El laberinto

4.3.2.5 El laberinto

  52: Plano del palacio de Knossos.

  El episodio más conocido de la mitología cretense, el de Teseo y el Minotauro, tiene lugar en el laberinto donde vive encerrado el monstruo y del que el héroe escapa gracias al hilo de Ariadna, la hija del rey Minos (cf. 4.4.2).

  Cuando desenterró las ruinas del Palacio de Knossos, Evans en seguida creyó encontrarse ante el origen mismo del mito: el palacio, con sus tortuosos pasillos y

  154 Poco antes de la II Guerra Mundial Spiridon Marinatos asoció la destrucción de los palacios cretenses con las erupciones volcánicas de Santorini en su famoso artículo “The Volcanic Destruction of Minoan

  Crete” publicado en Antiquity en el año 1939 (Marinatos 1939, cf. Page 1970, Stiebing 1984).

  306 Helena González Vaquerizo, La Odisea cretense y modernista de Nikos Kazantzakis

  corredores, sus habitaciones subterráneas e intrincado diseño, que conducía a un patio interior, esto es, a un centro, era el laberinto (Evans 1921-1935, I: 533). En concreto identificó la llamada “zona teatral” con la pista de baile que, según el Escudo de Aquiles, había construído Dédalo para Ariadna (Hom. Il. XVIII, 590-606¸cf. Willets 1962: 123, Cook [1914-1940] 2010, 1: 479; cf. 4.2.3). Asimismo, identificó una bóveda cerca de la “Casa de los bueyes sacrificados” con la guarida del Minotauro (Evans 1922: 326).

  Sin embargo, según los testimonios antiguos el laberinto era la construcción destinada a encerrar al monstruo (Diod. IV, 77; Ap. Bibl. III, 1, 4, III, 15, 8 y Ep. I, 9; Ov. Met. VIII, 155-161) y no la residencia de los reyes. A medida que las excavaciones avanzaban y se veía que el palacio no presentaba un aspecto tan laberíntico, Evans fue cambiando su identificación (Sippel 1986) y concluyó que Minos y su familia no vivieron en un laberinto, sino que las ruinas de su palacio habrían originado la leyenda, porque presentaban el aspecto de un laberinto cuando los invasores dorios lo destruyeron (Evans 1901a: 131-132, 1921-1935, III: 283, Bosanquet 1910-1911: 30).

  ¿Pero qué era realmente el laberinto? En la Antigüedad el término labyrinthos se documenta por primera vez en época de Pericles y designa la construcción de Amenemes III en Hawara (Medinet El Fayum) descrita por Heródoto (II, 146-148) y Estrabón (XVII, 1, 3, 1, 42 y 37, 1). Diodoro (I, 61, 3 y 97, 5) y Plinio (HN XXXVI, 19, 84-94) aseguran que Dédalo diseñó el laberinto de Creta como una copia de menor tamaño del egipcio. Sin embargo, algunos autores no encuentran ninguna semejanza arquitectónica entre ambas construcciones (Sippel 1986: 77), mientras que otros sí (Deeds en Hooke (ed.) 1935: 19).

  El origen y función del laberinto se han rastreado no solo en los restos materiales, sino también a partir de la etimología. De acuerdo con la tradición los egiptólogos propusieron para el laberinto la etimología de loperohunt, ‘palacio (o templo) junto al lago’, que haría referencia al vecino lago Meris. El griego labyrinthos sería una derivación fonética del término egipcio (Wunderlich 1974: 54, MacGillivray 2006: 134- 135).

  4. LA ODISEA CRETENSE: 4.3 Arqueología relativa

  53: Reconstrucción ideal del laberinto y la pirámide de Hawara.

