El Modernismo en las novelas

5.3.1 El Modernismo en las novelas

  Para el profesor Beaton, uno de los más destacados estudiosos de Kazantzakis a nivel internacional, la Odisea, a pesar de haber sido publicada en 1938, pertenece al clima y las preocupaciones del período anterior de la literatura griega, esto es, el dominado por el romanticismo y la influencia de Palamas (cf. 3.5). Solo a partir de Zorba, no en vano apodado el Griego, se daría el primer acercamiento del autor al clima del movimiento modernista, que en Grecia tiene como preocupación principal la búsqueda de las raíces de la grecidad (Beaton 2009: 41; cf. 5.2). Beaton considera que en las novelas de Kazantzakis abundan los rasgos modernistas e incluso postmodernos.

  408 Helena González Vaquerizo, La Odisea cretense y modernista de Nikos Kazantzakis

  En nuestra opinión, la Odisea comparte con las novelas posteriores muchos de estos rasgos, si bien es una obra desigual, redactada a lo largo de muchos años y de difícil

  clasificación 255 .

  La Odisea no es un poema modernista en el sentido más obvio. Sería posible, a pesar de ello, hablar del Modernismo de la Odisea, aunque tan solo fuera a partir de la influencia en ella del simbolismo francés y los poetas ingleses: en efecto, Mallarmé, Valéry, Eliot o Pound abrieron para el mito clásico los nuevos caminos que siguieron después Joyce y Kazantzakis. Este último cuenta a Prevelakis en una de sus cartas que mientras trabaja la Odisea en Gottesgab apenas tiene tiempo de leer y que, si acaso, echa un vistazo a d’Ors o Valéry (Prevelakis 1984: 270 [Carta del 31-10-1931]). Por otra parte, el propio Palamas, reconocido por los especialistas como una de las influencias griegas más destacadas en el poema de Kazantzakis es, hasta cierto punto, modernista (Tziovas 1997: 5).

  Las primeras obras de Kazantzakis, predecesoras inmediatas de la Odisea, son además muy experimentales en forma y contenido. En sus dramas, como en El Maestro Primero (1909), por ejemplo, combina la influencia de modernistas como Strindberg, Brecht o Pirandello con su estilo personal (Sakellaridou 1997: 80). En Grecia estas obras se consideran, con pocas excepciones, irrepresentables, por más que su autor insistiera en que los escribía para la escena y no para la lectura. De hecho, hay quien considera que tienen un gran potencial para la experimentación teatral postmoderna (Sakellaridou 1997: 80) y que pueden ser muy efectivas en producciones “deconstruidas” y enriquecidas con efectos especiales (Petrakou 2010: 105). Kerenyi, por su parte, había elogiado la Comedia (1909) como una obra existencialista avant garde (Kerenyi 1969: 3-6; cf. 2.1.5) y Grammatas había estudiado la influencia de Pirandello sobre el Otelo (1936) de Kazantzakis (Grammatas 1992: 48).

  Las referencias sistemáticas a la historia, sea la antigua, la bizantina o la moderna, el uso del “método mítico”, que Eliot encumbrara como el mayor logro en el Ulises de Joyce (Eliot 1923: 271), son técnicas modernistas que, a juicio del profesor Beaton (2009: 21), Kazantzakis aplica en sus novelas de madurez, escritas a partir de 1946 y responsables de su éxito y fama internacionales (cf. 2.3).

  255 Durante el otoño de 2010 tuve la suerte de reunirme en varias ocasiones con el profesor Beaton en la Escuela Británica de Atenas y discutir estas cuestiones. El profesor Beaton se mostró bastante de acuerdo

  en considerar que en la Odisea existen rasgos incipientes del modernismo que después se encuentran en las novelas de Kazantzakis.

  5. LA ODISEA MODERNISTA: 5.3 El Modernismo de Kazantzakis

  Como ya se ha señalado, para Eliot la novela de Joyce es casi un descubrimiento científico, una forma de ordenar el caos y la anarquía de la historia contemporánea. El objetivo de Kazantzakis es idéntico en la Odisea, si bien puede que no lo alcance. No obstante, cuando mitifica la propia historia y presenta, por ejemplo, en el Capitán Mijalis ([1953] 2005) una Ilíada contemporánea está acercándose mucho al ejemplo modernista (Beaton 2009: 21-22).

  En Cristo de nuevo crucificado ([1950] 2005) Kazantzakis aborda la problemática del tiempo y el sentido del mito en relación a la idea del eterno retorno, temas que en Europa preocuparon a Eliot, Pound y Joyce, lo mismo que en Grecia a Seferis, Tsirkas o Theotokas (Beaton 2009: 45).

  Los héroes de sus novelas asumen papeles míticos, que es, en el fondo, lo mismo que hacen los personajes de la Odisea: Odiseo se convierte en Paris, cuando rapta a Helena, y en Teseo, cuando llega a Creta. Dijtena hace el papel de Ariadna, Idomeneo el del Minotauro y el goloso Centauro, que recibe el trono de la “ínsula” Creta, es un Sancho Panza. Kazantzakis funciona a todos los niveles y en todas sus obras mediante arquetipos, e independientemente de que los personajes lo sepan o no, están actuando de acuerdo a los arquetipos que representan. Este es un descubrimiento genial de Kazantzakis, ampliamente ensayado en la Odisea, antes de volver a encontrarlo en la novela. El autor pone en funcionamiento algo más que un mecanismo simbólico: sus personajes, como los del Ulises de Joyce, encarnan papeles míticos eternos (ibídem: 53- 54).

