Intervención sobre la demanda política: Putin y la construcción del mito del “Buen Zar”

2.4. Intervención sobre la demanda política: Putin y la construcción del mito del “Buen Zar”

Durante una década, de 1999 a 2009, ningún otro jefe del Estado gozó

de manera continuada de un índice de confianza tan alto como Vladimir Putin. Hoy resulta complicado imaginar la sorpresa con que se recibió, el 9 de agosto de 1999, la designación como primer ministro del entonces casi desconocido director del FSB, una de las agencias sucesoras del antiguo KGB. Más aún, si cabe, es necesario un ejercicio de arqueología intelectual para comprender las reacciones

de burla que provocó la recomendación que Yeltsin hizo de Putin como su sucesor. Y es que en apenas dos meses, la intención de voto a favor de Putin ascendió de un 5% a un 40%. Desde entonces, en todas y cada una de las consultas al pueblo ruso —bien mediante encuesta o bien en un proceso electoral— Putin ha ocupado el primer lugar. En el terreno electoral alcanzó su cénit en las presidenciales de 2004, con un 75% de votos; mientras las encuestas —incluidas las de centros sociológicos independientes, como el Centro Levada— confirman que Putin era y es el más popular entre la clase política rusa, manteniendo hasta finales de 2010 índices de aceptación superiores al 50%.

Esta popularidad se ha cimentado en el culto a la personalidad. A la construcción simbólica de Putin como líder nacional se ha dedicado una gran inversión discursiva orientada principalmente a reencarnar en su figura el mito del Buen Zar: una autoridad firme y severa con los corruptos y criminales, pero paternalista con el pueblo; así como a mostrar a Putin como exclusivo garante de la seguridad y unidad de Rusia ante las amenazas exteriores —vengan de Occidente u Oriente— e interiores, principalmente el Cáucaso Norte. En esta construcción simbólica se distinguen dos fases: la fulgurante etapa inicial que condujo a Putin a la presidencia; y una segunda etapa, suma de sus años de gobierno. En la elección de Putin primó la improvisación, pero ésta fue acompañada de una frenética actividad de legitimación. En septiembre, la creación del partido Unidad fue una operación para apoyar al primer ministro a la vez que a debilitar a Patria-Toda Rusia; tres meses después, Unidad— cuyo principal eslogan fue “Apoyamos a Putin”— logró un 23% de los votos en las elecciones parlamentarias. Entre ambos momentos, la idealización de Putin como líder nacional se había beneficiado de acontecimientos efectistas, capaces por si solos de cambiar el signo del votante. En

Autoritarismo competitivo en Rusia especial destacan los más de doscientos muertos que causaron en

Moscú las bombas atribuidas a grupos armados chechenos, que galvanizaron la opinión pública y sirvieron a Putin para iniciar la

Segunda Guerra de Chechenia 34 . La determinación de Putin y la efectividad de las primeras operaciones potenciaron —comparación

con Yeltsin mediante— la imagen de Putin como candidato presidenciable. Igualmente, en ese periodo se llevó a cabo una fuerte campaña en torno a su persona que encubrió la ausencia de un programa político. Las inversiones discursivas para elevar la figura de Putin no se restringieron a los medios de comunicación; los medios de difusión educativa y cultural también se vieron afectados. Se levantaron memoriales a su paso, se renombraron calles y escuelas con su nombre, libros de texto recogían pasajes hagiográficos, canciones pop lanzaban loas a su virilidad, y cientos de objetos de

merchandising 35 pasaron a llevar su rostro . Una vez que Putin alcanzó la presidencia, su popularidad se vio

fortalecida gracias a un crecimiento sostenido del PIB con una media del 7% desde el año 2000 —a excepción del fatídico 2009—, gracias especialmente al alza de los precios de petróleo y gas. Gradualmente el ciudadano ruso percibía una cierta recuperación de la estabilidad tras el caos yeltsinista; así como una progresiva, aunque socialmente

34 En el momento álgido de las acciones militares en Daguestán, Yeltsin destituyó al primer ministro Stepashin y lo reemplazó por Putin. En septiembre unas

bombas volaron por los aires varios bloques de viviendas en Moscú y Volgodonsk. Los más de doscientos muertos conmocionaron al país. Tras aquello “Rusia era un país diferente, en el que casi nadie se atrevía a hablar de una solución pacífica y política a la crisis de Chechenia”. Kovalev, S.: “La Rusia de Vladimir Putin”, Política Exterior, nº 74 (marzo-abril 2000), p. 47.

