El Monte Athos

2.1.6 El Monte Athos

  En el Monte Athos habían sucedido muchas cosas importantes para el cretense y una fundamental para su Obra: Leí Dante (c. 26) para la Odis[sea]. Después Buda, y las lágrimas llenaron mis ojos. De este modo saltó la primera chispa que habría de provocar el gran incendio llamado Odisea (Prevelakis 1958: 98-99).

  El viaje con Sikelianos por el Monte Athos fue decisivo para Kazantzakis, además, porque allí conoció a Giorgos Zorbas, el pícaro que se convertiría en uno de sus maestros e inspirador del protagonista de la célebre novela: Si quisiera distinguir qué hombres dejaron más profundas sus huellas en mi alma, tal vez distinguiera tres o cuatro: Homero, Bergson, Nietzsche y Zorba (Kazantzakis [1946] 2002: 7).

  5: Yorgos Zorbas (1918)

  Zorbas era un vividor en busca de experiencias, Kazantzakis un intelectual que buscaba respuestas. La admiración mutua que sintieron estas dos personas de carácter tan opuesto como complementario se convirtió rápidamente en amistad. En 1917 decidieron poner en marcha una mina de lignito en la región de Mani en el Peloponeso. Asimismo participaron juntos en el rescate de los exiliados griegos del Cáucaso un par

  de años más tarde (Anapliotis 1960, Richards 1964). La primera empresa fue un fracaso, la segunda, por suerte, resultó exitosa.

  34 Helena González Vaquerizo, La Odisea cretense y modernista de Nikos Kazantzakis

  Cuando se despidieron, lo hicieron seguros de que sus caminos volverían a cruzarse y mantuvieron contacto epistolar durante años. En sus cartas Zorbas siguió dándole a Kazantzakis las respuestas más sencillas y, por tanto, más acertadas a las preguntas que lo angustiaban: No tengo ningún miedo a dios, pero ninguno, porque obedezco, creo, a mis propios mandamientos- no tengo miedo a la muerte, porque no es mala, no es nada, igual que yo no soy nada (Kazantzaki, E., 1977: 114 [Carta de G. Zorbas a N. Kazantzakis 1771922])

  Zorba enseñó a Kazantzakis a amar la vida y a no temer la muerte (Kazantzakis [1946] 2002: 7]. Y le siguió tentando a cometer pequeñas locuras en sus cartas, como cuando desde Serbia le telegrafió: Encontrada una preciosa piedra verde. Ven inmediatamente (ibídem: 310). Pero nunca volvieron a encontrarse. Kazantzakis recibió en 1942 el telegrama que le comunicaba la muerte de Zorbas y, recluido en su casa de la isla de Egina, completó la novela en 1943 durante la ocupación alemana de Grecia.

  La novela, con un gran componente autobiográfico, trataría la relación del “experto en minas” Alexis Zorbas -experto en realidad en atreverse a cualquier cosa- y un escritor de origen griego pero educado en Inglaterra, mientras tratan de poner en marcha una mina de lignito abandonada en el sur de Creta, donde Kazantzakis traslada la acción. Fue un gran éxito y con ella Kazantzakis obtuvo rápidamente el reconocimiento internacional. Con su escritura enérgica, potente y bella, la novela más célebre de Kazantzakis nunca deja indiferente y logra trasmitir al lector las ganas de vivir, de comer, de disfrutar de los placeres, del sol y del vino, que constituyen la lección de Zorbas al meditabundo escritor, siempre paralizado por las dudas. Zorbas era un maestro en el arte de vivir porque posee la mirada de un niño, porque veía las cosas como si siempre fuera la primera vez: Cuando pienso con qué comida durante tantos años me alimentaron los libros y los maestros, para llenar un alma hambrienta, y qué mente de león me dio Zorba por alimento en tan pocos meses, difícilmente puedo soportar la amargura y la rabia (ibídem: 442). En 1964, siete años después de la muerte de Kazantzakis, Michael Cacoyannis rodaría la famosa película protagonizada por Anthony Queen.

  2. VIDA Y OBRA: 2.1 Biografía