Los minoicos en Kazantzakis

5.4.2 Los minoicos en Kazantzakis

  Kazantzakis fija su atención en los mitos cretenses como cretense que es, pero también dentro del clima europeo al que siente que pertenece plenamente. Su interés por las figuras de la mitología cretense y su leyenda, constante desde los años de la Odisea (1924-1938), los del drama Teseo (Kouros) (1949-1953) y hasta la propia Carta al Greco (1957), corría paralelo al de sus contemporáneos, no solo en el ámbito de la literatura y el arte, sino también en el de la pujante psicología.

  5. LA ODISEA MODERNISTA : 5.4 Identidad europea y civilización minoica

  La civilización minoica jugó un importante papel en la configuración de la identidad europea a principios del siglo XX. La literatura, que no solo se hace eco de las corrientes culturales de su tiempo, reflejándolas, sino que contribuye en gran medida a su formación, forma parte de la construcción de la identidad nacional griega a partir del legado minoico.

  Teseo (Kouros) y En el palacio de Knossos

  La obra de Kazantzakis y, sobre todo, la evolución gradual que se da en la imagen

  de los minoicos en su obra desde la Odisea, donde son extraños y depravados, hasta la Carta al Greco, donde representan el origen de la civilización europea (“aquí el alma griega alcanzó su misión destinada”), es el mejor ejemplo de esta apropiación del pasado, que podría deberse, como ha señalado Beaton (2006: 184, 2008: 21), al desciframiento del Lineal B, anunciado en 1952. En ese momento, la certeza de que al menos los más recientes habitantes de Knossos hablaban griego, convirtió paulatinamente a los minoicos en helenos.

  Tal es la tesis que el investigador escocés Beaton ha defendido en numerosas ocasiones. En sus artículos ha abordado la cuestión de los minoicos en la literatura griega moderna con especial énfasis en la Odisea de Kazantzakis (Beaton 2006) y ha estudiado la evolución del autor (Beaton 2008) desde este poema hasta la póstuma Carta al Greco, donde la identificación de los minoicos con los griegos se hace plena a través de la mirada cretense (cf. 3.5.3).

  Su estudio pasa por dos estadios tan esenciales en la trayectoria minoica de Kazantzakis como poco conocidos: En el palacio de Knossos (1940) y Teseo (Kouros) (1949), que pueden ser estudiados como variaciones de un mismo tema, la reinterpretación de la civilización minoica por un escritor cretense a mediados del siglo

  XX y dentro del clima del Modernismo europeo.

  Kazantzakis escribió la novela En el palacio de Knossos para que fuera seriada en la revista del movimiento juvenil del dictador Metaxas, I Neolaia (La Juventud), pero la entrada de Grecia en la II Guerra Mundial retrasó su publicación hasta 1981. Se trata de una novela de aventuras, dirigida a un público juvenil. Junto a la otra obra de las mismas características que escribió Kazantzakis, En los tiempos de Alejandro Magno (1914-1922, 1940), ha sido generalmente ignorada por la crítica. Sin embargo, es una obra seria, que ha despertado serios debates (Bien 2007, 2: 356-362; Petrakou 2005: 461-485).

  428 Helena González Vaquerizo, La Odisea cretense y modernista de Nikos Kazantzakis

  La novela dramatiza la llegada del ateniense Teseo a Knossos, donde reina el rey Minos, señor de los mares, como lo quisieron Evans y la leyenda. Su hija Ariadna es una joven en edad escolar, que se enamorará del recién llegado. Recuerda a Dijtena en la Odisea, si bien es mucho más inocente que aquella. Su confidente es una esclava llamada Krino, que era el nombre del Lirio, una de las hijas de Idomeneo en el poema. También aparecen en la novela los atenienses Dédalo e Ícaro, su íntimo amigo Haris, hijo de un herrero ateniense raptado y llevado a la isla (recuérdese al personaje del herrero Karteros, a quien Odiseo convierte en rey de Creta), y el Minotauro.

  Aunque en la Odisea el rey era Idomeneo y el Minotauro no estaba, por razones

  de estricta lógica cronológica, los acontecimientos son esencialmente los mismos. Minos equivale a Idomeneo y Teseo a Odiseo, héroe extranjero que en ambos casos destruye la civilización decadente y seduce a la hija del rey. Encontramos de nuevo en la novela a los bárbaros rubios del norte y sus armas de hierro. Los minoicos vuelven a parecerse a los de los frescos de Knossos, los hombres llevan plumas en la cabeza, las mujeres el pecho descubierto.

