Los terremotos

4.3.2.4 Los terremotos

  51: Mapa unificado de riesgo sísmico en Europa y el Mediterráneo, CSIC

  http:wija.ija.csic.esgtearthquakes

  Creta es una zona de abundante actividad sísmica. Esto es debido a que justo debajo ella se encuentra la línea de colisión de la placa euroasiática y la africana. Esta circunstancia ha dado lugar a una fosa oceánica al sur de la isla y a su escarpado relieve. La colina de Kefala, sobre la cual se sitúa Knossos, es un tell, es decir, una colina artificial que se ha formado mediante la superposición de sucesivos estratos. Una causa plausible de la destrucción sufrida en varios de ellos son precisamente los movimientos del subsuelo.

  Los terremotos están documentados en Creta desde tiempos de Nerón. Se produce una media de dos importantes cada siglo, aunque los pequeños son muy frecuentes 150 .

  Arthur Evans estaba convencido de que los terremotos habían causado la destrucción de los palacios minoicos a finales del MMIII (Evans 1921-35, II, 1: 287 y ss.) y habían determinado el carácter de la religión cretense, que habría nacido como reacción a las condiciones sísmicas de la isla (cf. 4.4.1). Además, las convulsiones sísmicas podían haber tenido consecuencias políticas, propiciando cambios de gobierno. Sería posible, según él, que tras la catástrofe se produjera un movimiento insurgente del pueblo y de este modo el Gran Palacio habría dejado de ser residencia de los Reyes Sacerdotes, para resultar ocupado y dividido en pequeños compartimentos (Evans 1921- 1935, II, 1: 321). Asimismo una catástrofe sísmica en el MRI habría provocado un

  150 Los registros muestran que los movimientos sísmicos más frecuentes en la zona son de 2.2 a 4 grados

  de intensidad y se producen casi a diario.

  Cf. http:www.emsc-csem.orgEarthquakeMapzoom.php?key=103typ=euro4

  4. LA ODISEA CRETENSE: 4.3 Arqueología relativa

  movimiento de población hacia el continente, atestiguado por la mayor presencia minoica en el Egeo.

  En la mitología el hecho estaría reflejado como la caída de Minos, seguida de la huida de Dédalo a Sicilia y habría incluso confirmación arqueológica de la presencia minoica allí. Pero el palacio se recuperaría pronto; los nuevos habitantes serían más pobres, puesto que la aristocracia se habría marchado, pero numerosos. El verdadero abandono posterior sería resultado de las intrusiones desde el norte a finales de la época minoica (Evans 1921-35, II, 2: 665-7). Esto es lo que Evans y otros autores denominaron como invasiones bárbaras o dorias y Kazantzakis reflejó en sus rapsodias cretenses como la destrucción del reino de Idomeno a manos de los rubios bárbaros del norte.

  Expectante, Evans aguardó hasta tener la experiencia personal de un seísmo, suerte de la que pudo disfrutar en 1926: Un ruido grave surgió de la tierra semejante al sordo rugido de un toro furioso (Evans 1921-35, II, 1: 316). Tras las palabras de Evans resuenan las de Homero, cuando describe el bramido del animal que va a ser sacrificado al dios Posidón, el que sacude los mares, pero también la tierra: Exhaló la vida con un bramido, como el toro brama cuando lo arrastran a las aras del soberano

  Heliconio 151 los muchachos tirando, y se regocija el sacudidor de la tierra (Hom. Il.

  XX, 403). La comparación entre el rugido del animal y el del subsuelo resulta casi intuitiva y es fácilmente comprensible que los antiguos asociaran al toro con el dios que agita la tierra, Posidón. Evans debía tener en mente estas asociaciones cuando describió su experiencia del seísmo.

  De este modo, cuando Evans escucha a la entrada de una gruta retumbos y bramidos procedentes de lo más recóndito de la montaña, lo asocia inmediatamente al mito: la cueva es la guarida del minotauro. La explicación racional es que el sonido lo produce el aire acumulado en las cuevas sumergidas, un fenómeno que ocurre en grutas cercanas al mar, cuando entra agua. Se produce un sonido similar al que podría emitir un animal, de ahí que en Canarias, por ejemplo, llamen a estos lugares ‘bufaderos’.

  La vivencia vino a confirmar las intuiciones de Evans acerca de los aspectos ctónicos y propiciatorios de la religión cretense. El sacrificio de toros, animales de Posidón agitador de la tierra, cuyo rugido se parecía al que emergía de las entrañas de

  151 Probablemente Posidón, venerado en Hélica de Acaya (cf. Hom. Il. VIII 203 donde se llama a Posidón agitador del suelo, de vasto brío).

