del Departamento Analítico del Instituto de Análisis Militar y Político, Alexander Jramchijin, cita un artículo de 1988 del periódico del Ejército de Liberación Popular, Jiefangjunbao, que afirma: “El control efectivo, ejercido por un periodo de tiempo prolongado sobre una región estratégica más allá de las fronteras geográficas dará lugar en último término a una transferencia de
dichas fronteras” 22 . Esta ansiedad se ve agudizada por el hecho
de que en el pasado los mapas chinos han incluido una reclamación histórica de Siberia que se remontaba al periodo anterior a la llegada de colonos rusos en el siglo XVII y el Tratado de Nerchinsk en 1689. Esto se ha reforzado al adoptar la República Popular una ley que incluye la reclamación china de soberanía sobre el territorio que fue “históricamente” chino, lo cual podría ser interpretado como un desafío a largo plazo a la soberanía rusa. Pese a que el acuerdo sobre las fronteras tendría que eliminar esta amenaza de China, los analistas rusos consideran que el nacionalismo popular chino apoyaría el uso de las fuerzas armadas para respaldar su posición en las disputas comerciales y para garantizar la distribución justa de recursos escasos a nivel global, como el petróleo 23 .
• En segundo lugar, pervive aún el recuerdo de la inmigración incontrolada de chinos a través de la frontera hacia el Lejano Oriente ruso durante unos pocos años después de 1988, en los
22 Khramchikhin, Aleksandr: “Kak Kitai razdavit Rossiiu” [Cómo China aplastará a Rusia], en http://www.apn.ru/publications/article20421.htm.
23 Por ejemplo, Song Xiaojun, Wang Xiaodong, Huang Jisu y Song Qiang (2009): Zhongguo bu gaoxing [La China descontenta], Nanjing, Jiangsu renmin
chubanshe, pp. 106-108.
Peter Ferdinand que no se requerían visados. No se conoce el número de chinos
que se beneficiaron de ello para encontrar trabajo en Rusia, pero los nacionalistas temen que un gran número se ha quedado en el país como “quinta columna” en potencia, haciéndose discretamente con tierras como preludio a algún intento posterior más explícito de tomar el control de la región; aunque el gobierno ruso ha reintroducido los visados y los controles administrativos. En 1994, la entrada sin visado se limitó a estancias de un máximo de treinta días, que se redujeron a quince en 2006. Pero en julio de 2002, el periódico Tijookeanskaya Zvezda
de Jabarovsk informaba de que había ocho millones y medio de chinos viviendo en Rusia, con cien mil de ellos sólo en Moscú 24 . Sin embargo, según el director del servicio de
inmigración ruso, los chinos representaban sólo la cuarta parte del millón de inmigrantes ilegales que residía en toda Rusia en 2006 25 . Por mucho que el gobierno y los investigadores traten de
determinar la verdadera escala de esta inmigración para demostrar que no existe tal peligro 26 , es imposible convencer a los críticos más suspicaces, que alegan que la policía y los funcionarios no han buscado lo suficiente —posiblemente por haber sido sobornados—, o que los chinos se “esconden” en remotas zonas rurales.
• En tercer lugar, este miedo se agrava por la memoria visceral en la consciencia histórica rusa de la opresión a manos de las hordas tártaras en los siglos XIII a XV. El temor a una nueva opresión llegada del este aún tiene su eco.
• En cuarto lugar, los gobiernos locales rusos en el Lejano Oriente han sido más recelosos de la “amenaza” china que Moscú. Parcialmente se debe a que la gente se siente allí dejada de lado u
24 Mencionado en Galenovich, Yu. M. (2006): Rossiia-Kitai-Amerika: ot sopernichestva k garmonii interesov? [Rusia-China-América: ¿de la rivalidad a la
armonía de intereses?], Moscú, Russkaia panorama, p.330
25 Wishnick, Elizabeth: “Why a ‘Strategic Partnership’? The View from China”, en Bellacqua, op. cit., p. 63.
26 Véase por ejemplo Gel’bras, V. G. (2001): Kitaiskaia real’nost’ Rossii [La realidad china de Rusia], Moscú, Muravei; Larin, Aleksandr (2003): Kitaitsy v
Rossii vchera i segodnia: istoricheskii ocherk [Los chinos en Rusia ayer y hoy: un ensayo histórico], Moscú, Muravei.