  Ariadna baila ante su padre un baile directamente sacado de la Salomé de Strauss (Ziolkowski 2009: 106). Minos vuelve a intentar matar a Krino (que aquí es, como se ha señalado, amiga de Ariadna en lugar de hija de Minos) drogando al toro con el que esta baila y la escena de taurocatapsia descrita en la Odisea se repite. Ariadna abandona voluntariamente a Teseo a favor de Dioniso. Teseo, aconsejado por Atenea, se une a las hordas de bárbaros. Una escena similar de taurocatapsia se encuentra en otra novela contemporánea, Le roi doit mourir (1958) de Mary Renault, y el abandono de Teseo se encuentra en la de Franz Spunda, Minos oder die Geburt Europas (1931).

  El tono político resuena en la novela de Kazantzakis: la inminente llegada de los rubios bárbaros, los dorios, y el tiempo de la decadencia de Creta, que ha de dejar lugar

  a los más fuertes. Los atenienses son civilizados y democráticos, los jóvenes de Metaxas se identificarían con ellos. De acuerdo con las convicciones de Evans los minoicos de la novela hablan una lengua extraña y utilizan un desconocido sistema de escritura, que no es el Lineal A o B, sino el del Disco de Festos.

  Unos años más tarde Kazantzakis escribía: Ahora empezaré una tragedia con cuatro personajes: Minos, Teseo, el Minotauro, Ariadna. Minos, el último fruto de la gran civilización, Teseo, la nueva flor de una nueva civilización, el Minotauro, el oscuro Subconsciente, donde las tres grandes ramas (animal, humano, dios) aún no se

  5. LA ODISEA MODERNISTA : 5.4 Identidad europea y civilización minoica

  han separado. Es la Sustancia primitiva, que todo lo contiene. Ariadna es el Amor (Kazantzaki, E. 1977: 560 [Carta a B. Knös del 141949]).

  La tragedia se llamó Teseo (Kouros) y es un drama en verso, una alegoría lírica al modo modernista de las obras contemporáneas de T.S. Eliot, que presenta unidad de tiempo, lugar y acción, que mezcla el verso con la prosa. Los personajes son Minos, Teseo y Ariadna. En la sombra del laberinto está también el Minotauro. Teseo vuelve a ser el héroe ario, un joven hermoso, de ahí el nombre de Kouros, que designa las estatuas arcaicas de jóvenes del Ática.

  Teseo es el modelo de efebo que rechaza la sexualidad femenina, como lo fuera Hipolito, deseado por Fedra, la hermana de Ariadna (cf. 4.4.2.5). Ariadna es una tentadora, como Dijtena para el héroe en la Odisea. Quiere convencerlo de que la lleve y le augura que se perderá “en el inextricable laberinto” de su cuerpo (Kazantzakis 1998a: 298). Él se resiste, asegura que su alma está por encima de sus riñones. Ariadna personifica las fuerzas ocultas de la decadente civilización de Creta, los rituales taurinos, la devoción a la Diosa Madre. Su cerebro es el hilo con el que Teseo podría escapar, el laberinto es para el héroe el cuerpo y el beso de la princesa.

  Los minoicos son, como el Minotauro, mitad hombres mitad bestias. Minos viene

  de su viaje ritual para conversar con el dios en la cima de la montaña, pero los dioses han abandonado la isla, y reconoce que Teseo es el portador de esa sangre nueva que necesita su pueblo –tema recurrente en Kazantzakis– y le ofrece a su hija. Teseo se enfrenta al monstruo en el laberinto, mientras que fuera el capitán del barco ateniense y los jóvenes que habían de ser las víctimas del monstruo ejecutan una danza táurica ante sus puertas. Cuando emerge, sus palabras sugieren que lo que ha tenido lugar ha sido más un encuentro sexual que una lucha (Beaton 2008: 16). Se abren las tres puertas del misterio. Ha habido sangre, llanto y, al fin, queda el silencio. El monstruo se ha transformado en Kouros, estatua de un dios masculino, que simboliza el paso del bronce

  a la civilización helénica. Más alto, más hermoso y sereno pero idéntico a Teseo aparece, cuando se quita la máscara del toro.

  Minoicos y atenienses son antitéticos en el drama. Los minoicos son extranjeros y la obra los compara a una gran dictadura, muy besada, montada por el toro, todo maquillaje y adornos y aromas, para encubrir su peste. Los atenienses son gente sencilla y poco sofisticada y su ciudad representa el alma libre de la Grecia de huesos ligeros (Kazantzakis 1998a: 277). Se asocian a una divinidad masculina desnuda,

  430 Helena González Vaquerizo, La Odisea cretense y modernista de Nikos Kazantzakis

  mientras Creta lo hace a una femenina y adornada. Los minoicos tienen, como en los frescos, la piel oscura, los atenienses son rubios. Ariadna y los minoicos se asocian a la luna; los griegos al sol.

