El cuerpo del rock

1.4.1 El cuerpo del rock

  La pregunta por el cuerpo del rock deviene de constatar un cambio en la naturaleza de la música ligera en los años sesenta. Constatación de un cambio en la manera en que se producen los discos, en el estatus de los músicos, y en las audiencias. Si tomamos los discos como punto de partida, y nos fijamos en las carátulas de los álbumes de los Beatles –las carátulas como representación visual del sonido que conllevan-, y comparamos la portada de su primer lp (Please, please me, 1963) con la

  de su lp consagratorio (Sgt. Pepper‟s Lonely Hearts Club Band, 1967) y finalmente con la de su último lp editado (Let it be, 1970), veremos un cambio en la imagen que, estética o visualmentemente, nos pone en pista de una serie de procesos determinados que asociaron sonido, imagen, negocio, juventud y cultura.

  La tapa de Please, please me, de principios de 1963:

  La tapa de Sgt. Pepper‟s Lonely Hearts Club Band, de mediados de 1967:

  Finalmente, la tapa de Let it be, de mayo de 1970:

  Las imágenes de estas tres portadas nos revelan unas cuantas cosas: la imagen de los Beatles; el uso artístico de las portadas; la simbología o sentidos implícitos a extraer. La tapa de Please, please me es significativa en cuanto a la cantidad de información que brinda. Como veremos más adelante, este disco fue un cash-in natural después de una serie de sencillos o singles de éxito, lo cual era la práctica habitual de la industria discográfica y que organizaba la fórmula generadora del disco. Esto lo podemos observar en la manera que se titula el disco en la portada: se llama ―Please, please me, con Love me do y otras 12 canciones‖, como si se tratara de vender a la ligera no sé qué producto. 40

  El disco se grabó rápidamente, y como idea de tapa se sugirió fotografiar a los Beatles dentro del edificio de EMI, el sello discográfico británico más importante, sede del sello menor Parlophone con el cual los Beatles firmaron. Más allá de lo que pueda evocar un edificio de relativa nueva construcción como señal de la modernidad a

  advenir, 41 lo cual es cierto, pero no deja de ser una mera interpretación, lo que sí podemos constatar en la imagen es a los Beatles dentro del edificio de la compañía que

  los contrata y por lo tanto para la que se emplean. Los Beatles, vemos entonces, son los empleados de EMI. Vemos su juventud, evidente en sus caras, pero vemos sobre todo a los Beatles como parte de una estructura laboral. Como productores de servicios, servicios culturales, los Beatles ocupan la última escala dentro de la industria discográfica, detrás de los directivos de la compañía (Sir Joseph Lockwood), los AR man o directores de artistas y repertorio, que hoy llamaríamos productores discográficos (George Martin), editores (Dick James), ingenieros de sonido (Norman Smith), etc. La

  40 Como señala David Buxton, la evolución o progresión de las tapas de discos puede verse siguiendo los patrones de la publicidad. En los años cincuenta y hasta mediados de los sesenta, una imagen general de

  la ―estrella‖ dominaba toda la portada. Luego, una imagen más sutil y compleja se daría a partir de códigos y motivos de diseño que constituirían la imagen de la ―estrella‖ en ausencia (Buxton, 1990:439).

  41 Luego volveremos, a partir de The Kinks Are The Village Green Preservation Society (1968) y de la lectura –o escucha, mejor dicho- que Lupro (2006) hace del disco, a discutir sobre una posible relación

  entre el rock y el urbanismo.

  imagen de los mismos Beatles, trajeados y peinados, imagen impuesta poco antes por su manager, Brian Epstein, no desentona en el contexto de un edificio de oficinas. Sólo sus sonrisas transmiten algo más allá de la frialdad modernista de la edificación y del desinterés musical que se trasluce por el contenido que es presentado como ―tal y tal canción más otras doce‖. Esas sonrisas habrán sido fruto de la excitación del momento, el ascenso nacional incipiente de la beatlemanía. Es lo más probable, pero si entramos a especular un poco, esas sonrisas cómplices nos adelantan un ―ya van a ver la que se va a armar aquí‖.

  La segunda tapa que podemos ver, la de Sgt. Pepper‟s Lonely Hearts Club Band, está a mil años luz de la anterior. Todo en ella habla de un cambio de raíz, en los Beatles, en la industria y en aquellos que compran discos. No quiero extenderme demasiado sobre uno de los tópicos más repetidos del último medio siglo, pero sí señalar algunas cuestiones en torno al cuerpo del rock que se hacen evidentes en esta tapa. No nos hallamos ante una serie risueña de empleados en su edificio de oficinas. Tenemos ante nosotros a cuatro personas muy serias que se han pasado más de medio año trabajando en este disco, que han dedicado mucho dinero en lograr una tapa determinada que pudiera establecer una homología visual con los sonidos contenidos en los surcos del álbum. El aspecto de los Beatles, un tanto circense y hortera, es la confirmación de esas sonrisitas de colegiales que vimos en Please, please me. Su seriedad fanfarrona quiere decirnos algo así como ―os lo habíamos dicho, se iba a armar gorda, y aquí tenéis la confirmación‖, porque de hecho se han salido con la suya. El aspecto es importante, pero no viene legado por una etiqueta resultado de una curva civilizatoria de medio milenio –a lo sumo, se trata de un aspecto cuya relación con dicho proceso civilizatorio es el de la mofa. ¿Y cómo no va a ser una mofa si la tapa es la confirmación de que esos risueños empleados se han salido con la suya y han logrado La segunda tapa que podemos ver, la de Sgt. Pepper‟s Lonely Hearts Club Band, está a mil años luz de la anterior. Todo en ella habla de un cambio de raíz, en los Beatles, en la industria y en aquellos que compran discos. No quiero extenderme demasiado sobre uno de los tópicos más repetidos del último medio siglo, pero sí señalar algunas cuestiones en torno al cuerpo del rock que se hacen evidentes en esta tapa. No nos hallamos ante una serie risueña de empleados en su edificio de oficinas. Tenemos ante nosotros a cuatro personas muy serias que se han pasado más de medio año trabajando en este disco, que han dedicado mucho dinero en lograr una tapa determinada que pudiera establecer una homología visual con los sonidos contenidos en los surcos del álbum. El aspecto de los Beatles, un tanto circense y hortera, es la confirmación de esas sonrisitas de colegiales que vimos en Please, please me. Su seriedad fanfarrona quiere decirnos algo así como ―os lo habíamos dicho, se iba a armar gorda, y aquí tenéis la confirmación‖, porque de hecho se han salido con la suya. El aspecto es importante, pero no viene legado por una etiqueta resultado de una curva civilizatoria de medio milenio –a lo sumo, se trata de un aspecto cuya relación con dicho proceso civilizatorio es el de la mofa. ¿Y cómo no va a ser una mofa si la tapa es la confirmación de que esos risueños empleados se han salido con la suya y han logrado

