La mirada cretense

3.5.3 La mirada cretense

  La mirada cretense es una noción clave en Kazantzakis, quien la define como la mirada valiente del hombre frente al toro, el ojo que mira sin miedo el miedo

  66 Androutsos había sido maestro suyo en Iraklio entre 1899 y 1902 (Prevelakis 1958 [1961]: 5; Poulakidas 1971-1972: 276).

  3. LA ODISEA DE KAZANTZAKIS: 3.5 Filosofía

  (Kazantzakis [1957] 2007: 481) y ha sido muy estudiada (Anton 2010, Beaton 2006, Levitt 1971-1972, Levitt 1980, Markomichelaki e.p., Mitsakis 1998). La idea había sido apuntada como una “tercera vía” por M. Kalimerakis (Zografou 1960: 267), antes de que Kazantzakis le diera su expresión definitiva (Kazantzakis 2007: 481 y 1943: 1033).

  Por primera vez en una carta de 1936 Kazantzakis habla a su amigo Prevelakis de la mirada cretense (Prevelakis 1984: 457 [abril 1936]), concepto fundamental de su pensamiento con el que el autor se posiciona, como pensador, a medio camino de Oriente y Occidente. Más tarde, en la carta abierta a Laourdas (Kazantzakis 1943), con la que responde a las duras críticas que este había hecho a su Odisea (Laourdas 1943a y 1943b), y en la Carta al Greco ([1957] 2007) Kazantzakis explica esa mirada como aquella que sintetiza los contrarios y también como la mirada de su héroe Odiseo. Cierto que, como advierte Castillo Didier (2007: 217), la mirada cretense no está desarrollada

  de manera explícita en la Odisea, pero creemos que la idea subyace ya en el poema. Al fin y al cabo, según Kazantzakis, la mirada cretense, i kritiki matia, que en griego es un homófono exacto de la mirada crítica (Lewit 1980), era la mirada de Odiseo. Por otra parte, en la Carta al Greco, Kazantzakis da a entender que tuvo la revelación de la idea en una visita a Knossos en 1924, es decir, el año en que comenzó a escribir el poema.

  Al contemplar los frescos de Knossos, donde unos valientes jóvenes ejecutan increíbles acrobacias sobre los toros, donde los peces voladores se afanan por salir del agua, Kazantzakis pensó que los minoicos debieron poseer un carácter especialmente valeroso y una forma de enfrentarse al peligro que denominó mirada cretense: Esta inapropiada sed de vida, esta sonrisa sin miedo frente al peligro y la muerte… “Aquí,” pensaba turbado, “aquí, en el terrible momento en que el cretense se enfrenta al abismo, se encuentra el secreto de Creta: eso es lo que debo descubrir” (Kazantzakis [1956] 2007: 451).

  La mirada cretense tiene similitudes con el concepto de la valentía (andreia) de Platón, quien en el Laques la definía como la capacidad de distinguir lo que hay que temer de lo que no. Para Kazantzakis se trata, sin embargo, de no temer ni lo que, de hecho, es temible (Antón 2010). El ejercicio de la taurocatapsia (cf. 4.3.2.6), por ejemplo, requería de un valor excepcional. Había que ser capaz, como dice la castiza expresión catellana de “coger al toro por los cuernos”, de enfrentarse a dios como hace

  Odiseo.

  […] en la civilización minoica tal era la mirada cretense. La Creta minoica, con sus aterradores terremotos simbolizados por el Toro y por los juegos que hacen los cretenses

  162 Helena González Vaquerizo, La Odisea cretense y modernista de Nikos Kazantzakis

  frente a frente con este toro, realiza lo que considero lo más alto: la Síntesis. […] Los cretenses enfrentaban al Toro-Titán sin miedo, frente a frente, y no lo mataban para mezclarse con él (Oriente) o para liberarse de su presencia (Grecia), sino que jugaban con él, cómodamente. […] Y así, el cretense transformó el terror en un elevado juego, en el que la areté del hombre en el contacto directo con la fiera se fortalecía y vencía. […] Ciertamente para resistir uno y para jugar un juego tan peligroso, se necesita grande ejercitación corporal y psíquica y despierta disciplina de los nervios. Pero una vez te ejercitas y tomas el ritmo del juego, cada movimiento se hace sencillo, seguro y cómodo. Esa lúdica mirada heroica sin esperanza y sin temor, que enfrenta así al Toro -el Abismo- la llamo: mirada cretense (Kazantzakis [1956] 2007: 481).