35 A continuación se muestran dos ejemplos significativos. Primero, un texto extraído de un libro de texto escolar financiado por Unidad meses después de la

elección de Putin como presidente. “Entonces él hizo muchos amigos —toda Rusia entera— y ellos le eligieron a él presidente. Ahora todo el mundo dice: ¡Rusia, Putin, Unidad!”. En segundo lugar, una canción pop titulada Yo quiero un hombre como Putin se hizo popular al poco de llegar éste a la presidencia; su estribillo decía así: “Y ahora quiero un hombre como Putin. Un hombre como Putin, lleno de energía. Un hombre como Putin, que no beba. Un hombre como Putin, que no me haga daño. Un hombre como Putin, que no me deje”. Ambos ejemplos citados en Baker, Peter y Glasser, Susan (2005): Kremlin Rising: Vladimir Putin’s Russia and the End of Revolution, Nueva York, Scribner, pp. 83- 84.

Rubén Ruiz selectiva, mejora de las condiciones de vida. No obstante, los éxitos

económicos no se socializaron en medida suficiente y la aceptación de Putin se apoyó también en el intervencionismo en la demanda política: el establecimiento de la agenda política o la identificación de las amenazas a Rusia y de sus soluciones a través de la propaganda y censura mediáticas. En la estrategia discursiva y mediática de la misión de Putin al frente de Rusia jugaron un importante papel el periodista y gurú de la comunicación política Gleb Pavlovski, y el ideólogo de Rusia Unida y creador del concepto de “democracia soberana” Vladislav Surkov. La estrategia principal de comunicación política del equipo de Putin ha sido vincular su acción a la lucha contra amenazas y enemigos del pueblo ruso. A nivel interno, inicialmente y hasta las presidenciales de 2004, el Buen Zar se ocupó

de la popular batalla contra la oligarquía surgida con Yeltsin; si bien Putin no atacó a ésta como clase ni ejecutó una renacionalización de los activos del Estado ilícitamente privatizados en los noventa, como pedía mayoritariamente la sociedad rusa, sino que simplemente se limitó a perseguir a quienes trataron de oponerse a él políticamente: Boris Berezovski, Boris Gusinski o Mijail Jodorkovski.

A partir de 2004 y hasta el momento presente, por contradictorio que parezca, el gran enemigo interno del cual requiere protección el pueblo ruso es la propia burocracia cleptómana y los empresarios que se benefician de ellos. Un ejemplo paradigmático de este tipo de discurso fue un artículo firmado por el propio Dmitri Medvedev con el título “Rusia, ¡adelante!”, en septiembre de 2009, en el que se refería así a estos dos grupos sociales:

Los grupos de influencia de funcionarios corruptos y los empresarios que en realidad no emprenden nada. […] Están dispuestos a recibir ganancias de los restos de la industria soviética y a dilapidar los recursos naturales que pertenecen a todos nosotros. No crean nada nuevo, no quieren desarrollo, lo temen. Pero el futuro no les pertenece a ellos. Nos pertenece a nosotros.

Somos la mayoría absoluta 36 .

Este artículo recibió más de 2.500 comentarios; en muchos de ellos, los lectores apuntaban directamente a la corrupción existente en

36 Medvedev, Dmitri: “Rossiya, vperyod!” [¡Rusia, adelante!], Gazeta.ru, 10 de septiembre de 2009, en

http://www.gazeta.ru/comments/2009/09/ 10_a_3258568.shtml.

Autoritarismo competitivo en Rusia torno al partido del poder, Rusia Unida, cuyo cabeza de lista había

sido Vladimir Putin. No obstante, como ocurre en otros regímenes de tono autoritario, las críticas no cuestionaban la cabeza del Estado — que entonces era bicéfala con Medvedev y Putin—, sino que cargaban contra la nueva nomenklatura.

La animadversión de los propios simpatizantes de Putin hacia Rusia Unida ha sido en realidad alimentada por él mismo. Cuando decidió encabezar la lista del partido para las elecciones parlamentarias de 2007, hizo todo lo posible por desvincularse lo posible de la imagen de Rusia Unida. Cada lista de partido puede incluir tres nombres, pero él prefirió figurar en solitario, para favorecer la identificación del voto con su persona y no con el partido. La estrategia de Rusia Unida a partir de ese momento fue hacer un llamamiento al electorado para que interpretara las elecciones como un plebiscito sobre Putin. Éste llego a afirmar en un acto de campaña que encabezaba la lista de Rusia Unida “porque no hay nada mejor”, advirtiendo a los votantes: “Estáis votando por mí, no por el

partido” 37 . Incluso Putin llego a decir que el partido estaba “lleno de bandidos” 38 . La imagen del partido se ciño a eslóganes como “Plan de