  compositores más importantes del siglo. 42 Compositores extravagantes por cierto. Pero, ¿cómo no iban a serlo, después de lo acaecido entre nuestra primera tapa de 1963 y ésta

  de 1967? Como veremos más adelante, lo que hay detrás de este disco es el fin de la beatlemanía, el hartazgo del carnaval, de la locura fervorosa de las jóvenes multitudes buscando un pedazo de las nuevas deidades y de la locura avariciosa de los viejos estamentos, tratando de obtener un pedazo de pastel económico. Lo que hay en este disco es un refugio, un escondite. Finalmente fue un rincón mágico en la experiencia de casi toda esa generación, aunque en su momento, y más allá del notable impacto que tuvo, no logró percibirse del todo. Una mofa no sólo de la industria, una mofa de sí mismos y del carnaval organizado a su alrededor.

  Por último, la tapa del Let it be. Se trata de un disco un tanto extraño y errático en su producción. Salió a la venta más o menos al mismo tiempo en que se hacía oficial el fin del grupo, aunque llevaba grabado más de un año. La tapa no podría ser más veraz entonces: es el primer álbum en que los Beatles no salen juntos. A diferencia del llamado álbum blanco –The Beatles- en el que no se ve a los Beatles en la portada, salen

  los cuatro, pero cada uno en su propio marco, su propio espacio. 43 No podemos adivinar mucho por las imágenes, sólo vemos sus rostros encuadrados sobre un fondo negro. Lo

  que vemos es a cuatro jóvenes pelilargos. Serios y distantes entre sí. Y con un título que

  42 ―John Lennon y Paul McCartney parecen ser los compositores británicos más sobresalientes de 1963‖, señalaba –de forma anónima, por cierto- el crítico musical William Mann en The Times el 23 de

  diciembre de 1963.

  43 La tapa de The Beatles o Álbum Blanco (1968) es en efecto blanca, pero en su interior (el disco es doble, y se abre como un libro) salen los cuatro Beatles, cada uno por separado y enmarcado en su propia

  viñeta. Siendo estrictos, este disco es el que testificaría la separación de los Beatles, cada uno trabajando por separado desde finales de 1968.

  abre un nuevo camino, el de cada uno por su lado. A diferencia del carnaval que se mofa del carnaval, estamos de nuevo ante un trabajo obligado, una rutina de oficinas a cumplir, pero esta vez sin las sonrisas. Normal, podríamos pensar, que no sonriesen. Estamos, dentro del mundo discográfico, y dentro del submundo de las tapas, si pensamos a las mismas como una historia o historieta que se desarrolla tapa a tapa, en

  un momento de resaca, de hastío. 44 Que los Beatles se separasen entonces podría ser algo anecdótico. Bien podrían haberse vuelto a entusiasmar y recuperar la sonrisa, o el

  mofarse de sí mismos, de la industria o de las audiencias.

  Lo que quiero adelantar con el ejemplo notorio de las tapas de los discos es lo mencionado al comienzo, que había pistas más que suficientes como para constatar cambios, a lo largo de la década de los sesenta, en la manera en que se producen los discos, en el estatus de los músicos, y en las audiencias, y que dichos cambios van cercanamente ligados a las formas en que se disponen los cuerpos y en el surgimiento

  de un cuerpo determinado del rock, de sus músicos como deidades, como productores

  de sonidos, como ensambles conjuntos o como nuevas formas de expresión artística. Las tapas de los discos son evidencia de ese proceso de objetivación que se va constituyendo a lo largo de la década. Objetivación de un nuevo mundo o campo, el rock en el que el cuerpo muta, varía, pasa de ser un cuerpo industrializado, normalizado, insertado en una red de limitaciones corporales determinadas por una curva civilizatoria que se ha fundado en una etiqueta, una educación religiosa o una educación política, por no hablar de una educación económica, procesos acentuados desde el Renacimiento y sobredimensionados en los dos últimos siglos, y pasa a ser un cuerpo sometido a la

  44 Ian MacDonald (2005:329) comenta, sobre este hastío, que ―la verdad es que ya eran adultos y por lo tanto no podían adaptarse a la mentalidad de pandilla juvenil necesaria para ser un grupo de poprock

  funcional‖. Lo de adultos es relativo. Antes podían serlo, pero hoy ya no consideraríamos adultos a gente

  de 28 años –John y Ringo-, 26 –Paul- o 25 –George, edades que tenían al grabar Let it be.

  industria del ocio, asentada en la música, la experiencia sexual relativamente liberada y el hedonismo del consumismo. 45