  La referencia constante al mito que está detrás de las obras es una técnica modernista. Así la Ilíada se perfila como base del Capitán Mijalis (ibídem: 67-68): encontramos el conflicto entre dos naciones enemigas, pero el “otro” no es demonizado y los héroes Capitán Mijalis y el turco Nuri Bey tienen la talla épica de los héroes homéricos. Mientras, la disputa por la mujer del turco, Eminé Hanumi, evoca la leyenda

  de Helena 256 . Esta técnica la aplica Kazantzakis también en la Odisea, no tanto en las primeras rapsodias, donde sigue el esquema homérico, como en los episodios cretenses.

  Las creencias religiosas y los ciclos míticos de la isla son repetidos por los personajes, a pesar de que la trama se localice mucho tiempo después, en tiempos homéricos:

  Sobre los numerosos paralelismos entre la Ilíada y El Capitán Mijalis cf. Meraklis 1977, Constantinides 1984, Paschalis 2010.

  410 Helena González Vaquerizo, La Odisea cretense y modernista de Nikos Kazantzakis

  Idomeneo es un nuevo monstruo-Minotauro y un renovado Minos, Helena es y actúa como una Pasífae, Dijtena como una Ariadna, etc. (cf. 4.4.1 y 4.4.2).

  En Cristo de nuevo crucificado nos encontramos con la historia que se repite, con el eterno retorno del mismo mito. La idea está expresada en el título y se enfatiza en momentos concretos de la obra mediante la metáfora de la rueda de la tierra (ibídem: 57). Si la imagen de la repetición y el retorno es modernista, cabe recordar que la Odisea arranca con la imagen de la tierra que se pone a girar y crea así el mundo y da lugar a la fantasía. Asimismo los mitos evocados a lo largo del poema parecen destinados a cumplirse y a repetirse independientemente de la época o lugar donde sucedan. Y es que el problema de la sincronía y la diacronía, la historia lineal y la circularidad del mito forma parte de los experimentos literarios propios del modernismo (ibídem: 65).

  Mitificar la historia, simbolizar un período histórico en otro y reflejar en el mundo

  de los hechos el pasado (ibídem: 63-64) lo hace Kazantzakis en esta novela, que reúne la Judea de la Pasión de Cristo, la expulsión de los griegos de Asia Menor (1922-1923) y la Guerra Civil griega (1944-1949) con las ideologías que para su autor caracterizan estos períodos: cristianismo, nacionalismo y comunismo. Pero esta técnica la hemos visto también en Esparta, Creta y Egipto en la nueva Odisea, donde Kazantzakis utilizaba los escenarios de la Antigüedad y las noticias que sobre esta se tenían (invasiones dorias, pueblos del mar) para hablar de conflictos universales (la decadencia del poder, la necesidad de regeneración) y contemporáneos (revolución soviética).

  La última tentación de Cristo ([1951] 1997) va mucho más allá de la novela modernista, poniendo en evidencia la deuda de Kazantzakis con las tradiciones de la prosa y la novela griegas, el misticismo y el mito griegos, y el legado cretense (Levitt 1973: 106). Se acerca incluso al realismo mágico, pues en ella tenemos, probablemente, una historia dentro de un sueño (Beaton 2009: 161), pues toda la vida de Jesús como esposo de Ana y María, padre de numerosos hijos y patriarca de su propia hacienda, se revela al final como una tentación tenida en la cruz y en ella rechazada. El sueño da lugar a una realidad alternativa donde tienen cabida hechos y personajes también reales, lo mismo que el transcurso del tiempo. El lector nunca sabe con certeza si se encuentra en el nivel de la realidad o en la subjetividad de los personajes, pues la historia se ha desdoblado, tal y como ocurre en los casos paradigmáticos de la escritura postmoderna (Beaton 2009: 23). Todo esto recuerda mucho al relato dentro del relato que es la propia

  5. LA ODISEA MODERNISTA: 5.3 El Modernismo de Kazantzakis

  Odisea, planteada desde el principio como un cuento y como un sueño, como una fantasía y, recordémoslo, también como una mentira (cf. 4.1.2). La posibilidad de que aquello que sueña el dormido cobre forma en la novela es la misma que la del desarrollo

  de los falsos relatos, donde el lector podía y debía perder la noción de la realidad y la referencia respecto a la verdad o la mentira del relato en el marco del relato principal. En el sueño y en el cuento entran todas las subjetividades y todas las puertas se abren.

  Observamos, por tanto, que en la Odisea confluyen las características principales del Modernimso en Kazantzakis. Al final de este trabajo, defenderemos que su Modernismo es especialmente visible en las rapsodias cretenses, donde coincide con la atracción de los artistas modernistas por los escenarios y mitos minoicos (5.4).