Putin, Victoria de Rusia”, al tiempo que se aderezaban los discursos con advertencias sobre los enemigos — Occidente, los comunistas y los liberales yeltsinianos— que supuestamente soñaban con una venganza y querían humillar al país. La campaña de Putin incluyó un sinfín de iniciativas por encumbrar su imagen como líder nacional. El movimiento Za Putina (Por Putin) creado dos meses antes de las elecciones, afirmó haber reunido treinta millones de firmas para nombrar a Putin oficialmente Líder Nacional, y crear una presidencia

de una nueva cámara de control ciudadano sobre el ejecutivo para el cumplimiento del “Plan Putin”, un conjunto de objetivos para el futuro del país extraídos de intervenciones de Putin, presentados en mayo de

2007 39 . Esta iniciativa se sumó a la estrategia de una red de

37 Nezavisimaya gazeta, 14 de noviembre de 2007, pp. 1-3. 38 Mereu, Francesca: “President Criticizes United Russia”, The Moscow Times, 14

de noviembre de 2007, en http://www.themoscowtimes.ru/article/850/49/ 192943.htm.

39 Sistemática planificación de reformas llevada a cabo por Putin y explicitada como proyecto político de manera vaga y grandilocuente en la obra “El Plan del

Presidente Putin, sobre el liderazgo para los futuros presidentes”. Sus cinco puntos principales son: (1) Rusia es una gran civilización cuya herencia cultural necesita

Rubén Ruiz organizaciones de movilización que, como en el periodo soviético,

abarcó a distintos estratos generacionales y profesionales 40 . En cuanto a la utilización de las amenazas exteriores y los

haberes en política exterior es ineludible reseñar que con Putin, Rusia recuperó una posición internacional desde la que poder decir “no”. Las “revoluciones de colores” en el espacio postsoviético —entre otros movimientos, como el plan de establecimiento de un escudo antimisiles nucleares por parte de EE.UU. en Europa Oriental— proporcionaron a Putin una base argumental para explotar en beneficio propio la amenaza occidental a modo de reedición de la Guerra Fría. Un claro ejemplo fue el de desacreditar las posibles movilizaciones postelectorales ya en 2007, acusando a los manifestantes —en referencia a las “revoluciones de colores”— de ser “carroñeros que van a las embajadas extranjeras” y pronosticando “saldrán a la calle, aprendieron de los especialistas occidentales, se entrenaron en los

países vecinos y ahora probarán aquí” 41 .

ser preservada para poder ser disfrutada por las futuras generaciones, incluidas su lengua y la tradición de tolerancia; (2) construir una economía competitiva; (3) alcanzar un estándar de vida de calidad para el conjunto de los ciudadanos; (4) desarrollo de las instituciones de la sociedad civil; (5) desarrollo de un Estado soberano, para lo que es necesario mejorar la capacidad defensiva del país y modernizar el ejercito, equipándolo con la última tecnología y armamento. Vremya novostei,

23 de mayo de 2007.

40 La influencia de los patrones de movilización de las cercanas revoluciones de colores se hizo notar más que nunca en estas elecciones parlamentarias. Rusia

Unida, bajo la dirección de Vladislav Surkov, organizó ya en 2005 la creación del movimiento juvenil Nashi para hacer frente a un hipotético intento revolucionario en Rusia. Wilson, A.: “Does Russia Still Have an Opposition?”, Russian Analytical Digest, nº 28 (2007), p. 8. En paralelo, la organización creó una asociación de estudiantes que atrajera talentos al partido desde la universidad, el Equipo Profesional de Rusia. Más tarde, cerca de las elecciones de diciembre, se desarrollo la organización infantil Mishki (Ositos), destinada a niños y adolescentes entre ocho y quince años. Como ejemplo de sus actividades, sirva una concentración que realizaron en colaboración con Nashi el 6 de diciembre en la Plaza Roja en la que uno de los lemas que gritaban los oradores era: “¡Amo a los Mishki!, ¡Amo a Rusia!, ¡Amo a Putin!”. Información consultada en la agencia

de noticias RIA Novosti, 29 de noviembre de 2007. 41 Bonet, Pilar: “Putin se ensaña con Occidente en el inicio de la campaña rusa”,

El País, 22 de noviembre de 2010, en http://elpais.com/diario/2007/11/22/ internacional/1195686007_850215.html.

Autoritarismo competitivo en Rusia