  Pero otra etimología derivaba el término griego del lidio labrys, ‘doble hacha’. Esta etimología sería asumida y difundida por Evans (Evans 1901b: 108, 109190; 1921- 1935, I,: 6, 533), aunque ya había sido propuesta por Maximilian Mayer (Mayer 1892: 191) y Paul Kretschmer de forma independiente (Kretschmer 1896: 404; cf. Wilamowitz 1931: 121).

  El lidio labrys explicaría tanto el epíteto de Zeus Labraundos en Caria, que menciona Plutarco (Plu. Mor. IV, 233-235), como el nombre del laberinto cretense, que Evans identificó con el palacio de Knossos. En sus ruinas abundaba el símbolo de la ‘doble hacha’, la labrys, de manera que Evans dedujo que aquel era el laberinto o “Casa

  de la Doble Hacha”. No tuvo en cuenta que el símbolo reaparecía en otros yacimientos, como el de Festos (Rouse 1901: 273), el de Arkalochori o el Sarcófago de Agia Triada (Evans 1921-1935, I: 463 y ss.).

  54: Labrys sobre un muro de Festos, Labrys de oro procedente de la cueva de Arkalochori (ca. 1500 a.C.), Museo Arqueológico de Iraklio, y Detalle del Sarcófago de Agia Triada (ca. 1400 a.C.), Museo

  Arqueológico de Iraklio.

  En apoyo de la tesis de Evans de identificar laberinto y palacio estaría asimismo el testimonio de un vaso ático. En él Teseo arrastra al Minotauro fuera del laberinto, que está representado por los meandros de la vertical y de la circunferencia que rodea la imagen (Ilustración 52). La columna a la entrada de lo que debe ser el laberinto es

  308 Helena González Vaquerizo, La Odisea cretense y modernista de Nikos Kazantzakis

  jónica, pero la decoración del friso recuerda a la que Evans reconstruyó sobre el pórtico

  de Knossos, de modo, según él, que estaría representando el palacio-laberinto:

  55: “Teseo mata al Minotauro”, Kylix ático (ca. 440-430 a.C.) 155 ; Pórtico de Knossos.

  No obstante, en el vaso ático se ha podido tomar Knossos como símbolo de Creta sin que eso signifique que el laberinto y el palacio son lo mismo. De hecho, si en algo coinciden los testimonios de los antiguos sobre el laberinto es en no identificarlo explícitamente con el palacio de Knossos (Call. Del. 307-315; Ap. III, 1, 3; Hyg. Fab. XL, Pasiphae; Diod. IV, 77 y LX IV, 112-115; Ov. Met., VIII, 5, 159; Plu. Thes., 19; Verg. Aen. V, 577-608). Únicamente Pausanias menciona Knossos en relación con el laberinto (Paus. I, 27, 10).

  Es evidente que la mitología griega asimiló la leyenda del laberinto y el Minotauro cretenses y que la conciencia sobre su etimología, origen o sentido, se difuminó con el tiempo. No hay en la Antigüedad ninguna referencia a la labrys en conexión con Creta, donde el término para hacha doble, como en Homero, era pelekys. Además la etimología de Mayer y Kretschmer, defendida por Evans, no implica que el palacio haya de ser un laberinto, tan solo que es un lugar representado por la doble hacha. Por su parte, el laberinto egipcio, en el que no hay labrys alguna, era conocido por ese nombre desde la Antigüedad, tal y como atestiguan Heródoto y Estrabón. A pesar de las lógicas dificultades que implican los testimonios de estos últimos, la etimología defendida por Evans se ha impuesto sobre la egipcia. El laberinto del mito es hoy día explicado a partir del plano del Palacio de Knossos y de la impresión causada por sus ruinas.

  Cabían, no obstante, otras posibilidades. A partir del mismo testimonio de Estrabón (VIII, 6, 2) y de la etimología propuesta por K.O. Müller, que relacionaba labyrinthos con laura y laureion –‘corredor’ en épico y jonio–, W.H.D. Rouse

  155 En el Museo Arqueológico Nacional (Madrid) se conserva una pieza muy similar, el Kylix de Aisón (ca. 430 a.C:), donde a la misma escena asiste la diosa Atenea.