  304 Helena González Vaquerizo, La Odisea cretense y modernista de Nikos Kazantzakis

  la tierra cuando temblaba, es una forma de culto antisísmico. En el folclore cretense, pero también en otras culturas habituadas a estos fenómenos, como la japonesa, los terremotos los causa una bestia subterránea, de ahí el sacrificio de animales para aplacarla. En la denominada “Casa de los Bueyes Sacrificados”, sita en el yacimiento de Knossos y datada en el MMIII, Evans halló trípodes y cabezas de bueyes sacrificados, señales de que allí se practicaba el sacrificio ritual de los animales. Dicho sacrificio, ejecutado con la Doble Hacha, aparecería también en el famoso Sarcófago de Agia

  Triada (cf. Long 1974, Schina 1998: 9) 152 . Del mismo modo la existencia de las llamadas “criptas de pilares” 153 formaría parte del culto antisísmico. El palacio tendría

  así la función de santuario y las criptas serían capillas expiatorias, donde se depositaban figurillas votivas (Evans 1921-35, II, 1: 540).

  Los terremotos no solo explicarían buena parte de la religión de los minoicos, sino también las distintas fases de su civilización y su destrucción definitiva (Evans 1921-35,

  IV, 1: 186-187). En el MMIII, después de la primera destrucción, comenzaría una nueva era. Pese a la continuidad cultural, probablemente se diera un cambio de dinastía y hubiera mayor presencia extranjera (Evans 1921-35, I: 316). El período que va del MRIb al MRII, el estilo palaciego, arrancaría de nuevo con una catástrofe sísmica en varios centros minoicos (Evans 1921-35, IV, 2: 872 y ss.). A continuación se instalaría una nueva dinastía, agresiva y centralizadora, y se daría paso en la escritura al Lineal B (Evans 1921-35, IV, 2: 884).

  Evans imagina cómo debió ser la escena final del reino de Knossos, cuando una solemne ceremonia a los poderes del Inframundo se vería interrumpida por un terremoto y el incendio subsiguiente (Evans 1921-35, IV, 2: 942 y ss.). En la Odisea de Kazantzakis la destrucción no es consecuencia de un seísmo, sino del fuego. El incendio, no obstante, es avivado por el mismo viento primaveral que, según Evans, soplaba en el momento de la destrucción de Knossos (Beaton 2006: 185; Kaz. Od. H, 885- Θ, 485).

  Así pues, Kazantzakis no explota la posibilidad del terremoto en sus rapsodias cretenses, a pesar de que conoce las teorías que achacan el fin de los minoicos a los

  152 Otro sacrificio taurino se encuentra en fresco del Palacio de Néstor en Pilos (sureste del Peloponeso) (cf. Blegen II, 192 y ss.).

  153 Espacios subterráneos, carentes de ventanas, en los que, según Evans, se veneraría a la Diosa minoica en calidad de “estabilizadora” de la tierra (Evans 1921-35, II, 1: 322-323).

  4. LA ODISEA CRETENSE: 4.3 Arqueología relativa

  seísmos y el maremoto provocado por la erupción volcánica en la isla de Santorini 154 y, sobre todo, está al corriente de la frecuencia de los movimientos de la tierra en la isla

  desde la Antigüedad: La Creta minoica, con sus aterradores terremotos simbolizados por el Toro y por los juegos que hacen los cretenses frente a frente con este toro (Kazantzakis [1956] 2007: 481).

  El poeta se guarda el motivo del terremoto y su capacidad destructiva para más adelante. En África Odiseo diseña y construye una ciudad ideal (Kaz. Od. O-Π, cf. 3.2), una suerte de Utopía, cuya constitución recuerda a la de la República platónica (Konidari Favi 1992, González Vaquerizo 2010b). El mismo día de su inauguración, la ciudad es destruida por un seísmo. De nuevo el sonido que emerge de la tierra es semejante al de un toro, como lo fuera para Homero y para Evans: y se oyó un mugido

  de toro allá en el vientre del mundo (Kaz. Od. Π, 87).

  A pesar de que la destrucción de la ciudad ideal se atribuya a una catástrofe

  natural, el terremoto parece un castigo divino a la población. El sentido del seísmo vuelve así a ser religioso y a relacionarse con el culto del toro y la diosa estabilizadora

  de la tierra. En el capítulo dedicado a la religión minoica en la Odisea (4.4.1) ahondaremos en estos aspectos.