Las relaciones ruso-chinas “olvidada” en cierto modo por la capital 27 , y algunos
gobernadores han intentado emplear la idea de una amenaza para atraer más atención —y recursos— de Moscú. Fueron críticos de las concesiones, por pequeñas que fueran, que realizó Rusia como parte de las negociaciones diplomáticas para la delimitación de la frontera; asumiendo una actitud de intransigencia, oponiéndose a cualquier concesión, y recalcando la amenaza de que China “recuperase” el Lejano Oriente ruso. En la medida en que se trataba de las autoridades sobre el terreno, disfrutaron de cierto prestigio en los medios rusos como expertos locales en la “amenaza” china. Además, resaltaron el desafío económico de que los bienes de consumo baratos de origen chino inundasen el mercado nacional y perjudicasen a los productores rusos.
• En quinto lugar, las fuerzas armadas rusas han incrementado su preparación ante el creciente gasto militar y capacidades chinas. El Distrito Militar de Shenyang en el noreste de China ha realizado ejercicios en los últimos años que demuestran que contarían con el potencial necesario para entrar en profundidad en territorio de Siberia. En 2010, Rusia realizó sus primeras maniobras militares a gran escala en el Lejano Oriente de las últimas dos décadas, lo que algunos interpretaron como una respuesta a un ejercicio chino de 2009 28 ; Rusia ha anunciado
también su intención de potenciar su Flota del Pacífico como principal fuerza naval, por encima de las flotas del Báltico y del Norte.
Por todas estas razones, así como por la preocupación de que la tecnología empleada pueda ser copiada, las fuerzas armadas rusas han sido reacias a vender su armamento más avanzado a China, por temor
a que en un futuro pudieran verlo dirigido contra ellos mismos. Existe un claro contraste con la política rusa de ventas de equipamiento militar avanzado a India y Vietnam, a quienes Rusia ha ofrecido por ejemplo la aviónica más reciente instalada en los cazas Sujoi, que le ha
27 Kozlov, L.: “Obshchestvennoe mnenie dal’nego vostoka o vneshnei i vneshneekonomicheskoi politike Rossii v ATR” [La opinión pública del Lejano
Oriente sobre la política exterior y la política económica exterior de Rusia en la región de Asia-Pacífico], Problemy Dal’nego Vostoka, nº 3 (2007), pp. 70-81.
28 Trenin, op. cit., p. 41.
Peter Ferdinand negado a China. Rusia ha acordado también con India el desarrollo
conjunto de un nuevo caza “invisible”, mientras que China está haciendo uno propio. Todo esto es conocido por parte china, quienes temen de forma similar que estas armas pudieran ser usadas contra ellos si alguna vez se volviera a un conflicto por la disputada frontera chino-india, o en torno al mar de China Meridional.
El gobierno chino se ha sentido también decepcionado con el ritmo relativamente lento de crecimiento en el comercio bilateral y con la resistencia rusa a abrir sus mercados a las exportaciones de China. En 2002, el primer ministro chino Wen Jiabao expresó su esperanza de que el comercio entre ambos países pudiera llegar a los cien mil millones de dólares para 2010; el resultado fue sólo de algo más de la mitad de esa cifra. Incluso una de las áreas de mayor comercio, los suministros energéticos, se ha visto obstaculizada por la desconfianza mutua, aunque como afirma Downs:
Russia’s suspicions of China have been a much greater impediment than China’s suspicions of Russia. Moscow fears that increasing dependence upon China as an energy export destination will eventually constitute a threat to national
security 29 . Lukyanov ha señalado que, efectivamente, el reciente documento
ruso “Estrategia 2020” de marzo de 2012 identifica el crecimiento del potencial económico chino como el principal riesgo para el estatus
económico internacional de Rusia 30 .