  4. LA ODISEA CRETENSE: 4.3 Arqueología relativa

  interpretó que el laberinto sería la ‘casa de los corredores’ y, por tanto, una caverna (Rouse 1901: 268-274, Burrows 1907: 117-121 y Ap. B de Conway en Burrows 1907: 227-229; cf. Faure 1964: 160). Con esta etimología Rouse desvinculaba el laberinto de la doble hacha. Por último, la etimología de labyrinthos a partir de laas, ‘piedra’ –y dándole a -nthos el valor de un colectivo (Deroy 1956: 174)– planteaba también la posibilidad de que el laberinto fuera una caverna (Güntert 1932-1933: 4-6). Teniendo un conjunto de galerías talladas en la piedra sería posible interpretar a Estrabón (VIII, 6, 2 y 11), el Etymologicum Magnum (554, 26) y a Diodoro (IV, 78-79) y localizar el

  laberinto en una de las muchas cuevas de la isla 156 , como han hecho a lo largo de los siglos muchos visitantes (cf. Mathews 1923: 23-28 y Sartancangeli 2002: 109-113 157 ).

  Finalmente, se ha estudiado problema de la naturaleza, esquema y localización del laberinto en conexión con la danza a partir del testimonio de Homero al que aludíamos anteriormente (Hom. Il. XVIII, 590-606; cf. 4.2.3).

  Kazantzakis, o bien evita tomar partido o bien ignora los detalles del problema. Mantiene la cuestión en la indefinición de la metáfora con alusiones constantes al mito cretense y sin referencias al laberinto egipcio o a las posibles etimologías del término: el palacio que describe en Knossos es laberíntico (Kaz. Od. E, 1137; Z, 899; VII, 905), está lleno de escondites y agujeros, atalayas y túneles (Kaz. Od. Z, 993), de oscuros pasadizos, estrechos vericuetos e intrincadas puertas (Kaz. Od. E, 1179; H, 142; 498). Odiseo y sus compañeros son encerrados por Idomeneo en el vientre del Toro, metáfora del palacio-laberinto, que habla de la relación de la forma de los laberintos con las entrañas de los animales: Mil veces enhorabuena os colocó la deidad en el vientre del Toro, y ahora, ¿cómo saldréis de sus tortuosas e intrincadas vísceras? (Kaz. Od. E, 1301-1302). Así pues, se hace eco de la hipótesis de Evans de identificar el laberinto con el palacio, pero también habla de la caverna, donde se celebra un rito de fertilidad (cf. 4.4.1.2), como de un laberinto: y se desliza, serpentino, por los vidriosos y húmedos recodos de la caverna (Kaz. Od. E, 1036). Quizá, por fin, el laberinto sea para él la forma simbólica del misterio que expresa el baile.

  Pero si el palacio, la caverna o la danza son en Kazantzakis el laberinto del mito, lo son de una manera peculiar. Como en otras ocasiones la leyenda aparece actualizada y racionalizada. El laberinto no es la construcción que encierra al terrible monstruo,

  A favor de Gortina, por ejemplo, Sippel (1986: 75-79), a favor de Skoteino, Faure (1989: 76-84). 157 Quien recoge los testimonios antiguos referentes al laberinto.

  310 Helena González Vaquerizo, La Odisea cretense y modernista de Nikos Kazantzakis

  pero sí el palacio que habita un cruel monarca, Idomeneo, que en su incestuoso deseo por su hija Krino se nos aparece como un auténtico monstruo. El héroe, que no es Teseo, sino Odiseo, ha de llegar al centro del misterio, matar al enemigo y salir de nuevo a la luz con la ayuda de una princesa. Más adelante nos ocuparemos del modo en que Odiseo realiza esta hazaña (cf. 4.4.1).