  Al explicar el concepto en su carta a Laourdas en 1943 Kazantzakis había distinguido entre el modo de pensar griego y el oriental. Creta era la síntesis entre la antigua Grecia y Oriente y le había provisto de una visión del mundo que, a su vez, era una síntesis de antítesis estereotipadas: Mi cerebro es occidental, mi deseo es fuerte, mi fuego asiático, mi corazón africano (Kazantzakis en Jouvenel 1962: 1578).

  Así se define Kazantzakis que es, antes que nada, un cretense, es decir, un occidental, un asiático y un africano. También declara que la Grecia clásica le es extraña, pero que de las Kores, esas “hijas de Oriente”, se siente hermano y contemporáneo (Izzet 1964: 348).

  19: Kore de Quíos (520-510 a.C.), Museo de la Acrópolis

  En su respuesta a Laourdas explica los problemas del crítico para entender la obra

  a partir de la oposición Oriente-Occidente: Apolo es griego, Dioniso asiático. El primero tira hacia arriba, el segundo hacia abajo, dice Kazantzakis. Como los caballos

  de Platón (Phdr. 246a-b, 253d), se podría añadir. Son dos corrientes complementarias

  de Grecia en las cuales busca Odiseo la síntesis (Kazantzakis 1943: 1032). Esta síntesis es, precisamente, a lo que va a llamar la mirada cretense:

  El ideal supremo de los griegos es: que el yo se salve de la anarquía y el caos. El ideal supremo de oriente es: que el yo se una con el infinito y desaparezca. […] Otra cosa, una síntesis: que el yo contemple el abismo sin desintegrarse; al contrario, que esta

  3. LA ODISEA DE KAZANTZAKIS: 3.5 Filosofía

  contemplación lo llene de coherencia, orgullo y valor. Y esta mirada que contempla así la vida y la muerte, la llamo cretense (Kazantzakis 1943: 1033).

  Kazantzakis siente un profundo orgullo de ser cretense, como, por otra parte, sucede hoy día en los habitantes de la isla. Viendo cómo viven los griegos en París en diciembre de 1926 dirá: Gracias a dios, los cretenses no somos griegos. Me alegro de la sangre africana que corre por mis venas (Kazantzaki, E. 1977: 196). También asegurará estar hecho de “tierra cretense” Made in Crete y aguantar mejor las dificultades gracias a ello (Kazantzaki, E. 1977: 564-565).

  El carácter cretense, que se manifiesta en esa particular y valiente mirada, no es, sin embargo, un principio regionalista, sino uno unviversal, que trasciende Creta y Grecia. Se trata de algo similar, salvando las distancias, a la paideia (educación) clásica, que convertía en griego a todo aquel educado en la lengua y la cultura helenas, independientemente de su raza o lugar de nacimiento. En una carta a Chourmouzios dirá:

  Y por eso tal y como tú dices Odiseo es un ciudadano de la civilización del mañana (del supuesto mañana) más allá de limitaciones raciales. Mirada cretense no significa erradicar la civilización occidental, oriental o antigua de Grecia; significa unirlas todas y sobre todo la nueva que surge dentro de nosotros, y que vivamos una percepción de la vida más amplia, más valiente y más responsable. Odiseo recorre, como dices, no Grecia, sino la Tierra (Chourmouzios 1977: 186).

  También a Chourmouzios le había revelado la importancia de Creta y de la mirada cretense como claves interpretativas de la Odisea, un testimonio esencial para nuestro trabajo:

  […] pero quisiera pedirte que te des cuenta de que escribo sobre Creta tal y como la siento en mi interior y de qué importancia filosófica (síntesis de Grecia y Oriente) le doy a Creta. Ni Grecia ni Oriente: Creta –esa es la clave para entrar en la Odisea. Si esto se explica bien, la Odisea se vuelve simple y luminosa. La Creta minoica con sus terribles seísmos, que simbolizan el toro y los juegos que hacen los cretenses precisamente con el toro, ejemplifica lo que digo: mirar el abismo y no temer, al contrario, luchar y jugar con él, cómodamente. A eso llamo la mirada cretense. Así se ilumina por primera vez, creo, perfectamente mi alma: continuación de una fuerza ancestral que rompió primero en Creta y que aún existe. Así se distingue perfectamente, lo mismo que geográficamente, Creta de Oriente y de Grecia y constituye, para mí, la síntesis. (Chourmouzios 1977: 182)

  164 Helena González Vaquerizo, La Odisea cretense y modernista de Nikos Kazantzakis