La respuesta rusa al escenario geopolítico del Noreste Asiático
10.2. La respuesta rusa al escenario geopolítico del Noreste Asiático
El hundimiento de la Unión Soviética dio paso en un primer momento
a una priorización de las necesidades internas y al desarrollo económico en el nuevo marco capitalista. El correlato en materia de política exterior dentro de este nuevo esquema fue doble: acercamiento hacia el mundo occidental y una caída de valor del vector asiático en la nueva diplomacia rusa; con los principales socios económicos —UE y los EE.UU.—, en Occidente, resulta
comprensible tal orientación “integracionista” 13 . Sin embargo, “Occidente” tenía una presencia muy nutrida en Asia de la mano de potencias económicas como Japón y Corea del Sur; si el reequilibrio iba en detrimento de la región Asia-Pacífico en los esquemas diplomáticos rusos, bien es cierto que otro reequilibrio —éste dentro
de la región— favorecía a unos países —Japón, Corea del Sur y Taiwán— sobre otros: China, y qué duda cabe, Corea del Norte y
12 A principios de los setenta, en plena Distensión, la URSS apostó por que Japón necesitaría el petróleo soviético después del primer embargo de 1973, mientras
que desde Japón se veía a la URSS necesitada de financiación para el desarrollo
de sus recursos; en último término, ello alimentó posturas maximalistas que fracasaron y que indudablemente dificultaron la cooperación. Con la perestroika, la corriente de pensamiento que Gilbert Rozman ha identificado como de centro- derecha, con el sovietólogo Hiroshi Kimura a la cabeza —Tsuyoshi Hasegawa le atribuye tal importancia—, no tuvo demasiada dificultad en imponer la postura de que una URSS en decadencia tendría que acabar cediendo, cosa que de nuevo no sucedió. Finalmente se dio bajo el gobierno de Junichiro Koizumi y con Vladimir Putin en la presidencia rusa el mismo esquema que en los años setenta, siendo de nuevo la energía la protagonista, y con resultados similarmente decepcionantes.
13 Sobre esta época, son muy ilustrativas las obras de Buszinsky, Leszek (1996): Russian Foreign Policy after the Cold War, Westport, Praeger; Lo, Bobo (2002):
Russian Foreign Policy in the Post-Soviet Era: Reality, Illusion, and Mythmaking , Houndmills / Nueva York, Palgrave Macmillan; Tsygankov, Andrei (2010): Russia’s Foreign Policy: Change and Continuity in National Identity, Lanham, Rowman & Littlefield; Clunan, Anne L. (2009): The Social Construction of Russia’s Resurgence: Aspirations, Identity, and Security Interests , Baltimore, Johns Hopkins University Press.
Rusia y sus relaciones bilaterales con Japón Vietnam 14 . Este planteamiento en el que la geopolítica quedaba
subsumida en prioridades geoeconómicas, iba sin embargo a ser muy fugaz.
La realidad se impuso rápidamente a la nueva élite gubernamental de la Federación Rusa con el catastrófico derrumbe económico y la decepcionante atención por parte de los gobiernos occidentales a las nuevas y urgentes necesidades económicas de lo que se suponía desde Moscú iba a ser una pieza esencial en el nuevo orden internacional. En decadencia económica y sin relevancia estratégica, se iba a formular un nuevo curso, divergente de la experiencia liberal e integracionista, y centrado en planteamientos más geopolíticos donde primaría el multipolarismo y el equilibrio frente a Occidente. Ello supondría, además, un reequilibrio de prioridades en Asia-Pacífico. Esta evolución, que se empezó a percibir muy pronto en 1992 con los debates en torno al nuevo Concepto de Política Exterior de Rusia aprobada finalmente en 1993 y donde se ponía énfasis en el espacio postsoviético como nueva prioridad estratégica, encontró con la llegada de Yevgeni Primakov en 1996 al puesto de ministro de Exteriores su formulación definitiva; una formulación además, que en numerosos y esenciales aspectos, ha mantenido el tándem Putin-
Medvedev hasta nuestros días 15 . En el Noreste Asiático, ello se ha traducido principalmente en una mayor prioridad hacia China que
Japón. China, que con razón podría verse como la principal amenaza a
Rusia en la región de Asia Oriental y el particular equilibrio geoestratégico del Noreste Asiático, es sin embargo un valioso socio a la hora de realizar maniobras de contrapeso frente a los EE.UU. y de acotar su presencia en regiones como por ejemplo Asia Central. EE.UU. es un país con el que ambas potencias tienen muchos intereses comunes pero que supone por su propio peso y por sus particulares políticas un desafío. Este esquema queda aún más acotado si tenemos en cuenta los intereses comunes que unían a la Federación Rusa y a la China Popular tras la traumática transición a la democracia y al capitalismo del Estado sucesor de la URSS: (1) a la par que China
14 Buszynski, Leszek: “Russia and the Asia-Pacific Region”, Pacific Affairs, vol.
65, nº 4 (invierno 1992-1993), en particular pp. 486-509. 15 Ver: Tsygankov, op. cit.; Lo, op. cit.; Lo, Bobo (2003): Vladimir Putin and the
Evolution of Russian Foreign Policy, Oxford, Blackwell.
Eric Pardo temía la secesión en su región más occidental del Xinjiang, poblada
por la etnia minoritaria uigur, tanto Rusia como China temían las amenazas que podían provenir de los cinco Estados independientes de Asia Central —Kazajstán, Uzbekistán, Turkmenistán, Kirguistán y Tayikistán—; esos intereses comunes, compartidos en su gran mayoría por los mismos Estados de Asia Central, están en la base de la definición de las fronteras comunes ya en 1991 y de las medidas de confianza que cimentan esa concordancia de intereses en los años 90 y que finalmente desembocan en el proceso de Shanghai y la fundación
de la SCO. (2) Además, aunque Rusia pretendiese en su inicio dirigir su atención a las economías de alto valor añadido como Japón, Corea del Sur y Taiwán, la realidad se ha impuesto y la complementariedad económica con China, país vital en su provisión de bienes de consumo esenciales para el muy vulnerable Extremo Oriente ruso, y cliente de enorme importancia hasta nuestros días para la industria militar rusa, se ha venido desarrollando sin pausa alguna. (3) Un tercer factor es la complementariedad entre uno de los principales exportadores mundiales de energía, Rusia, y uno de los principales consumidores, China; las relaciones energéticas entre ambos países, a pesar de que son competidores por la influencia en los países exportadores de Asia Central —Kazajstán, Uzbekistán y Turkmenistán— y a pesar de las difíciles negociaciones que han protagonizado en tantos aspectos, han
sido hasta el momento muy prometedoras 16 .