Por el contrario, la principal preocupación de Pekín es si Rusia cumplirá sus promesas. El problema se ha exacerbado por la frustración de los funcionarios chinos con el proceso de toma de decisiones de la industria energética rusa, extremadamente opaco. China se ha sentido decepcionada en el pasado por la insuficiente disposición de Rusia a llevar a la práctica los acuerdos de exportaciones de petróleo y gas; así como por el aumento de costes de construcción del oleoducto, para el que China ha tenido que realizar
29 Downs, Erica S.: “Sino-Russian Energy Relations: An Uncertain Courtship”, en Bellacqua, op. cit., p. 160.
30 Lukyanov, Fyodor: “Russia-China: Change of Course?”, Russia in Global Affairs (marzo 2012), en http://eng.globalaffairs.ru/redcol/Russia-China-Change-
of-course-15494.
Las relaciones ruso-chinas préstamos sustanciales. Finalmente Rusia ha terminado el oleoducto
desde Skovorodino hasta la frontera china, desde el que los chinos han construido una extensión hasta Daqing; pero se ha tardado una década más de lo acordado inicialmente, y en este periodo China ha aumentado su dependencia de las importaciones de petróleo de otras regiones. Por otro lado, según Downs, el retraso también se debió en parte a la falta de interés chino en el proyecto a finales de los noventa, cuando los precios globales del petróleo eran bajos y los costes de
construir un oleoducto mucho menos atractivos 31 . Y cuando Rusia intenta que China pague precios europeos por los suministros de gas a
largo plazo, señalando que Rusia podría decidir enviar más gas hacia el oeste o el este dependiendo de quién esté dispuesto a pagar más, los chinos se niegan. En opinión de estos, se les está obligando a firmar contratos a largo plazo apropiados para una economía desarrollada, en lugar de una “asociación estratégica” mutuamente beneficiosa como la que caracterizaba la política de precios rusa hacia otras repúblicas de la antigua URSS, aunque ya ha dejado de hacerlo. Para China, la menor distancia de sus mercados de Rusia en comparación con los
europeos justificaría una reducción en el precio 32 . Aunque, según las predicciones del gobierno ruso, la proporción de Asia-Pacífico como
parte de sus exportaciones de petróleo aumentará del 5% al 30% para 2020, y del 5% al 25% en el caso del gas, puede que esta cifra acabe resultando excesivamente optimista; especialmente, si China se esfuerza seriamente en desarrollar tecnología para explotar sus propias
reservas de shale gas mediante el proceso llamado fracking 33 . En cuanto a la política exterior, el gobierno chino ha tenido
reservas acerca del grado de firmeza con el que los rusos han desafiado a Occidente; y sobre todo EE.UU., desde la guerra de Irak
en 2003. Pese a que comparten muchas posiciones comunes con Rusia sobre los objetivos de política exterior, los funcionarios chinos prestan más atención a las percepciones estadounidenses del “ascenso” de China en el mundo, y no desean que EE.UU. se vea arrastrado a políticas de mayor confrontación que puedan poner en peligro las
31 Downs, op. cit., p. 154. 32 Jakobson, Linda, Holtom, Paul, Knox, Dean y Jingchao Peng (2011): China’s
Energy and Security Relations with Russia: Hopes, Frustrations and Uncertainties, SIPRI Policy Paper nº 29, Estocolmo, SIPRI, pp. 34-35.
33 Downs, op. cit., p. 151.
Peter Ferdinand posibilidades de crecimiento pacífico y aumento de la prosperidad de
China. Hasta cierto punto estaban satisfechos con mantenerse a la sombra de Rusia 34 , pero aún así temían que un liderazgo ruso
provocase una reacción negativa estadounidense que les perjudicase a ellos también. Tampoco están dispuestos a ofrecer un apoyo incondicional a Rusia: por ejemplo, no reconocieron la independencia
de Abjazia y Osetia del Sur tras el conflicto ruso-georgiano de 2008, ya que no aprueban la secesión unilateral que mine la soberanía de Estados ya existentes, tanto si es en Kosovo y la antigua Yugoslavia como en Abjazia, Osetia del Sur y Georgia. Se trata para ellos tanto de una cuestión de principios como del temor a que esto pudiera ser utilizado después como precedente para modificar el estatus de Xinjiang o el Tíbet, por no hablar de Taiwán.