  Aquí no hay tanto una alegoría del presente griego o europeo como una vía de escape en forma de drama antiguo y un anuncio del futuro. Kouros mira más allá del presente hacia la emergencia de una nueva civilización.

  Los antepasados de Kazantzakis, los minoicos, fueron siempre unos extraños para él. A partir de las teorías de Evans los reconstruyó en la Odisea como decadentes y depravados. En sus escritos de la época los reconoció como antepasados, si bien los diferenció y mucho de los griegos de época clásica (1943: 1033). En las obras de los años 40’, la novela y la tragedia que hemos comentado, siguieron siendo unos extraños. Pero tras el desciframiento del Lineal B en 1952 fueron asimilados a los griegos. En la Carta al Greco representan el espíritu de Grecia, si bien son diferentes de los griegos del momento y el puente entre África, Asia y Europa (Kazantzakis [1956] 2007: 151). Son ya el fruto de la unión de Asia y África con Europa, la síntesis y no, como en sus apariciones anteriores en la obra de Kazantzakis, el elemento oriental que solo unido al occidental daría lugar a los griegos.

  Kazantzakis comparte con autores y artistas de su tiempo el interés por el pasado minoico y su uso como vehículo de expresión de las características comunes. Él tuvo sobre otros la ventaja de una experiencia directa de la isla. Después de Kazantzakis han sido muchos los autores griegos que han reconstruido el pasado minoico en sus obras. No es casualidad que, en su mayoría, sean autores de origen cretense. No obstante son todos autores de proyección internacional, por lo que sus ideas sobre el pasado cretense han trascendido, como en el caso de Kazantzakis, el ámbito local ayudando a configurar la identidad nacional griega y, por tanto, la europea y occidental. A mediados del siglo

  XX encontramos dos premios Nobel de Grecia, los poetas Yannis Ritsos y Odiseas Elytis, ocupados en el tema. El primero es autor de Romiosyne (1954), ‘Grecidad’, donde encontramos de nuevo los frescos de Knossos, mientras que en To Axion Esti (1959) Elytis hace del Príncipe de los Lirios un héroe heleno. Menos conocido es Aris Diktaios, un autor que se ha dado un nombre de ecos cretense, y que tiene un poema titulado Keftiou (1974: 57), así como un Minoico leyendo el Disco de Festos (1974: 324-326).

  5. LA ODISEA MODERNISTA : 5.4 Identidad europea y civilización minoica

  En época más reciente los postmodernistas griegos han revisado la herencia de sus antepasados. Dimitris Kalokyris (1997: 169) y la cretense Rhea Galanaki son ejemplos del interés por apropiarse el legado minoico. Galanaki, una de las mejores novelistas griegas contemporáneas, explora en sus novelas la identidad nacional griega desde el pasado cretense. O Bios tou Ismail Ferik Pasha (La vida de Ismail Ferik Pasha, 1989) o O Aionas ton labyrinthon (El siglo de los laberintos, 2000), una reconstrucción de los años en que Minos Kalokairinos desenterraba las primeras piedras de Knossos en la que, por cierto, aparece el propio Nikos Kazantzakis como un venerado fantasma (Galanaki 2000: 268-284), son ejemplos de esta exploración.

  En el cambio del siglo XX al XXI los minoicos pasan de ser la antítesis de lo helénico que proclamara Evans a sus más ilustres antepasados (Beaton 2006: 193). Los escritores griegos se hacen eco del desciframiento del Lineal B y ponen a los minoicos a hablar en griego, al tiempo que prefieren ignorar que el Lineal A o el Disco de Festos siguen sin descifrar y que podrían ser testimonios de esa descartada extranjería de los minoicos. Se prefieren los testimonios que helenizan, frente a aquellos que barbarizan, como las evidencias recientes de prácticas de sacrificio humano y canibalismo ritual frecuentemente silenciadas (cf. Castleden 1990b: 172, Wall et al. 1986: 333-388). Los minoicos han redefinido y reformado la identidad griega y europea y las novedades en su ámbito resultan peligrosas.

  A Kazantzakis en particular el descubrimiento de los minoicos lo reforzó y animó en su idea de que había algo así como una identidad cretense, al tiempo local y universal, y que esta podía trazarse desde el pasado más remoto hasta la actualidad (Beaton 2008: 4).

  En definitiva, el interés por el mundo minoico se inserta en una corriente europea del Modernismo, pero tiene su origen en la familiaridad de Kazantzakis con la isla de Creta que, como ha podido comprobarse a lo largo de este trabajo, se erige sin duda en clave interpretativa de todo el poema.

  6. CONCLUSIONES