En último término, China se siente insegura acerca del cuál es el papel “natural” de Rusia en el mundo y cómo evolucionará ésta en el futuro. Han recibido con confusión los sucesivos giros de Rusia hacia Occidente y Oriente desde 1991, al igual que los gobiernos occidentales también se han sentido perplejos por la misma razón,
pero con resultados opuestos 35 . Jakobson et al. citan a un académico chino que lo sitúa en una perspectiva más amplia: “Hemos tenido
contactos durante más de cuatrocientos años, y Rusia nos ha engañado muchas veces. No podemos confiar en ellos por completo” 36 . Un autor
ha recalcado la inherente volatilidad de las relaciones ruso- estadounidenses, pero advirtiendo de que Rusia y EE.UU. podrían seguir cooperando cuando lo considerasen beneficioso 37 . Otro ha apuntado que Occidente y Europa son la “casa” a la que los rusos añoran regresar, mientras que Oriente es sólo un socio para Rusia 38 . Aunque parece existir un mayor consenso ahora en Rusia de que son un Estado “eurasiático” y no occidental —y pese a que en la presidencia de Medvedev se identificó explícitamente el Lejano Oriente como la segunda prioridad tras Europa, cuando en los años
34 Galenovich, op. cit., pp. 270, 567. 35 Zhou Li: “Eluosi wenhua de jiben jingshen yu waijiao” [El espíritu fundamental
y la diplomacia de la cultura rusa], Eluosi Yanjiu, nº 4 (2010), pp. 80-81. 36 Jakobson et al., op. cit., p. 2.
37 Yu Sui: “Lun e mei guanxi zhi duobian” [Sobre la mutabilidad de las relaciones ruso-americanas], Guoji wenti yanjiu, nº 1 (2007), pp. 30-35 y 52.
38 Wang Shuchun (2005): Lengzhanhoude zhong e guanxi [Las relaciones chino- rusas tras la Guerra Fría], Pekín, Shishi chubanshe, p. 156.
Las relaciones ruso-chinas noventa era sólo la sexta—, no puede descartarse fácilmente la
posibilidad de que Rusia opte en el futuro por un papel más orientado
a Occidente. Esto lleva a China a ser prudente y evitar caer en una excesiva dependencia de Rusia.
La política de la propia China es también parte del problema. Desde su desencanto con el fin de la amistad chino-soviética en los años cincuenta, China ha rechazado explícitamente las alianzas con otros Estados, promoviendo en su lugar el concepto de “asociaciones estratégicas” como medio de reforzar las relaciones gradualmente. Pero como China no está dispuesta a considerar avanzar más allá hacia algún tipo de vínculo más estrecho, sino que quiere mantener abiertas sus opciones, disminuye ya desde el comienzo las expectativas de los demás sobre el alcance que puede tener esta relación. En buena medida, es como si China esperase de otros que se comprometan y practiquen la “monogamia”, mientras que ella prefiere la “poligamia”.
Conclusiones
La “asociación estratégica” bilateral ruso-china es uno de los acuerdos
de este tipo más duraderos que ha firmado cualquiera de ambas partes en épocas recientes. Ha desempeñado un papel muy positivo para estabilizar, primero, y mejorar después las relaciones tras el hundimiento de la URSS. Debido a la extensa frontera compartida, la estabilización lograda es crucial para la seguridad de los dos países. Como resultado de ello, se ha potenciado también el desarrollo económico pacífico. Durante la última década, ambos gobiernos se han esforzado considerablemente en intensificar las relaciones, con notable éxito.
Sin embargo, no existe una visión estratégica clara de hacia dónde conduce esta asociación, aparte de en la dirección general de un mundo multipolar, con el que desearían reemplazar la hegemonía de EE.UU. Para Lo, la relación se ha tratado de un “eje de
conveniencia” 39 , en lo que hay mucho de cierto; aunque es posible que esto subestime los objetivos positivos que ambas partes tratan de
alcanzar. En este sentido, puede compararse con la colaboración
39 Lo, Bobo (2008): Axis of Convenience: Moscow, Beijing, and the New Geopolitics, Londres, Chatham House.
Peter Ferdinand chino-soviética de los años cincuenta, que —pese a su posterior
ruptura— partía de una identificación con objetivos comunes mucho mayor. Mientras que en los cincuenta se trataba de una “luna de miel”, ahora las relaciones ruso-chinas se parecen a un matrimonio más maduro en el que cada parte conoce y acepta convivir con los defectos, así como las virtudes, de la otra. Moshes ha analizado la tendencia a que sea la inercia lo que determine la evolución de la relación, o al menos, a que los decisores políticos rusos no se coordinen y dirijan las políticas hacia un objetivo estratégico
definido 40 . Además, como hemos apuntado antes, se trata de un matrimonio “polígamo” más que “monógamo”. Pese a que Rusia y
China conceden una posición privilegiada a su relación, no existe exclusividad en ella. “Nuestras relaciones con China […] son mucho más realistas y pragmáticas. Nadie se hace ilusiones de una alianza estrecha; ambas partes son conscientes de los límites de nuestra
cooperación” 41 . Tampoco, como añade Spassky, existe una visión clara de las relaciones futuras de Rusia con EE.UU.; y dicha relación
tendrá un impacto significativo en la mantenida con China. Trenin considera que la cuestión de la nueva defensa antimisiles puede ser crucial: si EE.UU. insiste en ponerla en marcha sin Rusia, ésta se sentirá obligada a reforzar su arsenal nuclear para evitar quedar en desventaja. Esto acercaría probablemente Rusia a China, ya que ambas verían que su capacidad de disuasión nuclear se debilitaba. Por otro lado, si EE.UU. se mostrara dispuesto a cooperar con Rusia en una nueva defensa antimisiles contra los llamados rogue states, esto
ayudaría mucho a calmar los recelos rusos 42 .
En parte, la causa de esta situación son las reservas que tienen tanto Rusia como China a la hora de conceder al otro la prioridad máxima en política exterior. Pero también se debe a que ninguna de ellas es lo suficientemente fuerte para dominar el orden global. La economía rusa es demasiado desequilibrada y vulnerable a acontecimientos negativos externos como para que el gobierno ruso pueda dirigir los asuntos internacionales de acuerdo con sus preferencias; y los líderes chinos todavía están centrados ante todo en
40 Moshes, Arkady: “Conclusions”, en Moshes y Nojonen, op. cit., p. 100.
41 Spassky, Nikolai: “The Russian Age”, Security Index, vol. 17, nº 1 (2011), p.
17. 42 Trenin, op. cit., p. 6.
Las relaciones ruso-chinas conseguir un mayor desarrollo interno, más que en transformar la
gobernanza global. En el caso de que se haga realidad un mundo multipolar, como ambas desean, será debido también a los esfuerzos y las acciones de muchos otros Estados, incluyendo especialmente a EE.UU. Rusia y China saben que necesitan colaborar con otros socios; aún en el caso de que Rusia reoriente —como ha anunciado— su política exterior hacia Asia Oriental, siguiendo el desplazamiento del centro de gravedad económico mundial hacia el este, esto no quiere decir que vaya a dar la espalda a Europa. En este sentido, Trenin considera que Rusia saldría ganando si apareciera como un Estado
“euro-Pacífico” más que “eurasiático” 43 .
Por supuesto, lo que estos países consideren factible en las relaciones internacionales no depende sólo de las precondiciones materiales, sino también de la mentalidad de sus líderes. El surgimiento en 2012 de una quinta generación de líderes al máximo nivel en China puede dar lugar a una reorientación de las políticas: de forma más relevante, una ruptura con la cautela de Hu Jintao y su lealtad a la advertencia de Deng Xiaoping en 1989 a los futuros líderes
chinos de que adoptasen un perfil bajo en los asuntos mundiales 44 . Si finalmente Xi Jinping se convierte en secretario general del PCCh y
presidente de la República Popular China, puede ser bastante más asertivo en política exterior. En ese caso, puede suponerse que el reelegido presidente Putin estaría dispuesto a darle su apoyo. Pero esto también representaría un nuevo giro en el equilibrio de poder entre ambos países, en favor de China.
43 Ibid., p. 45. 44 A partir de junio de 1989, Deng Xiaoping estableció que en los asuntos internacionales los líderes chinos debían “observar fríamente, asegurar nuestras posiciones, afrontar las situaciones con calma, ocultar nuestras posiciones y
esperar nuestro momento, mantener un perfil bajo, no tomar la iniciativa nunca y realizar una contribución”.